Gavin D’Costa, Trinidad y diálogo interreligioso


Gavin D'Costa y el diálogo de las religiones
Estudió en diversas universidades de Inglaterra. Escribió dos obras que tuvieron gran impacto en el campo del estudio de las religiones comparadas: Uno se titulaba John Hick's Theology of Religions: A Critical Evaluation (Lanham/New York/London: University Press of America, 1987) y el otro Theology and Religious Pluralism. The Challenge of Other Religions (Oxford/New York: Basil Blackwell, 1986). En ambos se oponía a la visión más extendida del la teología del pluralismo religioso, que parece conceder el mismo valor a todas las religiones. Él se opone también a la visión de los que quieren subrayar de un modo dogmático la identidad y distinción cristiana, sea en línea de inclusivismo o de exclusivismo, poniendo de hecho al cristianismo por encima de las restantes religiones.
A su juicio, tanto los partidarios de un pluralismo de religiones como los partidarios de una religión única (los inclusivistas y los exclusivistas) desembocan en un tipo de imposición religiosa (la imposición de la identidad, de la superioridad o de la diferencia). Así lo ha mostrado en la obra colectiva que él publicó con el título de La unicidad cristiana reconsiderada. El mito de una teología de las religiones pluralista, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2000 (Nueva York, 1990).
Hay diversos tipos de “exclusivismo” (hindú, musulmán, cristiano…); y todos ellos afirman que sólo hay un camino para alcanzar la salvación, un camino que se vincula a la propia experiencia y dogmática del grupo religioso al que se pertenece. En el extremo opuesto se encuentra el “pluralismo” (que puede ser también hindú, musulmán, cristiano…), que tiende a nivelar todas las religiones, buscando aquello que es común en todas, un tipo de experiencia espiritual o moral que sería capaz de unificar a todos los hombres, por encima de sus diferencias religiosas. En el centro estaría un tipo de inclusivismo, que intenta mostrar que las restantes religiones se encuentran “incluidas” en la propia.
Los temas de este libro
En contra de esas dos posturas sitúa Gavin D’Costa el modelo trinitario, que no es pluralistas, ni exclusivista, ni inclusivista, sino comunitario. Como muestran las dos partes de este libro.
a) La primera parte expone la problemática de fondo, a partir de dos autores cristianos, uno protestante (Hick) y otro católico (Knitter), y en comparación con dos religiones (hinduismo y budismo). Hay unas referencias al judaísmo “relativista” de Dan Cohn-Sherbor, pero no se dice nada de la problemática musulmana.
En la línea pluralista, Gavin D’Costa ha querido superar la “intolerancia liberal” de J. Hick, que serviría en el fondo para reducir todas las religiones a un tipo de razón universal, en la línea de los racionalismos ilustrados del siglo XVIII (el Kant de la Crítica de la Razón Pura), pero quizá con un poco más de tolerancia. Tampoco el enfoque “eco-liberador” de P. Knitter le convence, porque reduciría las religiones a un tipo de racionalismo práctico (en la línea de Kant, Crítica de la razón práctica), de tal forma que ellas perderían su identidad, dejarían de ser religiones para convertirse en un tipo de variedades de una moral altruista sin fondo teológico.
En un segundo momento, Gavin D’Costa ha querido dialogar con los modelos más significativos de diálogo de religiones de la tradición hindú y de la budista. En la línea hindú ha puesto de relieve el “pluralismo advaita” de algunos representantes del neo-hinduismo (como Redhakrishnan). El problema de esta visión está en el hecho la “la unidad” advaita de lo sagrado carece de relieve de manera que en ese fondo todas las formas de pluralismo religioso resultan a la postre igualmente valiosas, llevándonos a un puro relativismo. Algo semejante es lo que sucede en el budismo tibetano, representado por el Dalai Lama; en el fondo, todas las religiones parecen igualarse en un tipo de actitud bondadosa ante la vida; pero, al final, no se sabe cuál es el contenido y sentido de esa actitud de bondad, ni puede aplicarse en el contexto real de la vida humana.
b) La segunda parte ofrece la visión propia del autor, exponiendo una “teología trinitaria de las religiones” (o, mejor dicho, relacionando la teología trinitaria y las religiones). De esa manera ha querido interpretar el misterio de la Trinidad como invitación al encuentre religioso. Por eso puede afirmar que lo más propio del cristianismo (lo más exclusivo: la Trinidad) puede y debe interpretarse como lo más abierto al diálogo de las religiones. En esa línea se podría afirmar que la pluralidad de religiones pertenece al mismo corazón de la identidad del cristianismo
Con ese convencimiento ha querido analizar los grandes textos de la tradición cristiana (católica) de los últimos decenios, desde el Vaticano II hasta los últimos documentos de Juan Pablo II y de la Congregación para la Doctrina de la Fe, reelaborando así la postura de los grandes intérpretes católicos (como J. Dupuis o R. Panikkar). Desde ese fondo ha querido elaborar una doctrina del Espíritu Santo (sobre todo en Jn), entendido como principio.
En un sentido muy extenso se podría decir que una simple “teología” (visión de lo divino en cuanto tal) conduciría al pluralismo, pues lo divino se ha manifestado en muy diversas formas a lo largo de la historia de la humanidad. Por otro lado, y también en un sentido extenso, una simple “cristología” conduciría a un exclusivismo cristológico (pues sólo en Cristo se ha manifestado plenamente lo divino, para sus seguidores). Pero la confesión del Espíritu Santo supera y vincula la visión del pluralismo y del exclusivismo, en línea de comunión de religiones.
La Trinidad implica también diálogo de religiones
Gavin D’Costa pone de relieve la “identidad del cristianismo” (pues sólo en el cristianismo se ha dado esta visión trinitaria), para superar por ella toda pretensión de exclusivismo o de superioridad (o se simple pluralismo genérico): En la misma identidad del Cristianismo, expresado en la experiencia del Espíritu Santo, se expresa y proclama la comunión de las diversas religiones.
En este contexto, Gavin D’Costa ha puesto de relieve el carácter orante de la comunión de las religiones, superando el orden práctico de Knitter y el orden racional de Hick. En esa línea ha podido recuperar la oración musulmana, expresada de un modo ejemplar en la primera Sura del Corán (“En el nombre de Allah, el Compasivo, el Misericordioso…”). Desde la unión amorosa con Dios (desde Dios) los creyentes de las diversas religiones pueden orar, descubriendo en su pluralidad la unidad. Esto es lo que los cristianos descubren cuando hablan de la Trinidad, desde el Dios encarnado que es Jesús, en apertura al Dios universal (que es el Padre), viviendo de hecho la unidad en la pluralidad, sin poder a veces ni tematizarla.