Joxé Azurmendi: palabra y ser
| José Arregi
Vengo a expresarte, amigo Joxé, mi gratitud y admiración silenciosas que vienen de lejos.
Has poseído cualidades extraordinarias: pensador agudo, orador brillante, escritor prolífico. Acicate de la reflexión, inspirador de la acción, compañero delicado del ser humano de carne y hueso lleno de contradicciones, impulsor animoso de una sociedad hecha de vida palpitante y de instituciones asfixiantes. Siempre atento, en búsqueda, en camino. Siempre dispuesto y cercano. Enhorabuena y gracias, Joxe, por el legado que nos dejas, tan copioso como crítico, tan provocador como benéfico.
Te autodefiniste con una palabra: vasco. Lo has sido de arriba abajo y lo has cultivado en cuerpo y alma. Te diste como misión encarnar el alma del euskera en tu ser y en tu praxis, y te has dedicado plenamente, y solo en euskera, a crear cultura, pueblo, sociedad, paz. A crear “lo vasco”.
Se equivocaría gravemente, sin embargo, quien pensara que “lo vasco” te hubiera llevado a encerrarte en ti mismo, en lo tuyo propio. No hay más que mirar tu trayectoria biográfica, bibliográfica, geográfica, lingüística. “Lo vasco” te ha empujado a los pueblos y lenguas del mundo, a cruzar fronteras, a ser cosmopolita como pocos, a hacer tuyas (¡y en qué grado!) otras lenguas (español, italiano, francés, inglés, alemán...). Has sido vasco de raíz y es tu raíz vasca la que te ha convertido en ciudadano universal. Optaste por escribir solo en lengua vasca, pero no porque menospreciaras las demás lenguas, sino por ser el euskera tu raíz y aliento, y por ser el vasco una lengua aplastada. Hiciste opción por la raíz, por el aliento, por la liberación, en favor de todos los oprimidos y vencidos. Son, en efecto, el aliento y las raíces los que nos hacen uno con el otro en el aire común, en la tierra común de todos.
Has sido un hombre ilustrado, asombrosamente ilustrado en saber y en sabiduría, en conocimiento y en inteligencia. Un hombre despierto de la Ilustración, liberado desde muy joven de creencias supersticiosas, de tabúes, de viejos sistemas eclesiásticos y estatales. Pero no has erigido ningún altar a la Ilustración moderna. Te ha guiado la razón crítica, pero nunca has olvidado que también la razón, por ilustrada que sea, está hecha de muchas fuentes y senderos, como las fuentes y senderos de Arantzazu, e igualmente de Atenas, París o Colonia; nunca has olvidado que la razón no es “pura” razón, ni es origen exclusivo de sí misma ni es enteramente dueña de sí, sino que es siempre una razón derivada y en camino, derivada de algún lado y en camino a algún lado, y que en su camino no la iluminan solamente las matemáticas puras y las verificaciones comprobadas en laboratorios, sino también el mito y el pathos, las artes, la música y el poema, lo inefable y el silencio.
Sabías bien que incluso la luz que nos hace vivir en todo momento, la luz que estalló como chispa en el “principio” de este universo y de todos los demás –antes de todo principio, no se sabe aún exactamente cómo–, la luz tan sutil que sigue estallando en el corazón de cada estrella y de cada hoja, está arraigada también ella en la materia-matriz eterna. Que al igual que todos los seres, tampoco nosotros, los “animales humanos”, subsistimos enteramente en nosotros mismos, que somos inseparablemente creadores de cuanto es y a la vez criaturas de cuanto es, iluminadores de todo y a la vez iluminados por todo. Que siempre tenemos raíces más allá de nosotros. Tú has sido, Joxé, un hombre tan ilustrado como arraigado. Tan arraigado como el monte Aizkorri, las hayas de Beunde, las escarpas y el espino albar de Arantzazu. Tan arraigado como la lengua que te habitaba, como el pueblo que has respirado. Tan arraigada como la Madre Tierra rotatoria arraigada en el aire. El haber sido tan arraigado e ilustrado te ha hecho tan humilde y sencillo.
Has sido un creador admirable a través de la palabra. Creador de la palabra y creador a través de la palabra. Palabra convertida en ser. Conocías bien el reiterado estribillo del poema mitológico de la creación en el libro del Génesis: “Dios dijo (...) y así fue”. Así como la sentencia del poema gnóstico-místico con que se abre el evangelio de Juan: “La palabra se hizo carne”. En ti veo encarnados ambos poemas de la creación, judío el uno, cristiano el otro, universales los dos en su respectiva particularidad, como lo son todos los poemas, como lo has sido tú mismo, tan particular y tan universal.
Gracias, Joxe, por tu reflexión sobre el fenómeno religioso. Resplandecen en ella la agudeza crítica de la luz y el aliento sereno de las raíces profundas. Te has confesado como “hombre de fe sin fe”. Es decir, hombre de fe sin creencias en dogmas. No creías en ningún absoluto objetivado ni en ninguna verdad categórica. Pero tenías fe en el albor de la luz que despunta cada mañana en el horizonte y en la belleza que te conmovía. Tenías fe en el ser humano, “argonauta de nave frágil”, en el peregrino que acude a los templos en busca de refugio, en el prójimo compasivo que se acerca al herido. En la palabra, en el monólogo y en el diálogo, en la escucha y en la respuesta. Tenías fe en la verdad honestamente buscada y en el bien practicado, más allá de cualquier ideología y ortodoxia, de cualquier credo y sistema, religioso o laico, premoderno, moderno o posmoderno. Sintonizabas con la crítica dirigida a la religión por Feuerbach, Marx y Freud, pero sin nunca afirmar que la religión no sea más que pura alienación, puro y simple resultado de las innumerables ignorancias, ilusiones, miserias y pseudo-proyecciones individuales y colectivas como padecemos los seres humanos. Has sido para ti inspiradores y compañeros de camino Tales de Mileto, Heráclito, Pitágoras y Sócrates, Confucio, Laozi y Buda, Jesús de Nazaret y el hermano poverello Francisco de Asís. Y Nietzsche. Has bebido de todas las fuentes, viejas y nuevas.
También tenías fe, o admiración y pregunta, en la hondura sin fin del universo infinito. Tal era en el fondo tu “Dios”, como lo fue el de Spinoza el precursor: la creatividad inagotable del cosmos eterno, la creatividad que hace ser a todo lo que es y a la que todo lo que es hace ser. El teísmo tradicional te parecía tan absurdo como el ateísmo imperante entre nosotros, un ateísmo que no se deja conmover de admiración ante lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande, un ateísmo que demasiado a la ligera se desentiende de los anhelos y de las preguntas de los seres humanos.
En ese mismo sentido entendías también, me parece, la muerte y lo que llamamos “post-muerte”. Hace tiempo que superaste los antiguos mitos hindués, platónicos y judeo-cristianos –creencias en la reencarnación, en el alma inmortal y en la resurrección–, pero sin dejar de preguntarte a ti mismo y a todos si el leve vestigio de cada uno de nosotros, hecho uno con todo, no permanecerá eternamente en el universo eterno, en la memoria de todo lo que es.
Has pasado, pues, más allá de este mundo de nuestras coordenadas. Tú eres ya libre, nosotros seguimos siendo compañeros de viaje en tu camino. Nos dejas una bella cosecha de palabra y de ser, y las trazas marcadas en el campo de cultivo para que sigamos siendo y sembrando. Descansa en el eterno presente. Y a nosotros, navegantes de nave frágil, acógenos contigo en el principio de la palabra y del ser, más allá del tiempo, de la competición, del cansancio. También nosotros te llevaremos en la memoria durante el breve tiempo que nos queda, hasta que el paso de la muerte nos una contigo y con todo. Hasta siempre. José Arregi, Aizarna, 11 de julio de 2025
www.josearregi.com
Joxe Azurmendi – breve cronología
• Nació en Zegama en 1941. Falleció en Donostia-San Sebastián el 1 de julio de 2005 (84 años).
• 1950: ingresa en el Seminario Franciscano de Arantzazu (3 años); de allí a Forua (2 años), a Zarautz (año de noviciado), a Olite (3 años, filosofía), a Arantzazu (4 años, teología: 1959-1964). Recibe la ordenación sacerdotal.
• 1959: se incorpora al grupo JAKIN.
• 1964: profesor de latín y euskera en el Seminario de Forua.
• 1965-1978: reside en Alemania. Dedicado a los estudios, a la enseñanza, a la escritura. Viaja por Europa.
• A partir de 1978: entre Donostia-San Sebastián y Alemania.
• 1981: Abandono de la Orden Franciscana y del sacerdocio. • 1981-2014: Profesor de la UPV. • Ha publicado 42 libros y más de 600 artículos.