La democracia en Rousseau I

Introducción
Con Voltaire termina el mundo antiguo y con Juan Jacobo Rousseau comienza un mundo nuevo. El principio de la libertad moderna ha nacido con él. Y este es precisamente el objeto de su libro El contrato social que tanta fama le ha proporcionado. Es el mayor pensador de todos los filosofos del siglo XVIII. Amante de la libertad destaca notablemente entre los defensores de la doctrina democrática.
El vigor que le caracteriza se lo ha infundido a la libertad y a la democracia que han nacido con él. Pero el autor de El contrato social, más que ponerse al nivel de la sociedad en que vive, perfila el nivel del verdadero intelectual que intenta contrarrestar los errores de la sociedad e imprimirle un aristocratismo que se identifica con lo que se ha considerado un "sueño social".
Hoy que tanto se habla de alienación y de alienados Rousseau combate a la criatura alienada que no sabe valorar ni hacer suya la libertad ni la democracia.
I
Objeto del libro
El hombre ha nacido libre, pero vive en todas partes encadenado. Ni siquiera el que se considera amo es menos esclavo que los demás. ¿Cómo ha podido operarse este cambio? ¿Qué es lo que puede imprimirle cierto sello de legitimidad? Cree poder resolver esta cuestión.
Si no atendiendo más que a la fuerza y a los efectos derivados de ella diría: "En tanto que un pueblo está obligado a obedecer y obedece, hace bien; tan pronto como puede sacudir el yugo, y lo sacude actúa mejor todavía, pues recobrando su libertad con el mismo derecho con que le fuera escamoteada, prueba que fue creado para su disfrute como un derecho. De lo contrario, no fue digno jamás de disfrutarla".
Pero el orden social supone un derecho sagrado que sirve de base a todos los otros. Sin embargo, ese derecho no es un derecho natural: se funda en convenciones. Se trata, pues, de saber cuáles son dichas convenciones. Antes de llegar s este punto quiere dejar claro lo que ha anticipado.
II
De las primeras sociedades
La más antigua de todas las sociedades, y la única natural, es la familia. No obstante, los hijos no permanecen ligados a los padres más que durante el tiempo que necesitan de su cuidado para conservarse. Tan pronto como esta necesidad acaba, este lazo natural se disuelve. Los hijos exentos de la obediencia que debían al padre y este exento de los cuidados que debía a los hijos entran todos a gozar igualmente de cierta independencia. Si continúan juntos, no es ya forzosa y naturalmente, sino voluntariamente, y la familia misma no pervive más que por convención.
Esta libertad común es una consecuencia de la naturaleza del hombre. Su primera ley es velar por la propia conservación; sus primeros cuidados son los que se deben a él mismo. Llegado a la edad de la razón, siendo el juez exclusivo de los medios adecuados para conservarse, se convierte en su propio dueño.
La familia se convierte en el primer modelo de todas las sociedades políticas:
el jefe es la imagen del padre; el pueblo la de los hijos, y todos, habiendo nacido iguales y libres, no alienan su libertad más que por cierta utilidad. Toda la diferencia radica en que en la familia el amor del padre hacia sus hijos le recompensa de los cuidados que le dispensa, en tanto que en el Estado es el placer de mandar lo que reeplaza a ese amor que el jefe no siente por su pueblo.
PD. A propósito del autor de hoy quiero hacer saber a los lectores que su libro El contrato social que comentamos fue el libro más importante del siglo XVIII, como lo fue El Capitalde Karl Marx en siglo XIX y La Rebelión de la masas de J. Ortega y Gasset en el siglo XX.
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Puede verse un estracto del progran del partido el 14 de mayo y el programa completo el 6 de mayo. Basta con retroceder un poco.