Cristianismo y Secularidad

Capítulo Séptimo



B) Socialismo versus capitalismo

No cabe duda que las supuestas afinidades que Novak ve entre capitalismo y cristianismo convienen mejor al socialismo. Lo mismo hay que decir de los logros sociales que atribuye exclusivamente al capitalismo. Mardones echa en falta en su reflexión la mención de movimientos obreros, sindicatos, partidos políticos de izquierda etc, para concluir que el teólogo católico norteamericano, Michael Novak, ha trasladado de un plumazo al capitalismo las virtudes características del socialismo.

Se trata de una guerra ideológica por parte de los neoliberales, que no quieren reconocer el papel que el socialismo democrático ha desempeñado históricamente en la humanización del capitalismo y que la solución a los graves problemas que tiene hoy la humanidad pasa por la vía solidaria e igualitaria abierta por el socialismo .

El hombre es todo él social y la vida privada, como distinta de la pública, no es más que un pretexto para el egoísmo. En contra de la tesis de Novak está el socialismo como "teología social democrática o como la secularización política de la comunidad religiosa", de que hablaba ya en su día Ortega y Gasset.

Para nuestro mayor filósofo, en efecto, el único estado moralmente aceptable hoy en el mundo es el estado socialista y con su vena profética de intelectual e invocando el entusiasmo de la espiritualidad franciscana, dice: hay que ejercitar la virtud laica y moderna del socialismo. Parece como si en este momento tuviera en su mente la queja que el santo de Padua dirige al Papa: "Los labios de los ministros de Cristo son con demasiada frecuencia cómplices con la codicia de los avaros".
Con este franciscano, precursor de leonardo Boff y H. Chaigne, simpatiza Ortega a través de El Santo, la obra simbólica del modernismo italiano de Antonio Fogazzaro.

Extraña la escasa crítica que Novak hace al mercado no controlado y a la concentración del poder, que son los verdaderos causantes del aumento de la pobreza y la violencia en el mundo actual. Sin embargo, hay críticos que reconocen a los neoconservadores el mérito de plantear cuestiones que no han planteado la teología política ni la de la liberación. Por ejemplo, cómo hacer efectiva la opción por los pobres propia de la teología de la liberación, puesto que no basta con optar, es necesario poner en acción un sistema económico que ayude a los pobres a salir de la situación en que se encuentran.

No basta la mera retórica, sino que hay que acompañarla de un análisis económico y político: cómo incrementar la producción y distribuirla mejor de manera compatible con el crecimiento de instituciones libres etc. No obstante, la teología burguesa norteamericana es opuesta a la igualdad entre los hombres propugnada en la tradición cristiana, que cita en su favor. Ciertamente por esta vía no se reconduce el cristianismo a su veracidad historica, aunque Estados Unidos se esfuerce en tener una teología propia, que Vázquez Montalbán bautizó como teología de la globalización.

1. Réplica a la religión neoconservadora

Es frecuente constatar que las comunidades humanas que disfrutan de bienestar económico, social y político, atribuyen virtudes sociales y políticas a aquello de lo que disfrutan. Atribución que se reivindica a pesar de la evidencia en sentido contrario. Esta apreciación del profesor de economía de Harvard, John Galbraith, se corresponde perfectamente con el ethos de la religión neoconservadora:

"Las creencias de los privilegiados se ponen al servicio de la causa de la satisfacción continua y se acomodan de modo similar a las ideas económicas y políticas del momento". Este ethos se ve favorecido hoy día en los países donde impera el capitalismo, porque son muchos los que se sienten motivados por él y se ven protegidos por una cobertura democrática, particularmente en los Estados Unidos .

Una crítica semejante hace Metz al catolicismo de Alemania occidental, que considera una religión burguesa con alta plausibilidad y prestigio ante la opinión pública mundial, pero sin futuro mesiánico. El teólogo culpa a la teología y a la Iglesia ilustradas de no contradecir esta religión, puesto que el futuro mesiánico de la tradición juedocristiana no confirma este futuro burgués, sino que lo interrumpe: "Los primeros serán los últimos y los últimos los primeros" .

El evangelio, nos previene contra la avidez del dinero (Mt 6, 24) por el peligro de convertirlo en valor supremo. Por consiguiente, la forma como las religiones burguesa y neoconservadora entienden la tradición judeocristiana no responde a su verdadera esencia. Tal como aparece en el NT Jesús decide voluntariamente identificarse con los pobres en un gesto de oposición al hombre a quien todo le parece poco y tiende a acaparar y convertir la posesión en privilegio a costa de los demás. De esta manera el mismo ser-hombre termina dividido en categorías, castas, clases.

Tanto la teología política como la de la liberación, que han captado y traducido muy bien a nuestro tiempo la tradición judeocristiana, denuncian este desmedido afán de posesión. Las dos entran en confrontación con la sociedad capitalista, pero no se oponen a entrar en diálogo con la religión que la sustenta.

Concretamente desde la periferia del mundo, la mayoría de la población mundial empobrecida, se considera una idolatría la interpretación que la religión neoconservadora nortamericana hace del sistema capitalista como "cumplimiento de las promesas", "el Mesías ya ha venido", "no hay que esperar nada más y mejor", "la esperanza se ha realizado" etc. No cabe duda que quien mira desde el interior del sistema capitalista está ciego para ver el inmenso cinturón de pobreza que le rodea.

Por eso, de quienes miran la situación del mundo de esta forma estrecha y egocéntrica no cabe esperar un diálogo cultural solidario y menos aún disposición para recibir la crítica del propio sistema .

Ver: Francisco Garcia-Margallo Bazago
Cristianismo y Secularidad
Manual de Nueva Teología Política Europea
(Es mi tesis doctoral)


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