1ª Bestia: El poder político/militar (Ap 13, 1-10).

El día 19 presenté el tema de las tres “bestias” o poderes perversos (dos machos, una hembra) del Apocalipsis y hoy retomo ese motivo, evocando la primera Bestia, que es el poder Polítíco/Militar. Para introducir el tema quiero recordar algunos motivos:



1. Para el Apocalipsis los tres poderes son estos: el político/militar, el ideológico y el económico
. Este motivo se puede comprar con los tres poderes de Montesquieu: legislativo, ejecutivo, judicial; no sé qué esquema es mejor. Será bueno tener en el fondo lo que dije al tratar de Th. Hobbes, cuando hablaba de las Dos Bestias (Leviatán y Behemot), que está en una línea más bíblica (y quizá más certera) que la del ingenuo Montesquieu.



2. Para los griegos, los política es el arte y ciencia de vincular en humanidad a los hombres libres, como lo mostraron Platón y Aristóteles en sus libros; para los romanos, la política era el arte de la justicia y el orden social. Los judíos (y muchos primeros cristianos, como el autor del Apocalipsis), vieron la gran política de los imperios como principio diabólico de destrucción. Queda abierto el tema de saber si las dos visiones son complementarias… y cuál es más certera.



3. La Iglesia católica en su conjunto, en el campo de la política, ha seguido la línea más greco-judía que bíblica (aunque en la Biblia hay también visiones distintas, que se oponen de algún modo a la del Apocalipsis, como la de Pablo en Rom 13).



4. Quiero que este tema se vincule al tema del “pecado contra el Espíritu Santo” (Mc 3, 28-30, tratado ayer) y al de la “exclusión” (Ap 22, fuera los perros) del día 14.



5. Me alegran todos los comentarios, pero me gustaría que se distinguieran planos. Para el análisis y discusión del texto hace falta algo de “ciencia”, es decir, hay que estudiar con cuidado los textos (sea el de Marcos, sea el del Apocalipsis). En este plano no se trata de “opinar” sino de estudiar y saber lo que dice el texto (por ejemplo ayer, sobre Mc 3, 28-30). Sólo después de estudiar el texto (que tiene diversas perspectivas) se puede opinar, que la opinión es libre (yendo, incluso, si se quiere, en contra de lo que dice Marcos o el Apocalipsis). Solo se puede opinar sobre el chino, sino primero se aprende el chino. Lo mismo digo aquí: primero hay que saber algo del Apocalipsis, guste o no (en plano simbólico, literario, històrico...). Sólo después se puede opinar y, si hace falta, oponerse al profeta Juan (como ha hecho casi siempre la Gran Iglesia).



6. Un ejemplo: para Ap 13 la primera Bestia es el poder político/militar (representado entonces por Roma). Uno puede estar en desacuerdo, y decir que el poder político/militar no es el más importante, ni es bestial... y puede tener buenas razones para decirlo (puede decir que políticos y militares son hermanitas de la caridad, o que reinan como Caudillos o Reyes por la Gracia de Dios, siendo Defensores de la Fe, como la Reina de Inglaterra). Pero primero, en este caso, el comentarista ha de saber por qué dice el Apocalipsis que los Jefes del poder Político-Militar estan unidos y por qué son la Primera Bestia (signo y presencia de Satán). Sólo sabiendo eso se puede añadir: ¡Pues no, el Apocalipsis no tiene razón! (eso es lo que ha dicho, de hecho, casi siempre, la Iglesia Católica, que mantiene al Apocalipsis en su canon, pero que cree que su mensaje no es verdadero o lo espiritualiza hasta hacerlo irreconocible).



7. Otro ejemplo. Uno puede pensar hoy que políticos y militares están en campos muy distintos, que no forman un poder unido, sino que el único poder es el de los ciudadanos libres... etc, Pero si quiere discutir el tema tiene que ver primero las razones del Apocalipsis, que pensó que en Roma, de hecho, políticos y militares iban unidos: el Emperador era Rey, Primer Ministro y Jefe del Estado Mayor Militar (con Cruz Solar: signo de Dios).



Texto: La primera Bestia



Ap 13 1Y vi subir del mar una Bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas, con una diadema en cada cuerno y un título blasfemo en cada cabeza. 2La Bestia que vi se parecía a una pantera; tenía patas como de oso y fauces como de león. El Dragón le dio su fuerza, su trono y su inmenso poder. 3Una de sus cabezas parecía haber sido herida de muerte, pero su herida mortal estaba ya curada. La tierra entera corría fascinada tras la Bestia. 4Entonces adoraron al Dragón, porque había dado su poder a la Bestia y adoraron también a la bestia, diciendo:

-¿Quién será como la Bestia y podrá luchar contra ella?

5Y se le dio una boca que profiere arrogancias y blasfemas, y poder para actuar durante cuarenta y dos meses. 5Y abrió su boca para proferir blasfemias contra Dios, contra su nombre, contra su tienda y contra los que habitan en el cielo. 7También se el concedió hacer la guerra contra los santos y vencerlos; y se le otorgó poder sobre las gentes de toda raza, pueblo, lengua y nación. 8Y le adoraron todos los habitantes de la tierra, a excepción de aquellos que desde la creación del mundo están inscritos en el libro de la vida del Cordero degollado desde el comienzo del cosmos. 9Quien tenga oídos, que escuche esto:

10Quien esté destinado al cautiverio, vaya al cautiverio;



Quien deba morir al filo de espada, muera al filo de la espada.

11¡Esta es la resistencia y fidelidad de los creyentes!




1. Visión



Junto a la arena del mar primordial se ha colocado el Dragón furioso (12, 18), en signo que cierra la escena anterior (12, 1-18) y abre la nueva (13, 1-10). Por evocación mágica y llamada perversa, sube de allí la gran Bestia. Sabemos que el mar, imagen del abismo, significa para los judíos y cristianos primitivos la tierra de occidente: desde la colina de Patmos, donde escribe el autor de Ap, se descubre hacia oriente la tierra de Asia (hogar de la Segunda bestia:13, 11) y hacia occidente el mar grande, insondable de Roma, de donde proviene la Primera Bestia, que ahora podemos evocar desde tres niveles:



– Desde la historia simbólica israelita, esta es una visión "literaria", elaborada con imágenes de profecía y poesía bíblica. Todo se puede entender a ese nivel, como saben los comentaristas del pasaje.



– Desde la experiencia histórica de Juan, desterrado en Parmos, esta Bestia es signo del poder que quiere volverse absoluto. La historia del mal se repite, monótona y fiel a sí misma, desde antiguo.



– Desde los imperios posteriores de opresión sistematizada. Miles y miles de lectores a lo largo de los siglos han buscado en el Ap (y especialmente en este texto) la respuesta a sus terrores, sobre todo en el mundo anglosajón. Por recordar sólo algunos acontecimientos y personas bien recientes, esta bestia ha aparecido como signo de Hitler y de Stalin, de poder soviético o del imperialismo de USA, conforme al lugar donde cada uno se sitúe para interpretarla. No es que Juan hable de ello, pero su texto nos permite entrar con más lucidez en las constantes del mal de la historia.



Las bestias políticas





Las bestias que Ap(=el Apocalipsis) presenta como signo político han sido desde antiguo una figura literaria empleada en la propaganda, sea a favor del ser humano (Bestia buena) o sea en contra (Bestia pervertida). Aquí poemos recordar dos obras que han destacado el carácter bestial de la realidad (e historia humana). Ellas pueden servirnos para situar al contraluz las Bestias del Ap



– Gigantes imaginarios. Las Bestias contra las que quiere luchar D. Quijote son monstruos imaginarios que amenazan a los humanos:"ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla..., que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la haz de la tierra" (Cervantes, Don Quijote 1, 8). Por el contrario, las Bestias de Ap 13 son bien reales, pero no se puede combatir contra ellas por la espada, como quiere don Quijote.



– Ballena de delirio. H. Melville, en su Moby Dick, hace que el capitán Ahab luche contra la Bestia, la Ballena Blanca donde ha visto encarnados los males del mundo. Esa ballena aparece como "el gran demonio de los mares de la vida", expresión de todas las perversiones. Al final del libro, tenemos la impresión de que capitán y ballena se identifican, en odio y amor, sobre un mar demoníaco. No hay humor como en Cervantes, no hay posible salvación contra el delirio de las propias fuerzas bestiales.



Los gigantes de Cervantes y la ballena de Melville son figuras limitadas del mal, interpretado en forma literaria. Por el contrario, las Bestias de Ap 13 presentan un análisis completode la pervesión social y política del mundo. Ap nos lleva más allá de la literatura al lugar de la fatalla primordial. Sobre el imperio romano en relación con Ap cf: S. R. F. Price, Rituals of Power: The Roman Imperial Cult in Asia Minor, Cambridge UP 1984; L. L. Thompson, The Book of Revelation: Apocalypse ande Empire, Oxford UP, New York 1990



3. La gran perversión



Juan ha descubierto la perversión final de la historia. Hasta ahora (dentro de la literatura judía) no existía el mal completo, la opresión definitiva, el riesgo de un mundo que se cierra en círculo de muerte, en formas de autodivinización. Había máquinas sacrales destructoras, pero más pequeñas, como había podido anticipar Daniel 2 y 7 (con 1 Henoc, 2 Baruc y 4 Esdras). Pues bien, Juan (el autor de Ap) ha visto la Gran Bestia de la perversión imperial del mundo: existe sobre el mundo un poder que puede divinizarse a sí mismo y esclavizar bajo su garra a todos los vivientes (simbolizados en este caso por los amigos del escritor-profeta)..

Esta imagen de la Bestia perdura y se repite de algún modo en todos los imperios perversos de la tierra. Por eso es normal que los lectores posteriores del Ap la apliquen a los varios poderes del mal ya evocados o a otros semejantes (capitalismo, manipulación genética, mental, ideológica etc). El mismo lector puede analizar la historia (nacional, internacional, cristiana y pagana) con las categorías de perversión bestial que ofrece Ap 13. Le ofreceré para ello unas breves indicaciones, destacando las palabras principales del texto, entendidas desde la perspectiva imperial de Roma, a la que está criticando de un modo directo el autor de nuestro panfleto:



Una bestia con historia



Esta Bestia de Ap 13, 1-10 condensa los rasgos de los viejos imperios de Daniel 7, 4: leopardo, oso, león... (cf. Ap 13, 2). Ella es el poder en desmesura, transformado internamente en principio de muerte, es el Estado que intenta volverse absoluto (diósele poder sobre las tribus y los pueblos, las lenguas y las gentes: 13, 7), haciéndose antítesis del Hijo del humano de Daniel, que es el signo de la humanidad pacífica, a la quien Dios había dado el poder bueno sobre todos los humanos (Dan 7, 14).



El poder de esta Bestia de Ap 13 está manchado: brota del Dragón, desconoce a Dios y quiere hacerse dueño de la vida, llamarse Señor ser adorado (cf. Ap 13, 4.8). Su mismo nombre (la Bestia pretende llamarse a sí misma Estado salvador, fuerza divina) es blasfemia contra el único Dios y Salvador. Es normal que persiga a los "santos" que no aceptan su poder, es decir, a los hombres y mujeres que viven la libertad del evangelio: les tiene miedo; sabe que está vencida y ellos son los vencedores. Vive de la muerte: hace guerra y mata. Tal es su aparente victoria.



Ella dura el tiempo de crisis final de este mundo (cuarenta y dos meses: 13, 5); pero ese tiempo es poco (12, 12); por eso ha de luchar, mostrándose arrogante, como ejército que nadie podrá derrotar sobre la tierra (13, 4). Frente a la Mujer que engendra vida y padece por sus hijos perseguidos se alza aquí la Bestia militar de muerte a la que sólo vencerá el Cordero Degollado (cf. 13, 8).



Esta Bestia, que Dan 7 veía como cuatro bestias (Babilonia, Persia, Macedonia, Siria), es ahora Roma: un estado militar que al hacerse absoluto y exigir los humanos reverencia se ha vuelto demoníaco, símbolo de todos los estados opresores. He desarrollado con cierta extensión este tema en Guerra final (Ap), en El Señor de los Ejércitos, PPC, Madrid 1997.



Los signos de la Bestia



– Es Bestia con diez cuernos y siete cabezas... (13, 1). Las cabezas simbolizan la fuerza mundana del mal, los cuernos son reyes a los que el mismo autor de Ap irá ofreciendo un rostro más tarde (cf. Ap 17, 11-14). Baste por ahora con saber que la Bestia es signo histórico y/o político del Dragón antihumano. La Bestia es el poder imperial de una humanidad que buscando su grandeza puede destruirse a sí misma.

– Esta es la Bestia que condensa en sí todas las bestias (13, 2). Para el Ap Cristo, Cristo es la imagen de la auténtica humanidad (Hijo de hombre), es el Cordero sin violencia que expresa (personalizan) los poderes y amores creadores de la vida. De modo analógico y contrario, la Bestia Roma encarna, a los ojos del vidente, los poderes antes difusos del Dragón (imperios de Dan 3-7). Ella es la expresión del mal perfecto, el pecado total, condensación suprema de la existencia pervertida, en formas de dictadura imperial.



− Para nuestro autor, ésta es una Bestia herida, que quiere así imitar del Cordero (13, 3). Cristo aparecía en Ap 5 como un Cordero herido, viviente que sabe sufrir, sacificándose por los demás, para ayudarles a vivir. Pues bien, esta Bestia quiere imitar al Cordero, apareciendo herida y curada, débil y poderosísima. En tiempo de Nerón y sus inmediatos sucesores, envueltos en dura guerra civil (54-69 d. C.), pudo parecer que el imperio de Roma se acababa, de forma que muchos en oriente (no sólo en Judea y Jerusalén) se alegraron ya de su caída. Pero el imperio revivió, volvió a crecer más fuerte y muchísimos pensaron que su "curación", con la dinastía de los flavios, era una señal de predilección divina, muestra de la eternidad de Roma. Juan piensa, en cambio, que ese es un signo diabólico: la Bestia quiere engañar a todos los incautos de la tierra.



– Adoraron al Dragón ¿Quién será como la Bestia? ¿quién podrá luchar en contra de ella? (13, 4). Así cantan los humanos sometidos, así se humillan ante el poder supremo del Dragón y de la Bestia unidos, vinculados en dúo sacral, convertidos en objeto y centro de la religión del imperio. Es evidente que en Roma y provincias había otros movimientos religiosos, gentes que pensaban de un modo distinto. Pero en conjunto, como totalidad social sagrada, el imperio se había convertido en una especie de gran iglesia, suscitando así la admiración de sus devotos. Parece que religión y poder se identifican para siempre.



– Y se le dio una boca que profiere arrogancias... (13, 5-6). En el fondo de esta palabra está el recuerdo de un viejo texto judío (Dan 7, 8.20) donde se recuerda la historia de Antíoco, gran tirano antijudío que convertirse de algún modo en divino sobre el mundo. Pues bien, a los ojos de Juan, el enemigo de Dios es ahora Roma. Por eso se dice que le han dado el poder! ¿Quién? El auténtico poder lo concede Dios, el falso es mentira del Diablo. Así se dice aquí que Roma ha recibido el poder satánico, rechazando el don más alto de Dios, vinculado a los pobres y santos.



– También se le concedió luchar contra los santos y vencerlos... y le adorarán... (13, 7-8). Juan sigue leyendo Dan 7, 21 y descubriéndonos la gran mentira. Dios ha dejado que el Dragón actúe, dando a la Bestia el poder sobre los santos (es decir, sobre los auténticos humanos, sobre los pobres del mundo), instaurando su reino sobre tribus, pueblos, lenguas y naciones.



Así aparecen enfrentados, desde ahora y para siempre, los que adoran a la Bestia (mayoría violenta, perversión del poder) y los que están inscritos en el Libro de la vida del Cordero, degollado desde el comienzo del cosmos, porque viven al servicio de los otros (Ap 13, 8). El Libro de la Bestia es el manual donde se inscriben los violentos de la historia, aquellos que buscan el poder y por poder destruyen a los otros. Por el contrario, en el Libro del Cordero (cf. 5, 6), que el verdadero profeta deberá anunciar más tarde (cf. 10, 1-11), se inscriben sólo aquellos que no adoran a la Bestia.



El texto dice que el Cordero está degollado, sacrificado, desde el comienzo del cosmos. Ap sabe que a Jesús le ha crucificado la ciudad del mundo (11, 8). Hemos dicho que la auténtica humanidad está representada por un Cordero, la mala por la bestia. Frente a la Bestia que oprime (vive de matar), ese Cordero se deja matar, abriendo con su sangre el libro de la vida desde el comienzo del cosmos



Desde el comienzo del cosmos



El autor de nuestro texto sabe que aquellos que buscan la verdad están dispuestos a que les utilicen y les maten. El libro verdadero de la historia está escrito con la sangre de los asesinados. Frente al libro de la Bestia que es pura mentira, emerge así el libro (la historia) de los sacrificados, el memorial de los muertos que puedan cambiar nuestra tierra.



En este contexto ha proclamado Juan la voz de aviso, retomando el mensaje que Cristo había dirigido en el comienzo del libro a las siete Iglesias (Ap 2, 7.11.17 etc; cf. Mt 11, 15 par.):¡Quien tenga oídos que escuche! (13, 9). No hay componendas, no hay manera de salir de este dilema: Quienes sean fieles a su ideal humano han de estar dispuestos sufrir el cautiverio, a padecer la muerte (13, 10; cf. Jer 15, 2; 43, 11).



Estamos en el centro de la guerra que la Bestia ha declarado en contra los santos, a lo largo del tiempo de la historia (que se extiende simbólicamente por 42 meses: cf. Ap 13, 5). Es claro que la Bestia tiene sus razones: el interés de estado, la paz mundial, los equilibrios económicos... Pero los seguidores de Jesús y aquellos que qieren entender la historia desde el otro lado tienen razones más altas, tienen la razón de la fidelidad a lo humano, tienen la esperanza del triunfo de la vida. Por eso se mantienen.





En este contexto se define la resistencia y fidelidad de los santos (13,3). Esa resistencia (hypomene, patientia: cf. 1, 9; 2,2.19; 3, 10; 14, 2), es mucho más que abandono interior o pasividad. Es resistencia es la fortaleza creadora (no violencia activa) de aquellos que confían en la verdad de lo humano y se oponen a los dictados de la bestia, muriendo si hace falta. En el centro del Ap emerge esta palabra de aviso: el creyente ha de encontrarse dispuesto a dejarse matar. No se opone al mal con otro tipo de mala violencia (cosa que prohibe Mt 5, 38-39 par) sino que se mantiene fiel en gesto de protesta activa, desde el otro lado del imperio, desde la isla de los desterrados, elevando su palabra de protesta y fidelidad creadora.

En el centro de la historia ha colocado el Ap la protesta creadora de aquellos que se oponen a la Bestia con su vida, en resistencia y búsqueda. Aquí se desvela y se eleva hasta Dios la razón humanizante de los que luchan contra el imperialismo social que ahora existe porque buscan la fraternidad que brota de la sangre del Cordero. Para el Ap, la historia no se funda en el triunfo de los fuertes, ni se puede entender o valorar desde el triunfo del imperio romano sino todo lo contrario. El imperio tal como él lo mira y padece significa el triunfo de la antihistoria, la victoria de la Bestia. La historia verdadera se realiza a través del Cordero y de aquellos que, con él, saben padecer y crear desde el otro lado de la opresión.



Buen día a todo, un día con Bestia de Fondo... Que no sea de hecho el Día de la Bestia.
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