Cristianismo y Secularidad
Cristianismo y Secularidad
Manual de Nueva Teología Política Europea
5.2 Antropocentrismo de la teología política
Los primeros trabajos de Metz, que aparecen por las mismas fechas que los de Moltmann, se dirigen también y con mayor intensidad a contrarrestar la teología existencial, que se nutría de las categorías de la vida privada apolítica. Metz reclama con insistencia tanto la desprivatización de la fe como de la teología y propone la Iglesia como institución de libertad crítica frente a la sociedad.
En la que puede considerarse su primera obra, su tesis doctoral, fundamenta ya la teología sobre la base de la antropología. Lleva por título Antropocentrismo cristiano. Sobre la forma de pensamiento en santo Tomás de Aquino. Se la dirigió Rahner, a cuyo trascendentalismo se mantuvo fiel durante algún tiempo; luego duda de esta tesis de su maestro, porque observa que el hombre actual no tiene conciencia de ello.
En cambio, Metz descubre en santo Tomás un esquema mental diferente al de los griegos que regía en la edad media: en oposición a éste, que era cosmocéntrico, el suyo es abiertamente antropocéntrico y propio de la edad moderna, aunque sus raíces son bíblicas. Tomás de Aquino, en efecto, sustituye la reflexión helena por la bíblica, que se basa en la relación de Dios con el hombre.
De modo que el antropocentrismo de Metz, como sucede en santo Tomás, no se opone a teocentrismo, sino a cosmocentrismo. De ahí que nuestro autor valore mucho el intento de leer y comprender toda la teología como antropología por parte del movimiento teológico actual. No obstante, advierte del peligro de convertirse en una teología sin hombre y sin historia, si olvida la faceta original escatológica, en el sentido de no acomodarnos a este mundo tal cual es, sino que hemos de adelantar su destino final y hacer de él ya el mundo nuevo que quiere el evangelio .
La observación de Metz es pertinente, porque la teología existencial-personalista tiene también una vertiente antropológica y humanista notable y, desde la nueva teología que él está elaborando, este humanismo le parece abstracto e individualista por prescindir del mundo. El quiere abordar al hombre concreto y cree conseguirlo merced a la mediación de lo político, por eso concluye: "No hay otra teología antropológica concreta que la teología política".
De hecho las teologías políticas surgen cuando se aborda al hombre en concreto, de modo que hay un flujo y reflujo entre antropocentismo y teología política. Es importante subrayar también en Metz que fue su afán de poner en relación el mensaje cristiano con el hombre al que está dirigido, lo que le hizo ver la necesidad de una teología que partiera de los postulados de la sociedad contemporánea .
Pero para el teólogo Adolfo González Montes, obispo hoy de Almería, lo más característico de su invención es haber esbozado "las nervaduras contextuales de una sistematización de la teología política en la perspectiva de una teología fundamental" .
Hablando de antropocentrismo teológico, es preciso volver a Rahner por ser uno de los primeros en decir que la teología dogmática debe tener una orientación antropológica: la teología dogmática hoy "ha de ser antropología teológica". Su argumento es que la cuestión del hombre no debe ser considerada un sector aparte o distinto de la investigación teológica, sino que debiera verse como "dimensión total de la teología dogmática".
Esta tesis no entra en contradicción con la naturaleza teocéntrica de la teología ni con la enseñanza de Santo Tomás de que Dios es el objeto formal de la teología. Por tanto, antropocentrismo y teocentrismo no son contradictorios, sino que son una misma cosa vista desde aspectos diversos, siendo cada uno de ellos ininteligible sin el otro. Es decir, el que la teología deba ser antropocéntrica, no contradice que sea con todo rigor teocéntrica.
Rahner se opone a que el hombre sea considerado un accidente cualquiera de la teología, porque no es posible hablar teológicamente de Dios sin decir, al mismo tiempo, algo del hombre y viceversa: "hablar de Dios y hablar del hombre son dos cosas conexas, no sólo desde el punto de vista del contenido, sino aun del mismo conocimiento".
Con buena lógica la tesis de Rahner respecto a la cristología es fácil de adivinar. Una teología centrada en el hombre no se opone a una teología centrada en Cristo: "en la teología dogmática cristiana hay una relación mutua y necesaria entre antropología y cristología, bien entendidas ambas". La antropología cristiana alcanza pleno significado cuando concibe al hombre como orientado a la unión con Dios.
Hoy sólo es posible desarrollar una cristología desde el punto de vista de esa antropología trascendental. Rahner ve claro que el horizonte trascendental de la idea de un Dios-hombre está en la misma naturaleza humana, santificada por la gracia.
Schillebeeckx, en sitonía con Rahner y siguiendo la doctrina de Santo Tomás, sostine igualmente que, a través de la gratuita autocomunicación de Dios al hombre, éste puede llegar siempre a una nueva y renacida relación con Dios. Eso es la gracia, una comunión interpersonal en una cualificación inmerecida, pero real, del ser humano con Dios. La revelación y la misma gracia presuponen la persona humana como condición necesaria de su propia posibilidad de existir. Porque estas carecen de sentido si no hay un sujeto que responda, si bien éste puede luego aceptar o no líbremente la donación salvífica que Dios le ofrece.
"Dios quiere darse a sí mismo, quiere ser aceptado libre y personalmente por el hombre". Ahora bien, para que se realice esta comunicación no es obstáculo que el ser humano esté actuando en el mundo con los otros hombres, porque precisamente viviendo entre ellos es como percibe su realidad interior, se hace persona y surge la relación trascendental con Dios. Sin embargo, Metz sostiene que en el hombre secularizado de hoy esta relación trscendente no se percibe.
Francisco Garcia-Margallo Bazago
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