Los fantasmas atacan al jefe

Cinco señores cardenales, entre ellos el prefecto para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, se han unido para publicar un libro en el que tratan de rebatir la mal llamada "propuesta Kasper" acerca del acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar. Una cuestión a la que los sectores más reaccionarios de la Iglesia, romana y española, están dedicando amplios esfuerzos. Y un modo, cada vez menos velado, de atacar al Papa Francisco.

Más allá de valorar la oportunidad de la refutación cardenalicia, su elegancia o sus implicaciones éticas, lo que parece claro es que este es un asunto que mueve, y preocupa, a amplios sectores de la sociedad y de la Iglesia. Lo cual, en principio, resulta sumamente positivo: la Iglesia está viva y se mueve. Y este Papa ha abierto la puerta para que la discusión se haga en público y sin problemas. Al menos para los que saben discutir.

Y es que una discusión, para ser tal, requiere capacidad de escucha y aceptación. Si vamos a un diálogo con la única verdad por delante, éste resulta imposible. O se convierte en un diálogo de sordos. Que es como parece está afrontando este debate abierto el sector más reaccionario de la Iglesia católica.

Les ofrezco dos reflexiones en este sentido. La primera, del arzobispo de Tánger, Santiago Agrelo, en su página de Facebook. Dice lo siguiente el franciscano:

En esta historia de libros, propuestas y tesis, hay un trasfondo inquietante, una sombra alargada de dogmatismo, que llega de tiempos que no acaban de ser pasado dentro de la Iglesia.
Veo que algunos confunden lo que es una “propuesta” con lo que son unas “tesis” o “conclusiones”, y atribuyen al cardenal Kasper las dos cosas –propuesta y tesis-, como si fuesen conceptos equivalentes.
Y mucho me temo que la confusión –que lo es de la información, no de los cardenales- no sea una confusión inocente, sino que intente atribuir a una “propuesta” de un cardenal la misma exigencia de adhesión que reclaman las “tesis” o “conclusiones” de otros cinco purpurados.
A dos pasos del Sínodo sobre la familia, las propuestas saben a búsqueda, a aportación, a solidaridad, a evangelio. Las tesis, o conclusiones, saben a discurso cerrado, nada más que decir, nada que buscar.
Personalmente me quedo con los que buscan
.



La segunda, del propio cardenal Kasper, entrevistado por Andrea Tornielli en Vatican Insider sobre el particular:

Cardenal Walter Kasper, usted habló en febrero sobre el Sínodo frente a los cardenales y propuso una hipótesis sobre la posibilidad de la comunión para los divorciados que se han vuelto a casar. ¿En qué consiste?



No propuse una solución definitiva, sino –después de haberme puesto de acuerdo con el Papa– hice algunas preguntas y ofrecí consideraciones para posibles respuestas. Este es el argumento principal: el sacramento del matrimonio es una gracia de Dios, que convierte a los esposos en un signo de su gracia y de su amor definitivo. Incluso un cristiano puede fracasar y, desgraciadamente, hoy muchos cristianos fracasan. Dios, en su fidelidad, no deja caer a nadie y, en su misericordia, da quienes quieren convertirse una nueva oportunidad. Por lo tanto, la Iglesia, que es el sacramento, es decir el signo y el instrumento de la misericordia de Dios, debe estar cerca, ayudar, aconsejar, animar. Un cristiano en esta situación tiene una necesidad particular de la gracia de los sacramentos. No se pueden conceder segundas nupcias, sino –como decían los Padres de la Iglesia–, después del naufragio, una barca para sobrevivir. No un segundo matrimonio sacramental, sino los medios sacramentales necesarios en su situación. No se trata de una solución para todos los casos, que son muy diferentes, sino para cuantos hagan todo lo que les sea posible en sus situaciones.

¿Puso usted en duda la indisolubilidad del matrimonio cristiano?



La doctrina de la indisolubilidad del matrimonio sacramental se basa en el mensaje de Jesús; la Iglesia no tiene el poder para cambiarla. Este punto no cambia. Un segundo matrimonio sacramental, mientras la pareja siga con vida, no es posible. Pero hay que distinguir la doctrina de la disciplina, es decir la aplicación pastoral en situaciones complejas. Además, la doctrina de la Iglesia no es un sistema cerrado: el Concilio Vaticano II enseña que hay un desarrollo, en el sentido de una posible profundización. Me pregunto si es posible, en este caso, llevar a cabo una profundización semejante a la que se dio en la eclesiología: aunque la Iglesia católica sea la verdadera Iglesia de Cristo, hay elementos de eclesialidad también más allá de las fronteras institucionales de la misma Iglesia católica. En ciertos casos, ¿no se podrían reconocer también en un matrimonio civil algunos elementos del matrimonio sacramental? Por ejemplo, el compromiso definitivo, el amor y el cuidado recíproco, la vida cristiana, el compromiso público, que no existen en las parejas de hecho.



¿Qué le parece la publicación de este nuevo libro con aportes de cinco cardenales, incluido el Prefecto Müller?



Me ha sorprendido. Lo supe hoy gracias a los periodistas: a ellos les enviaron el texto, a mí no. Nunca me había sucedido nada parecido en toda mi vida académica.



¿En la historia reciente de la Iglesia ha sucedido que algunos cardenales hayan intervenido con esta forma organizada y pública antes de un Sínodo?



Durante el Concilio Vaticano II y en el post-concilio existían las resistencias de algunos cardenales frente a Pablo VI, incluso por parte del entonces Prefecto del Santo Oficio. Pero, si no yerro, no con esta modalidad organizada y pública. Si los cardenales, que son los colaboradores más cercanos del Papa, intervienen de esta manera (por lo menos en relación con la historia reciente de la Iglesia), nos encontramos frente a una situación inédita.



¿Qué espera que suceda durante las próximas semanas, en el debate sinodal?



Espero que podamos tener un intercambio sincero y tranquilo de experiencias pastorales, de argumentos, en una atmósfera de escucha. No respuestas prefabricadas, sino aclaraciones sobre el “status quaestionis”, y luego habrá todo un año para la discusión a nivel local, antes de las decisiones de 2015.



¿Le parece que Papa Francisco hable demasiado de misericordia?



¿Cómo es posible hablar demasiado de un tema que es fundamental en el Antiguo Testamento? Claro, la misericordia no contradice la doctrina, porque es en sí misma una verdad revelada, y no cancela los mandamientos del Señor; pero es una clave hermenéutica para su interpretación. Papa Juan XXIII en la apertura del Concilio dijo: «Hoy, la Iglesia debe usar no las armas de la severidad, sino la medicina de la misericordia». La misericordia es, pues, el tema central de la época conciliar y post-conciliar de la Iglesia católica.



Y una coda: si se dan cuenta, siempre son los mismos. Los que atacan y se defienden, los que conquistan y se encastillan, los que asustan y se asustan. Los fantasmas que atacan al jefe. En este caso, al Gran Jefe.
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