Los nuevos fariseos se rasgan las vestiduras: los sastres no dan abasto

Son pocos, muy pocos, y no representan a nadie, pero se juntan y hacen mucho ruido. Y son capaces de amedrentar a no pocos obispos, a quienes insultan y persiguen hasta la saciedad, mucho más si afirman 'conocer' algunos de sus secretos. Cada vez más envalentonados, han dejado la resistencia silenciosa ante este Papa y su apuesta decidida por el Evangelio de Jesús frente a la doctrina cerrada a los hombres (y mujeres), y se han lanzado a la crítica abierta y descarnada. Sin red.
Recogida de firmas, exigencias de aclaraciones, acusaciones de herejía, de "caos doctrinal" (sí, querido sacerdote ultracatólico, sí, como tú bien sabes, pues fuiste tú quien lo dejaste escrito y pediste que se publicara), petición de excomuniones... Algunos, incluso, hablan de deponer a un Papa que consideran ilegítimo. Eso sí, todo bajo el barniz de por el bien de la Sagrada Doctrina, la Tradición y, en definitiva, de la Santa Iglesia inmutable, fundada por Cristo. Un Cristo que ya sufrió el acoso de aquellos fariseos y escribas, hipócritas y falsos maestros de la ley, que aseguraban ser los únicos custodios de la Fe y la Verdad, los únicos guardianes de las puertas del cielo. Ni siquiera en eso son originales.
Sólo cuando se les pone delante de la realidad, cuando se desvelan sus auténticas intenciones, se rebelan, rasgan sus vestiduras, dan golpes de pecho y arremeten contra el mensajero. Nada nuevo bajo el sol. Al menos, un respiro para los profesionales de la sastrería, que no dan abasto ante el nuevo espectáculo público de los fariseos de hoy. "¡Qué escándalo, qué escándalo!" Y qué pena más grande, pastores con piel de lobos...