No es una opción viable, aunque sí jurídicamente posible. Algunos eclesiásticos ya están planteando -si bien como opción secundaria- recurrir al
Concordato para tratar de preservar una
presencia de la Iglesia en la futura Cajasur. Una suerte de derecho de herencia ante los resultados del suicidio. No lleva a ningún lado, es absurdo y, además, revela unas
ansias, casi obsesivas, por aferrarse al poder. Y al dinero. Todo ello, como no cabía esperar otra cosa, en mitad del
ominoso silencio de obispos, cabildo y demás responsables del hundimiento. Que, cuando se produzcan el más de medio millar de despidos que ya baraja la BBK, o cuando vean que no hay presupuesto sin fondos para rehabilitar iglesias, o mantener patrocinios absurdos, se hará mucho más evidente. Ni honra, ni barcos. Algunos, ni vergüenza.
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