Marx y la Biblia



Ley y civilización
¿Juicio o justicia?

(Cont., viene del día 21)

Falta notar que San Mateo en el capítulo 12 de indecible densidad teológica vuelve a emplear otras tres veces la palabra krisis: v.36.41.42 y en ellas se ve claro que se trata del juicio final

No tratemos de averiguar si Deuteroisaías en Is 42, 1-4 citado por Mateo, pensaba o no en el mispât final, aunque parece evidente que sí, en virtud de que explicita su intención de realizar justicia para todas las naciones (Is 42, 1.3.4.6). Pero la poderosa reformulación que Mt 12, 20 hace Is 42, 4 para que diga "hasta que lleve al triunfo el mispât", y el hecho de que a continuación use tres veces la misma palabra en sentido de juicio final, obliga a pensar que en éste consistirá el triunfo del mispât según Mateo.

Si no, no se ve qué objeto tendría modificar el tenor setentino de Is 42, 4 vigorizándolo tan pujantemente; la exhaustiva investigación de Gundry arroja como resultado que esa formulación de Mateo no es documentable ni en el texto masorético ni en el Targum ni en el Pesita ni en los Setenta ni en otras traducciones griegas; la creó Mateo de propio cuño. Es que en las obras de justicia en favor de los pobres y desvalidos por parte de Cristo, ve Mateo, como Juan, la realización definitiva del juicio: "hasta que lleve al triunfo el mispât".

Lo cual se confirma por Mt 8, 17 que hace consistir la misión de ese mismo servidor deuteroisaiano (identificado con Cristo) en "quitar" nuestras dolencias y nuestros sufrimientos, contrariando la habitual interpretación de Is 53, según la cual se trata no de "quitar", sino de "tomar sobre sí". Tan convencido está Mateo de la presencialidad del juicio durante el tiempo mismo de Cristo, que por su propia cuenta añade una serie de resurrecciones de muertos en Mt 27, 52-53.

La característica partición de la humanidad, que le es propia al juicio final, Juan la explicita con el mismo criterio que hemos visto en el antiguo y en el nuevo testamento: las "obras buenas" en su sentido de término técnico.

Este es el juicio:
que vino la luz al mundo
y amaron los hombres más la oscuridad que la luz
porque sus obras eran malas.
(Jn 3, 19)

Tanto este versículo como Jn 5, 24 (aclarado por 1 Jn 3, 14) y Jn 12, 31 (aclarado por Jn 8, 44 y 1 Jn 8, 15) suponen necesariamente que el juicio ejecutado por Jesucristo debe ser entendido en el sentido cualitativamente inconfundible que el juicio de Yahvé tiene según el antiguo testamento. Por eso, es dcir, por lograr esa caracterización de contenido, y no por darse autoridad formal exterior, insiste el Cristo joáneo en que su "juicio" es el mismo cualitativamente el mismo de su Padre.:

Yo no puedo hacer nada por mí mismo;
juego según oigo
y mi juicio es justo porque no busco mi voluntad
sino la voluntad del que me envió.

(Jn 5, 10)
Vosotros juzgáis según la carne;
yo no juzgo a nadie
y si juzgo mi juicio es verdadero porque
no estoy solo, sino yo y el que me envió

(Jn 8, 15-16)

Véase en el mismo sentido Jn 12, 47-50. "El que me envió" es para Juan una carectización cualitativa que sólo tiene fuerza como referencia al Yahvé del antiguo testamento; si no, sus argumentaciones se mueven perpetuamente en círculo vicioso...Véase la intención identificadora en este pasaje:
en vuestra ley está escrito que el testimonio
de dos hombres es verdadero. Yo soy el que
testifico de mí mismo, y testifica de mí el Padre
que me envió.
Entoces le dijeron: ¿Dónde está tu Padre?
Jesús respondió: No conocéis ni a mí ni a mi
Padre; si me conociérais, conoceríais tambien
a mi Padre.
Estas palabras dijo Jesús en el gazofilacio
cuando enseñaba en el templo y nadie le prendió,
pues aún no había llegado su hora (Jn 8, 17-20)

___Ver: José P. Miranda, Merx y la Biblia. Crítica a la filosofía de la opresión
Ediciones Sigueme, 1975
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