Allah, Dios del Islam, y Dios cristiano. Una razón para ir a Cuenca


1. Sahada
En sí, la confesión de fe del Islam no incluye la existencia de un pueblo separado (como el judaísmo), ni la revelación del Cristo, Hijo de Dios (como el cristianismo), sino la existencia un único Dios que ha revelado su voluntad por Muhammad. 1. Sólo Allah es Dios, sin asociados ni competidores. 2. Muhammad, profeta verdadero, ha revelado la exigencia de sumisión universal a Dios. Estos dos artículos han sido fijados en la sahada, confesión de identidad musulmana. Muhammad pensó primero que su anuncio era el mismo de judíos y cristianos, creyentes del Libro, representantes de la 'religión eterna', revelada por Dios a través de sus profetas. Pero después fue descubriendo las diferencias. Así, el movimiento, que había empezado como reforma en el espacio de las religiones del Libro, vino a convertirse en religión distinta, bien organizada.
2. Punto de partida. La piedad religiosa.
Los primeros musulmanes habían orado hacia Jerusalén, como los judíos. Después miraron a la Meca, con su Mezquita de Dios. Jesús había dicho (Jn 4, 21-26) que no importa el lugar, sino la forma de adorar a Dios en espíritu y verdad. Eso lo sabía también Muhammad cuando presentó su religión como un camino de vida integral, que, desde la fe y el servicio a los necesitados, por la oración y limosna, culmina en la fidelidad y paciencia:
La piedad no estriba en que volváis vuestro rostro hacia Oriente u Occidente (= Jerusalén o la Meca), sino en 1. creer en Dios y en el último día, en los ángeles, en la Escritura y en los profetas,2. dar de la hacienda, por mucho amor que se le tenga, a los parientes, huérfanos, necesitados, viajeros, mendigos y para liberar esclavos,3. hacer la azalá (oración) y dar el azaque (limosna),4. cumplir los compromisos contraídos, 5. ser pacientes en el infortunio, en la aflicción y el tiempo del peligro (Corán 2, 177).
La dirección de la plegaria importa menos que esos elementos de la vida musulmana, que contienen los pilares de su religión (faltan ayuno y peregrinación, como veremos en el capítulo siguiente). Esenciales son los dos primeros: 1. El Islam es fe (= creer), aceptación de un misterio superior, que se condensa en cinco elementos de valor desigual, pero implicados: Dios y el juicio, ángeles, escritura y profetas. 2. El Islam es amor (= dar), que se dirige en primer lugar a la familia y luego a una gama de marginados o excluidos de la sociedad, divididos también en cinco grupos de personas: huérfanos, necesitados, viajeros-emigrantes, mendigos y esclavos.
3. Sahada, principio: "no hay más dios que Allah".
El texto anterior (cf. Corán 2, 177) ponía la fe en la base de todos los deberes, distinguiendo en ella cinco objetos: el primero es Dios, el último los profetas; entre ellos queda el juicio (último día), vinculado al anuncio profético, la Escritura o Corán (que recoge ese anuncio), y los ángeles, que son signo de Dios y ministros de su acción profética. En sentido estricto, esos cinco objetos de fe pueden condensarse en el primero y el último: creer en Dios (misterio en sí, realidad absoluta) y en sus Profetas (en especial en Muhammad). De esa forma, los musulmanes han universalizado y simplificado la confesión judía, condensando proféticamente aquello que los seguidores de Jesús habían expandido en el artículo segundo y tercero del Credo (Creo en Jesucristo, Creo en el Espíritu Santo) El credo o sahada de los musulmanes contiene dos artículos
− La ilaha illa Allah: no hay más dios que Allah, no hay más divinidad que el Divino. Esta frase puede entenderse también en sentido metafórico, como si dijera: "no hay más poder, agente o realidad que El Poder, Agente, Realidad". De esta forma s establece la Unión originaria de las cosas, pues lo Divino es en el fondo Todo. Moisés supo que hay Dios frente a los ídolos, Jesús le descubrió como principio de amor (Padre). Muhammad le concibe como Acción Pura de todo lo que actúa: está arriba, totalmente separado; pero, al mismo tiempo, se halla dentro de cada cosa, como Realidad de toda realidad. Por eso, los humanos no pueden refugiarse en nada, ni en Ley ni en Cristo, sino sólo en Dios.
− Wa anna Muhammad rasulullah: y Muhammad es el profeta de Allah. Estrictamente hablando, esta palabra debería ser innecesaria, porque Dios existe y actúa inmediatamente en cada cosa. Sin embargo, los hombres han corrido el riesgo de ocultar su presencia, confundiéndole con ídolos. Por eso han sido necesarios los profetas: Moisés que ha destacado la diferencia de Dios; Jesús que ha insistido en su amor; Muhammad que ha dicho lo que era y se sabía desde siempre, que el conjunto de la realidad existe y crece (o se destruye) en lo divino.
El musulmán, sometido a Dios, no tiene que hacer ni sufrir nada especial, sino dejar que Allah fluya, fluyendo con él, permitiendo así que viva en nuestra vida. La Verdad es Allah y nosotros, como Muhammad, sus siervos o, a lo más, sus mensajeros y por ello debemos gozarnos. No somos independientes, pues no existimos por nosotros mismos, ni tampoco en virtud de las cosas del mundo, sino en Dios, cada uno a su manera. Así podemos afirmar que la sahada o confesión musulmana significa "la inmersión absoluta en el tawhid, que es en la unidad y unicidad de Allah". Ciertamente, los musulmanes siguen arrastrando los 'ídolos' del mundo, las mentiras y quimeras de la historia, pero quieren liberarse de ellas. "Ídolo dentro del Islam es todo aquello que no es Allah... Llegar a ese vacío en el cual sólo quede Allah, es decir, que no quede nada junto a Allah, este es el propósito del musulmán que quiere estar libre". Cf. A. M. Maanán, La Shahada, webislam.com/00¬¬¬¬_5/Artículos 4; A. Aya, Nueva Metafísica de Al-Andalus, Junta Islámica, Córdoba 2000, 81-98.
La función de la sahada es mostrarnos que no hay más Dios ni realidad que lo Divino (Allah), de forma que sólo en él alcanzamos nuestra verdad y superamos la muerte. Muchos musulmanes han afirmado que este primer artículo podría explicarse y aceptarse por razón: la filosofía sería capaz de remontarse al ser divino. Pero, de hecho, el creyente acoge a Dios y afirma su existencia por revelación. La sahada no ofrece ni pide un pensamiento más claro sobre el fondo del ser, sino un sometimiento, no le dice al creyente que descubra a Dios por argumentos, sino que acoja de hecho su manifestación y presencia gratuita, en obediencia a su Corán, sobre todas las demostraciones. Dios es misterioso, pero no necesita un nombre impronunciable, como el YHWH israelita. Es origen de todo, y en algún sentido se le puede llamar 'Padre', pero resulta mejor evitar ese nombre, para no entenderle como masculino, engendrador biológico de dioses o superhombres (como quieren los cristianos). Dios es totalmente Distinto, siendo Realidad de todo lo que existe, como muestra los 99 nombres que le atribuye la tradición musulmana. Así dice Muhammad:
− Vuestro Dios es un Dios Uno. No hay más dios que Él, el Compasivo, el Misericordioso. En la creación de los cielos y de la tierra, en la sucesión de la noche y el día..., en el agua que Dios hace bajar del cielo, vivificando con ella la tierra... hay ciertamente signos para gente que razona. (2, 163-166).
Desaparecen las mediaciones y así conocemos de inmediato al Dios desconocido, como única Realidad que se expresa y actúa en todo lo que existe. No hace falta una cadena de causas o razones que nos lleven a encontrarle desde el mundo, pues Él está y se expresa de un modo directo en cada uno de sus seres (cielo y tierra, noche y día...), para aquellos que saben mirarlas.
− ¡Dios! No hay más dios que Él, el Viviente, el Subsistente. Ni fatiga ni sueño le vencen. Suyo es lo que hay en cielos y tierra... Él es el Altísimo, el Grandioso. − No cabe coacción en religión, pues ha quedado clara la buena dirección y el extravío. Quien niegue a los ídolos y crea en Allah se habrá aferrado a lo más seguro…
− Allah todo lo oye, todo lo sabe; Allah es amigo de los que creen, les (2, 255-257).
Este es el centro de la confesión musulmana, en la que Dios emerge como Realidad total, que sostiene y alimenta todo lo que existe, llevando al límite el mensaje israelita de Ex 3, 14 (¡Soy el que Soy!: el que hago ser) y Ex 34, 4-6 (Dios es clemente y misericordioso). Por eso, sabiendo que no hay más Poder que Dios, debe añadirse que no cabe coacción en religión, pues ello implicaría ponerse en su lugar, imponer su presencia. Emerge así la paradoja del Islam: no hay coacción, pues sólo Dios actúa (cf. 27, 59-64), pero debe mantenerse un tipo yihad o decisión sagrada, para defender a los creyentes o ayudar a creer a los infieles.
4. Sahada, expansión: "y Muhammad es profeta de Allah".
En sentido literal, este segundo articulo es muy sobrio y puede compararse con su equivalente judío (Moisés profeta-legislador) o cristiano (Jesús-profeta-Hijo). Pero el judaísmo acentúa el valor del pueblo (más que Moisés importa Israel y su pacto con Dios) y los cristianos el de Jesús divino. Los musulmanes, en cambio, destacan a Muhammad como profeta. Esta sobria afirmación incluye todo el mensaje y práctica de vida musulmana: confesar a Muhammad profeta de Dios supone aceptar lo que él ha revelado: el Corán, con la sharía (o ley social), la experiencial de Dios y el compromiso social de la comunidad sagrada ('Umma). De Muhammad profeta trató el capítulo anterior. Aquí añadimos sólo algunos textos que nos ayudan a entender su figura.
En principio, Muhammad había sido enviado a la Meca, como profeta de su gente. "Así es como te revelamos un Corán árabe, para que adviertas a la Ciudad y a los que viven en sus alrededores y para que les prevengas contra el Día indubitable de la Reunión o Juicio" (42, 7). Esa referencia sigue siendo básica, pero Muhammad descubre pronto su misión universal: "Te hemos enviado como nuncio de buenas noticias y como anunciador para todo el género humano, aunque la mayoría de los hombres no saben" (34, 28). Por eso ha tenido que abrirse de la Meca al mundo y su mensaje de juicio se ha vuelto de algún modo 'evangelio': "Te hemos enviado como misericordia [expresión de la bondad de Dios] para todo el mundo" (21, 107). Es 'señal' definitiva: "Quien obedece al Enviado obedece a Dios" (4, 80). Muchos le llaman poseso, mentiroso, hechizador (68, 51; 35, 25;17, 4); dicen que inventa los textos del Corán, los manipula a su servicio como un falso vidente (cf. 16, 101-103; 21, 5-9; 25,4-10). Pero él se defiende, defendiendo su mensaje:
Juro por lo que veis y por lo que no veis, que ciertamente (el Corán) es la palabra de un noble Enviado y no la palabra de un poeta o adivino... Es una revelación que procede del Señor del universo (69, 38-43).
Cuando más desaparece la acción personal de Muhammad más emerge y destaca Dios en su vida, de forma que ambos realizan una misma acción sagrada "Cuando Dios y su Enviado han decidido un asunto, ni el creyente ni la creyente tienen ya opción en ese asunto. Quien desobedece a Dios y a su Enviado está evidentemente extraviado" (33, 36). Por eso, Muhammad 'es sello de los profetas' (33, 40), que en él culminan: "Dios y sus ángeles bendicen al Profeta. ¡Creyentes! Bendecidle vosotros también y saludadle como se debe. A quienes molestan a Dios y a su Enviado, Dios les ha maldecido en esta vida y en la otra les ha preparado un castigo humillante" (33, 36-37). Muhammad queda por tanto unido a Dios por ser profeta y sobre todo porque ha visto y revelado su Escritura, haciendo de ella un Corán árabe, que expresa el saber de Dios, contenido en la Madre del Libro (= Libro Matriz, Libro eterno, voluntad de Dios), que revela el principio y Verdad de todo lo que existe (cf. 43, 2-4):
5. Conclusiòn
La sahada, proclamada en árabe desde los minaretes y repetida en oración por millones de fieles, condensa la fe musulmana y fundamenta la unidad de los humanos. Ella sola ratifica la sumisión religiosa y define a un hombre (o mujer) como musulmán, pues no hay en el Islam rito de entrada como la circuncisión judía o el bautismo cristiano. Los musulmanes piensan que el Islam no es una religión, sino 'la religión sin más', mientras que judaísmo y cristianismo constituyen revelaciones particulares y limitadas. Pero la misma confesión musulmana (no hay más dios que Allah) incluye un mediación humana (y Muhammad es su profeta). Más aún, al pedir a los hombres que 'crean en Dios y en su enviado', Muhammad se sitúa cerca del Jesús de Juan, que pide a los fieles que crean 'en Dios y en su enviado Jesucristo'. El shema judío aludía expresamente al pueblo(= escucha Israel...). El credo cristiano culminaba en la confesión de la unidad de los creyentes (= creo en la Iglesia...). Nada de ello es necesario en el Islam y, sin embargo, eso y mucho más está incluido: la confesión somete a los creyentes bajo la mano poderosa de Dios y su enviado.
6. Programa del Curso de Cuenca
Jueves, 15 de marzo (tarde)18:00-18:30 Presentación del curso
18:30-19:45 Situación actual
Isabel Gómez Acebo
Universidad de Comillas
Víctor Pallejà
Universidad Alicante
20:00-21:15 Experiencia de Dios
Victorino Pérez
Universidad de la Coruña
Yaratullâh Monturiol
Especialista en hermenéutica coránica
Viernes, 16 de marzo (tarde)
17:00-17:15 Hombre y mujer
Lucía Ramón
Cátedra de las Tres Culturas
Asma Lamrabet
Especialista en feminismo islámico
18:30-19:45 Justicia y solidaridad
Ángel Galindo
Universidad Pontificia de Salamanca
Tariq Ramadán
Universidad Oxford
Sábado, 17 de marzo (mañana)
10:30-11:45 El Poder
José María Castillo
Universidad de Granada
Nasredîn Peyró
Universidad Sevilla
12:00-13:15 Religión y razón
Xabier Pikaza
Investigador
Abdelmumin Aya
Doctor en Filosofía
13:15 Acto de Clausura
Información e Inscripciones:
Vicerrectorado de Extensión Universitaria
Unidad de Extensión Universitaria
Edificio Antonio Saura,
Camino del Pozuelo s/n, 16071 Cuenca
Teléfono: 902 204 100 Ext. 4019
969 179 134
Inscripciones hasta el 12 de marzo de 2007