Entre Catedral y Banco. Una reflexión ante la crisis



Las dos palabras tienen un origen semejante, aunque sus funciones después se han separado. De todas formas, catedrales y bancos siguen dirigiendo simbólicamente la vida de occidente (y del mundo) y siguen teniendo estrechas relaciones de oposiciòn y utilizaciòn mutua.

Catedral es el lugar donde reside la Cátedra del Obispo, que presice una iglesia (comunidad de cristianos). Allí se sienta y dialoga con sus "fieles", enseñándoles y compartiendo la palabra. Con el tiempo, en torno a esa Cátedra o silla se ha construído un edificio... y dentro del edificio se ha colocado un Sagrario, que es el lugar donde esté presente Jesús, que es el Pan Compartido (venerado y compartido), la Vida que vincula a todos.

Banco es el lugar donde se sientan los cambistas y especuladores de dinero. En principio, era un Banco/Móvil y se solía colocar en plazas, mercados y atrios de los templos,, con banqueros ambulantes (como en los mercadillos actuales). Pero, con el paso del tiempo, los banqueros se instalaron y sobre el banco de sus cambios construyeeron inmensos edificios... y dentro de ellos colocaron una gran Caja Fuerte, que es el Sagrario del Dios del dinero.

El 4 de marzo de este año publique un post sobre Los Banqueros de Dios (es decir, sobre el origen judío de la banca en Europa). Pasado un tiempo razonable quiero volver al tema, teniendo como fondo algunos datos del momento:

a. La Gran Crisis Mundial, que comenzó hace tres años (2007) y estuvo (está) causada en gran parte por la acción de los bancos, es decir, por la especulación monetaria.

b. La situación europea, enfrentada con la necesidad de ofrecer créditos bancarios a un Estado miembro (Grecia) que parece estar en situación de bancarrota técnica.

c. La reunión que hoy (5 del V del 2010) mantienen el Jefe de Gobierno y el Jefe de la Oposición en España, teniendo como fondo la situación de la banca y, en especial, de las cajas de ahorro.

d. Y, sobre todo, quiero evocar de nuevo el tema de los dos "dioses" principales de la tierra: El Dios de las Catedrales (que es Jesús, el Cristo) y el Dios de los Bancos (es es el Dinero). De la relación entre esos dos dioses, que no pueden ser verdaderos al mismo tiempo, he tratado varias veces y seguiré tratando.



Me ocupo, por tanto, del sentido e implicaciones cristianas de la Banca, en el sistema económico y político de Europa y del mundo, poniendo como signo las catedrales vacías y los bancos llenos de dinero, que compra y vende y crece sin cesar, mientras hay hombres que mueren, quizá por su causa.. Las imágenes nos sitùan ante el tema, el sagrario chiquito de una catedral, con un poco de pan dentro... y la caja fuerte de un banco, con grandes medidas de seguridad y sus "sacerdotes" dentro

1. Punto de partida

El cristianismo ha vinculado los principios económicos del judaísmo reformulados mesiánicamente por Jesús, con los del entorno pagano donde se ha introducido. En esa línea podemos decir que, a pesar de la condena de Ap 13-17, la Iglesia ha terminado asumiendo muchos elementos de la economía imperial romana y después del feudalismo más germano, identificando en gran parte la propiedad con el dominio de la tierra (y dejando a los judíos el comercio del dinero).

Por eso, durante mucho tiempo, hasta bien entrada la Edad Media, la Iglesia Católica considera que el único medio de conseguir riquezas es el trabajo y la propiedad agrícola, con intercambios directos de bienes. Por eso, la Iglesia condena la banca, es decir, la “usura” (el préstamo a interés) porque juzga que el dinero no puede producir dinero… Sólo la tierra (y el trabajo) produce bienes. El dinero sirve solamente como medio de intercambio, no de creación de riqueza. Por eso, el préstamo a interés es pecado.

Para contrarrestar el “ejemplo judío” (banca con interés) y la plaga de los usureros, desde el siglo XII-XIII, la Iglesia y ciertas instituciones cristianas crean las “Cajas de Ahorros” (los Montes de Piedad) o instituciones semejantes, que tienen la finalidad de prestar dinero sin intereses, actuando, en principio, como instituciones benéficas. La finalidad de las Cajas de Ahorro es, por lo tanto, doble. (a) Canalizar el ahorro monetario de la población, realizando de esa forma un servicio que en otro tiempo realizaban los templos y otras instituciones religiosas y sociales donde se “depositaba” el dinero de algunos particulares. (b) Poder ofrecer préstamos y ayudas sin interés real a ciertos grupos o personas necesitadas. (c) Promover obras sociales….

Pero, a partir del siglo XIV- XV la Iglesia suprime de hecho la prohibición del préstamo a interés (la usura), y comienzan a existir los “bancos cristianos” propiamente dicho, en Italia y después en los Países Bajos y en Alemania, iniciando un camino que les lleva a competir (y con ventaja) sobre los bancos judíos, canalizando de esa forma la economía de las nuevas ciudades libres y de la burguesía naciente del Renacimiento. Éstos bancos regulan la economía de los nuevos estados (España, Francia, Inglaterra…) y financian las empresas militares, las guerras infinitas de los siglos XV-XVII.

En un momento posterior, sobre todo a partid del siglo XVII, la gran banca europea, sobre todo la vinculada a los países protestantes (calvinistas), como Holanda y Escocia, aprende y emplea los hábitos comerciales del judaísmo y los “racionaliza” de una forma consecuente. En esa línea podemos aceptar, en su forma básica, la tesis de M. WEBER (La ética protestante y el espíritu del capitalismo, 1904/5), cuando sostiene que, en su forma dominante, el capitalismo occidental no proviene sin más del judaísmo, ni se identifica con el judaísmo (como en el fondo había dicho K. Marx), sino que deriva más bien de un tipo de recreación protestante (sobre todo calvinista) del espíritu judío. Sea como fuere, judaísmo y cristianismo moderno se han vinculado en este campo, de manera que ha podido hablarse de una economía monetaria judeo-cristiana, con los valores y riesgos que ella implica.

Una reflexión: la banca cristiana

Como dije en el post del 4 de marzo, el judaísmo bíblico e histórico tiene elementos que permiten superar el riesgo de un capitalismo anti-humano, de manera que (en contra de K. Marx) no hace falta “negar el judaísmo” para que llegue la nueva humanidad, sino pedir que el judaísmo desarrolle sus mejores potencialidades sociales y religiosas. En esa línea podemos decir lo mismo del cristianismo, retomando, de un modo ejemplar, la historia de Jesús, de manera que pensamos que el dinero puede ser lo que en principio debería haber sido, un medio de comunicación, no una forma de enriquecimiento rápido (usura) y de imposición social.

En este contexto nos parece esencial que se mantenga un espíritu de las Cajas de Ahorro, vinculadas no solamente a lo que su nombre indica (el ahorro), sino a la comunicación de bienes y al servicio social. Si las cajas de ahorro mueren (como están muriendo) estamos certificando la muerte de un tipo de visión social del dinero.

En esa línea debemos recordar la palabra clave de Jesús, que está en Mt 6, 24 y par: No podéis servir a Dios y a la Mamona. El ídolo primero, opuesto a Dios, no es en principio el puro orgullo interior, ni la envidia o mentira intimista, ni algún tipo de placer sexual desordenado, ni siquiera el mismo Diablo, tomado en su forma separada. Lo opuesto a Dios, en su entidad visible (como objetivada) es la Mamona, es decir, la riqueza absolutizada: el capital hecho meta de la vida, el sistema monetario convertido en fin de la existencia, es decir, en medio de enriquecimiento y dominio sobre los demás.

La Mamona no es el dinero en cuanto realidad objetiva, ni el dinero como medio de intercambio, sino un sistema económico expresado por una banda que está dirigida al triunfo del dinero en cuanto dinero, es decir, del dinero que “produce” por sí mismo, separado de la vida humana (destruyendo las redes de la vida humana) .

Puede haber un “dinero de Dios”, está al servicio de la vida humana, de la comunicación entre individuos y puebles, del desarrollo humano… en línea de creatividad y gratuidad, pues Dios es creatividad y gratuidad.

La Mamona, en cambio, es el puro interés, el dinero puesta al servicio de sí mismo. Esta revelación del carácter antidivino (diabólico) de la Mamona constituye quizá la aportación teológica fundamental de la tradición cristiana (recogida por el documento Q (cf. Lc 16, 13). El ídolo destructor no es un tipo de estatua sagrada, separada de la vida, sino una economía al servicio de sí misma, un tipo de Capital absolutizado (como diría K. Marx). En este contexto, allí donde Marx afirmaba que los judíos no tenían otro Dios que el dinero, debemos añadir que el Jesús judío y otros muchos judíos supieron que el auténtico Dios es la fuente gratuita de la vida.

En esa línea podemos añadir que el dinero, separado de su finalidad (que es el despliegue de la vida humana, en libertad y fraternidad) es el gran tentador, viniendo a convertirse en signo del Diablo, como sabe el relato de las tentaciones de Jesús (cf. Lc 4 y Mt 4). El tentador quiere “comprar” a Jesús ofreciéndole “pan y poder”, el dominio sobre el mundo. En esa línea, el pan que debía ser regalo gozoso compartido viene a presentarse como principio de sumisión o demonización universal de la vida. Mateo y Lucas (ambos deudores de una vieja tradición judía y cristiana) han cambiado el orden de las dos últimas "tentaciones" (del poder diabólico, de la religión satanizada), pero han puesto en el inicio el pan/dinero como primer problema, punto de partida en el proceso de satanización del mundo.

El pan es un símbolo universal: es la expresión de aquello que sacia al humano, empezando por la comida. Ciertamente, el pan no es dinero sin más, pero es (con el oro del honor/belleza) el principio de todo dinero, expresado hasta hace poco, en casi todos los pueblos, con símbolos de comida (la moneda es equivalente de una medida de trigo o de un número de ovejas o cabras).

Pasamos así del pan/comida humana compartida en la que está Dios (el pan del sagrado de la catedral) al pan/dinero, separado de la comida, el pan/mamona, que es el dinero que vale en sì mismo y por sí mismo, con sus templos/bancos y su liturgia, al servicio de sí mismoo.

Este Pan/Dinero (pan sin pan, puro signo ideológico e idolátrico) es el punto de partida de un camino de demonización económica de la realidad, que se expresa luego por el poder sacral y político. Ese Pan/Dinero/Mamora es el Diablo.

El Diablo quiere aprovecharse de bienes necesarios (pan) para esclavizar a los demás y dominar la tierra, controlando la palabra, convirtiendo la religión (templo) en autoridad impositiva, interpretando el reino de este mundo (poder) en exigencia de adoración.

El Diablo representa el mesianismo del pan/dinero, como principio y signo de sometimiento universal. Por el contrario, el Jesús del evangelio representa el mesianismo de la palabra y gratuidad.

Un signo final:

a) Los cristianos católicos guardan y veneran en sus bancos/sagrarios/iglesias un trozo de pan, que es signo de todo lo que se puede comer y compartir, un pan para todos, que es el signo de Jesús.

b) La Banca guarda en sus cofres/depósitos… un dinero entendido como fuente de todos los bienes… Un dinero con el que se compra y vende todo, hasta los cuerpos y almas humanas, como dice el Apocalipsis.

c) Por eso, el intento de arreglarlo todo con dinero (como quiere la banca actual, como quieren muchos jefes de estado…) es un intento vano y destructor. El dinero no “produce” vida, el dinero en sí no reconcilia…, el dinero en sí no crea fraternidad.

d) Ésta es nuestra crisis: parecemos movernos entre unas catedrales viejas con un “sagrario vacío” (un pan que parece escondido, incapaz de dar vida, visitado sólo por turistas) y unos inmensos bancos con un dinero que todo lo compra (creando en el mundo divisiones y luchas sin fin). Ese signo puede servirnos de reflexión.
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