La blanca cigüeña,
como un garabato,
tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado
Capítulo XI
Clamor de lo Profundo
Cuando el cristianismo era vivido como una religión cosmológica,(Dios se concibía como una especie de maquinista mágico, capaz de tapar los agujeros de nuestra ignorancia e impotencia), todos sabían lo que tenían que pedir: que llueva, que no haya tormenta, que no vengan epidemias, que se encuentren los objetos perdidos. De esto último se encargaba San Antonio, al que había que rezarle un Padre nuestro.
Yo, en mi infancia, le recé bastante veces, y me parece que casi siempre encontré lo que había perdido. Y muy contento que me ponía. Siempre, dice JM. Díez Alegría, le conservé afecto al popular San Antonio. En un viaje a Padua, con ocasión de un congreso internacional de filosofía, celebré la eucaristía en su sepulcro. Luego pude comprobar que no había sido ni un mandadero ni un mentor de beatas, sino un tremendo fustigador de obispos feudales y depravados, que decía cossas de este tenor:
"El obispo de nuestro (primer tercio del siglo XIII)es como Balaam, que estaba sentado sobre la burra que veía al ángel, al que Balaam no podía ver...Pero el pueblo sencillos, creyendo rectamente, obrando bien, ve al Angel del buen consejo, ama y conoce bien al Hijo de Dios" (Sermones, Padua, 1895, p.115. "La gloria de nuestra conciencia depurada en el crisol de nuestro propio examen. Este es el sitio para el oro, no la lengua de los hombres, que si en ella se funde el oro, se consume"(p.292). "El siervo que reina es el Prelado sievo del pecado, engreído con espíritu de soberbia, una mona en el tejado, presidiendo al pueblo de Dios"(p.348).
"El verdadero José, Jesucristo, es vendido hoy por los negociantes Arzobispos y Obispos y demás prelados de la Iglesia"(p.392). Samaría es la Iglesia, cuyo novillo, o sea, el Prelado lascivo y petulante que avanza con el cuello extendido y la barriga echada para adelante, ha sido arrojado por el Señor" (560). "El pastor que abandona al rebaño que le ha sido encomendado, es un ídolo en la Iglesia, porque es un Dagán (ídolo de los filisteos) al lado del Arca del Señor, que no tiene más que la apariencia, no la verdad. ¿Para qué ocupa, pues, un sitio?" (p. 918).
San Antonio, cuando decía estas cosas, era un franciscano muy joven (murió a loa 36 años). No fue sancionado, sino canonizado por Gregorio IX un año después de su muerte. (Murío el 13 de junio de 1231. La canonización tuvo lugar el 30 de mayo de 1232). La Iglesia en la historia, ha sido siempre una realidad muy compleja, llena de contradicciones.