Oporto 23, Puente y puerta de paz Oporto, puente y puerta de paz. (1) Leviatán y Behemot, monstruos de la guerra.

No son dioses, no son diablos, son los monstruos anti-humanos de la guerra: Leviatán es el Estado opresor; Behemot, la economía de muerte.

Así los describió el libro de Job; así los estudió Th. Hobbes; así los quiero presentar en mis ponencias del Congreso sobre Teología y Paz de la Universidad Católica de Porto (6-9 febrero 2023).

La primera se titula  guerra y paz en las religiones; la segunda expone los caminos de la paz de Cristo y la propuesta de la Iglesia católica conforme a la doctrina de los últimos papas.

La primera pfrece una vision general del tema,para exponer después un camino de búsqueda que puede comenzar con Buda y Cristo, para culminar de hecho en las "figuras" bíblicas de Leviatán y Behemot que, según Th. Hobbes, fueron y siguen siendo dominantes desde el comienzo de la modernidad occidental 

poster Jornadas de Teologia 2023 «Teologia da paz perante (os fenómenos d)a violência e (d)a guerra»

“Teologia da paz perante (os fenómenos d)a violência e (d)a guerra" é o tema das Jornadas de Teologia 2023 que a Faculdade de Teologia, Universidade Católica Portuguesa, organiza, em colaboração com a Diocese do Porto e a Irmandade dos Clérigos, de dia 6 a 9 de fevereiro de 2023, no Centro Regional do Porto.

XABIER PIKAZA (investigador e escritor   Salamanca)

1 Guerra y paz en el diálogo de las  religiones
2 La propuesta del evangelio. Uma Teología y
práctica de la paz mundial  

ESQUEMA (EXTRACTO) DE LA PRIMERA PONENCIA 

  1. Hinduismo. Guerra universal, castas sociales  como estructura de paz en un mundo de guerra. 
  2. Budismo. Más allá del deseo, compasión universal. Superar el deseo, religión sin castas  y sin guerras
  3.  Cristianismo, globalización e iglesia.Punto de partida. Jesús y la guerra. No violencia activa, Sermón de la montaña 

Oporto, la ciudad más portuguesa - machbel

LEVIATÁN Y BEHEMOT. GUERRA ARMADA, ECONOMÍA DE MUDERTE 

             Los animales luchan con su cuerpo, preparado para camuflarse, huir, atacar o defenderse. Los hombres, en cambio, han creado prótesis militares (armas) y han inventado la guerra como institución específicamente violenta, para alcanzar y/o mantener el dominio de personas y grupos especiales y/o de las instituciones del Estado. En esa línea, mientras la vida física de un tercio de la población del mundo se encuentra amenazada por el hambre, ciertos grupos políticos y económicos buscan sólo su seguridad y su dominio, apelando para ello a la violencia armada.

            Siempre hubo guerras, pero sólo en estos últimos siglos se han vuelto del todo mortales para el conjunto de la humanidad, a causa de la producción masiva de armamentos y del empleo de métodos científicos que acaban convirtiendo la economía y la vida en instrumentos de violencia. En esa línea, los estados modernos se han hecho gestores de violencia, planificando sus medios ofensivos y defensivos al servicio del sistema (y/o Estado), en una guerra en que unos y otros pueden apelar a diversas formas de terror.

Muchos piensan que está surgiendo ya o que surgirá muy pronto una gran federación de estados o incluso un Estado mundial, que podrá superar muchas formas de guerra actual, pero hasta que eso llegue (e incluso después) seguirá habiendo diversas formas de violencia y guerra, si es que no cambia la forma de vida de los hombres y mujeres en conjunto. Además,  los grandes estados actuales (en especial los imperios) siguen cultivando una ideología de seguridad militar, con ejércitos fuertes para mantener “su paz”. Se dicen enemigos de la guerra, pero siguen empleando en armas un dinero que sería suficiente para ofrecer alimento y educación a los pobres del mundo.           

Un mapa de heridos de guerra. Suelen ponerse de relieve como ejemplo de guerra algunos lugares más conflictivos (del Congo a Sudán, de Afganistán a Irak…). Pero de hecho sigue habiendo guerras o guerrillas, represiones y experiencias de terror en otros muchos lugares del mundo, dominados por la opresión y el miedo, la inseguridad y la muerte. Más aún, nuestro sistema económico sólo se puede mantener por una fuerte guerra fría (y a veces caliente) entre bloques sociales y económicos. Desde ese fondo queremos evocar, algunos rasgos más significativos del tipo de guerra actual:

Una guerra de todos, pues no la sufren sólo los soldados, que luchan y se matan entre sí, sino las poblaciones civiles que soportan bombardeos e invasiones, con su secuela de hambre e inseguridad. Ciertamente, las guerras del pasado han sido siempre violentas, pero en general las hacían los ejércitos. Pero en la actualidad el combate no se libra sólo en el frente (o la frontera), sino que el conjunto de la población queda amenazada, bajo el poder de unas armas de destrucción indiscriminada: gases mortales, napalm etc.

Cuando la guerra empieza cesa la humanidad, se silencia la palabra, desaparece el amor de las madres, el juego de los niños, el gozo de los enamorados (cf. Ap 18, 21-23); se apaga el derecho, se quiebra el equilibrio siempre frágil de las relaciones sociales, de manera que hombres y mujeres quedan en manos de un poder universal de muerte (Levinas).

Algunos perdedores especiales: exilados, prisioneros. En la guerra “pierden” todos, como seres “humanos”, aunque puedan ganar algunos comerciantes y políticos especiales. Entre los que pierden de un modo especial están los emigrantes y exilados, especialmente en estos últimos decenios, aquellos que han tenido que salir de su país por guerra. Muchos han debido abandonar su patria, para conservar la vida en un contexto muy distinto, con pocas posibilidades de desarrollo creativo, autónomo, comunitario (en integración personal y en gozo humano). Muchos quedan prisioneros en su propia tierra. No es preciso que hayan participado en la guerra, pero terminan estando sometidos a la violencia de los triunfadores que imponen su ley, empleando para ellos las armas o, incluso, los votos manipulados de la mayoría. Oficialmente, son libres, pero de hecho se encuentran cautivos bajo un orden o estructura social que les ignora o margina, pues no ha sido construido por o para ellos.

Un mapa de soldados. Los soldados “nacionales” (al servicio del Estado como tal) son una creación reciente, vinculada al nacimiento del Estado moderno donde todos los hombres y mujeres han sido iguales ante la ley y todos los varones (en algunos casos también las mujeres) han debido adiestrarse como soldados, bajo el mando de algunos profesionales. Pero el tiempo de los soldados nacionales parece estar pasando, pues las guerras están tomando perspectivas distintas.

Ejércitos "legales". Aparecen como propios de los estados de derecho. Son un signo de la “racionalidad” (es decir, de la legalidad) del mismo Estado. Himnos y cantos de guerra exaltan sus virtudes y les presentan como portadores de racionalidad, capaces de ejercer una violencia que ellos presentan como “buena” (organizada, positiva), en contra de aquellos que serían los representantes de una violencia mala (bárbaros, salvajes, terroristas).

Siguiendo hasta el final en esa línea, podrá surgir en el futuro (quizá ya está surgiendo, de hecho) un tipo de “ejército legal globalizada”, que sería representante del único estado mundial, al servicio de de un  sistema o imperio de muerte (cf. Dan 2 y 7 y Ap 13-14), para  imponer su violencia sobre todos los pueblos y gentes, sometidos bajo su dominio; ese ejército impediría el surgimiento de más guerras al estilo antiguo, pero podría ser signo de la mayor de todas las dictaduras del sistema, como han puesto de relieve los textos de Daniel y Apocalipsis. Por otra parte ese ejército podría suscitar, al mismo tiempo, una serie de violencias terroristas, movidas en parte por aquellos que, por diversas razones, se sienten oprimidos y responden al sistema[1].

Ejércitos "ilegales".Guerrilla y terrorismo.La violencia legal de estados e imperios estaba regulada por normas legales, de manera que tenía su racionalidad y podía presentarse como “legítima”. Pues bien, en contra de eso, se elevan actualmente una serie de guerras menores (guerrilla), que algunos definen como puro terrorismo. 

Ejércitos mercenarios. Han existido desde antiguo, pagados los príncipes más ricos o por algunos estados, que han acudido a sus servicios para mantener sus guerras. En la actualidad tienden a volverse mayoritarios, pues muchos estados no tienen ya servicio militar obligatorio, sino que sus soldados son profesionales pagados, que realizan su servicio a sueldo del Estado. Ellos no son ya defensores de unos ideales de patria y libertad, sino especialistas bien retribuidos de unas guerras controladas por los ricos, de manera que en esta línea podían surgir y están surgiendo ejércitos de empresas multinacionales, con fuerza disuasiva suficiente para ganar sus guerras.

Al borde del caos. Madre y final de todas las guerras

Como he señalado, las primeras guerras social van unidas al surgimiento de grupos (familias y hordas, clanes y tribus, colectivos e iglesias…) que, pudiendo y debiendo ser portadores de paz, se han  opuesto enfrentado de un modo violento. Los animales se agrupaban ya con finalidades de reproducción, defensa o colaboración, pero lo hacían por instinto vital, sin programarlo. Los seres humanos se agrupan con más finalidades, vinculadas no sólo a la generación y supervivencia, sino al desarrollo de su propia identidad, que puede expresarse de un modo violento, como venimos indicando.

Conforme a una visión muy extendida (evocada por Freud y R. Girard), la primera agrupación estrictamente humana ha sido la de aquellos que se unieron con fines violentos, para matar al “chivo expiatorio”. Según eso, al principio de la historia humana, actualmente conocida, no se encuentra una pareja engendradora (Adán-Eva y su pecado original), sino un grupo violento, que se ha unido precisamente para (y por) “matar” al chivo, es decir, a los que juzgaba culpables[4]. 

LIBRO DE JOB, LOS CAMINOS DE LEVIATAN Y BEHEMOT

Al principio-principio estaría los grupos maternos,regidos por una figura superior divina o Gran Madre, que expande su paz de generación sobre todos hombre y mujeres, entendidos ante todo como hijos de esa Madre.

  1. Después surgirían los grupos de pura lucha irracional, sin orden. En un momento dado, la Gran Madre dejó de fundar la cohesión de grupo y sus diversos componentes se enfrentaron en un tipo de lucha interminable, todos contra todos, con riesgo de destruirse entre sí.
  2. Grupos sometido, chivo emisario: imposición de los vencedores. Ante el riesgo de destrucción total, uno de los grupos en lucha se habría unido de manera resuelta en contra de los otros, descubriendo y matando al “chivo”, para imponer su violencia sobre los vencidos, como aparece en las tres eras del sacrificio, esclavitud y cautiverio de las que he venido tratando.

¿Un consenso matriarca? Principio.Más allá de la violencia patriarcal y del primer asesinato, hubo (y hay) un amor que podemos entender como palabra engendradora. Así presupongo, simbólicamente, la existencia de un primer estadio de armonía, definido por estructuras grupales muy simples, de tipo básicamente matriarcal, que reflejarían el ritmo fundante de la vida (edad de oro o paraíso). Las «teorías sociales» de tipo religioso o mítico tienden a interpretar este primer momento con rasgos sagrados, como un paraíso del que brotaron los hombres.

Es posible que ese paraíso no haya existido nunca, pero puede resultar conveniente postularlo, como modelo ideal: un más allá y origen de todo lo que existe. Pues bien, ahora podemos añadir que la salida de ese origen (la ruptura del seno) materno pudo y puede interpretarse como un primer dolor, un riesgo de violencia (un caos). Pero, en contra de los que aseguran que el nacimiento en sí (la creación) fue simple dolor (puro dolor), pensamos que fue bueno haber nacido, aunque “con dolor y riesgo”. Éste es el principio matriarcal que postulamos antes de las tres edades de la historia.

Las eras del tiempo patriarcal.de poder y guerra. De la armonía primera no sabemos nada, pues ella aparece sólo en los mitos y visiones simbólicas del primer paraíso o de la armonía final, tras esta historia. Históricamente, siempre han existido instituciones conflictivas, con riesgo de lucha y lucha real.

Desde que el hombre es hombre se han dado oposiciones, dificultades de ajuste afectivo y familiar, brotes de violencia que la autoridad establecida tiende a rechazar a través de sacrificios o instituciones clasistas. En este segundo momento se inscriben las tres eras (sacrificio, esclavitud, cautiverio), recogidas en el capítulo primero. Ellas han estado amenazadas por el caos, pero el caos no ha logrado dominarlas del todo, y por eso seguimos existiendo.

  1. Entender el mal-En el corazón del caos. Narración bíblica: apocalípticos: Henoc y Daniel. Éstas son las narración del entorno bíblico.
  2. Henoc: Venimos de una gran violación. El pecado es la opresión de las mujeres. Daniel:Venimos de los imperios… el pecado es Babel, los imperios
  3. Génesis.El pecado es querer ser dioses por imposición: Adán-Eva, Cain y Abel

 Desde Jesús a nuestro tiempo

El tema es superar el talión, la opresión  de la guerra y la economía de muerte. Hasta ahora, un tipo de “violencia posible” (¡ilegal!) se ha resuelto y superado con una violencia “legal” superior. Pues bien, ha llegado el momento en que ya no podemos resolver de esa manera las violencias. O inventamos (encontramos y recorremos) un camino de paz o nos destruimos todos bajo la Bomba, las tres bombas del apocalipsis12-17 y de las tentaciones de Jesús

Apocalipsis

 Leviatán, Primera Bomba, imperio armado (Ap 13). Tendemos a destruirnos por la guerra, una guerra de imposición. Esta es la mentira de la salvación por la violencia, de la paz como dictadura de los fuerte…

Segunda bestia a. El falso profeta Bomba ideológica (Ap 13)… Religión falsa del progreso impositivo. La anti-religión… Todo un mundo engañado por la propaganda al servicio del Imperio

Segunda bestia b. Behemot. Bomba económica, la prostituta… (Ap 17)   Al final queda el poder económico… que todo lo controla y prostituye

Esquema de las tentaciones de Jesús, según Mt 4 y Lc 4. Es en el fondo el mismo esquema del Apocalipsis… (sigo el esquema de Mateo… Lucas invierte el orden de las dos últimas tentaciones…

  1. Poder económico… Behemot: todo “pan, pan de guerra… Tanto el Lc 4 como en Mt 4: La primera tentación, el primer peligro está en el ”dinero”. El anti-Dios es Mammón… El deseo de tener, de salvarse por el tener….
  2. Poder religioso…Ideología falsa, milagro. El pecado es la opresión ideológica…
  3. Poder político… Leviatán, Todo te lo daré, opresión político social…

Leviatán y Behemot ¿un pacto de monstruos?

            Para culminar este recorrido de violencia, debo hablar de los estados, las organizaciones grupales más fuertes y violentas que se han desarrollado de un modo especial en la modernidad. En este contexto nos sitúa ya el relato de la Torre-Ciudad (Gen 11) y otros textos apocalípticos (cf. Dan 2 y Dan 7), que destacan el riesgo de un Estado Mundial opresor, concretado en Babilonia, que nosotros entenderíamos hoy como sistema mundial de opresión. En perspectiva bíblica, ese Estado sería una maquinaria de poder que ha oprimido a grupos y pueblos, como han hecho Egipto y Babilonia, Persia, Siria helenista y Roma, los imperios más importantes del entorno israelita.

            Desde ese fondo, puedo y quiero hablar de guerra y opresión de unos estados, que llaman “paz” a la violencia que ellos necesitan y controlan para seguir existiendo; quiero hablar de la opresión que surgiría con un triunfo total y definitivo del sistema en su forma actual, con un pacto de sangre entre Leviatán (poder político) y Behemot (Mercado), que habrían tomado el mundo entero  para así dominarlo mejor, en la línea de los monstruos y de la prostituta de Ap 13-14, que ha interpretado ese Estado/Mercado mundial como el último peligro de la historia, el triunfo final de la Guerra Absoluto, sin necesidad de más guerras[5].

Leviatán. El monstruo militar, los imperios.

  1. Principios. Desde una perspectiva occidental, los primeros estados con pretensiones de dominio generalizado fueron los de Egipto y Babilonia, Persia, Macedonia y Roma. Lo que en ellos empezó se ha desarrollado a través de los estados nacionales europeos de los siglos XVI-XVIII, que han aparecido como expresión de máxima legalidad social.

En principio, siguiendo el modelo del chivo expiatorio, ellos nacieron por la voluntad de poder de sus gestores, para superar la violencia de grupos menores, antes enfrentados. De esa forma se consolidaron, tras largos desequilibrios y luchas, como estructuras de convivencia social más estable y se interpretaron como divinos o sagrados, pues ofrecían espacios de comunicación para muchos hombres y mujeres.

En principio, una tendencia muy significativa de la Biblia tomó a los estados/imperios del mundo como anti-divinos o demoníacos (cf. Dan 7; Ap 12-13), pero ella pudo verlos también como neutrales e incluso como amigos de los israelitas (cf. libros de Sabiduría y Ester). En ese contexto (a pesar de algunos casos extremos, como el reflejado por el Apocalipsis), la Iglesia empezó presentándose como una sociedad alternativa, desligada pero no opuesta al Estado, en un plano estatal o militar (cf. Rom 13, 1-7). Pasado un tiempo, tras la paz de Constantino, a partir del siglo IV d. C., muchos hombres de Iglesia y de Estado quisieron unir las dos instituciones, y así surgió en Europa (en occidente) una división y vinculación de poderes que rige hasta la actualidad.

Estado e Iglesia En su forma clásica (medieval), esta relación se ha establecido como sigue.

(a) El poder civil (Estado), presidido por el rey, está avalado por Dios y regula en su nombre los asuntos temporales. Dios mismo concede autoridad a los reyes, para que actúen como vicarios suyos y reciban la obediencia de sus súbditos, pudiendo emplear para ello la violencia armada

(b) El poder eclesiástico ha sido concedido por el mismo Dios, por medio de Jesús, a sus vicarios sagrados (Papa y Obispos), para promover y dirigir la Iglesia, cuyo fin es ofrecer los medios de la salvación sobrenatural. Conforme a esta visión, la Iglesia, en cuanto tal no tiene ejércitos, pero puede valerse de los ejércitos cristianos para cumplir sus objetivos.

            Esta doctrina, que ha sido casi normativa entre los católicos hasta el Vaticano II, ha sido superada de hecho por la historia, de manera que la Iglesia ha perdido su poder coactivo (que queda sólo en manos del Estado). Ya no hay dos poderes, sino sólo uno, el Estado que se eleva (en sus diversas formas) sobre todo el mundo, como institución de poder coactivo. La Iglesia solo tiene un poder espiritual, simbólico[6].

Leviatán, Violencia de Estado. Behemot. Violencia de la economía, aliada con el Estado…

Th. Hobbes (1588-1679), cuya doctrina ha tenido un gran influjo en la modernidad, concedió al Estado un poder religioso, pero no en la línea del Dios de las religiones (Yahvé judío, Padre de Jesús), sino del Leviatán, monstruo ambivalente, con rasgos divinos y satánicos.

Leviatán, Estado, necesita la ayuda de Behemot, un tipo de economía al servicio del estado,  por su parte Behemot (una economía que necesita y "come" todo, según el libro de Job) necesita de la mano armada del Estado.

A su juicio, la paz político-militar no es don o Gracia de un Dios trascendente, sino la expresión de un monstruo que impone su dictado (monopolio) de violencia, con la ayuda de Behemoth, su gemelo, también bíblico, que es la idolatría de un mercado que tiende a imponerse sobre todos los hombres y pueblos[7].

Behemoth by: Thomas Hobbes : Hobbes, Thomas: Amazon.es: Libros

Tema clave: Unión Estado y Economía… Estado monopolio de violencia, al servicio de la economía.

  1. Valores. El Estado ha querido ser una racionalización de las relaciones sociales, expresión de la voluntad común (democracia), para defender los derechos de los ciudadanos. Es normal que algunos filósofos de tipo Hegel lo hayan concebido como encarnación de la razón, en un plano jurídico y económico, educativo y social. En principio, el Estado moderno no impone ninguna religión o ideología, ninguna ética o concepción particular del mundo, pues deja esos temas en manos de los ciudadanos o de grupos particulares, que se vinculan por opciones y experiencias de tipo privado. En sí mismo, el Estado se ocupa sólo de la administración social y de la economía, pudiendo emplear para ello unos medios de tipo impositivo.
  2. Riesgos. De hecho, el Estado ha querido ocupar todo el espacio de la vida, apareciendo así como un Monstruo político (Leviatán),quesólo puedegarantizar el orden social y la libertad particular del conjunto de los ciudadanos imponiendo sobre todos su monopolio de violencia político/militar. La paz del Estado se encuentra custodiada por unos poderes coactivos, de forma impositiva, vinculados además con el Monstruo económico (Behemot), para garantizar, incluso por la fuerza, la libertad de producción, compra y venta de las mercancías (¡que importan más que de las persons!).

 Muchos lectores de Hobbes han resaltado la importancia del Estado, dejando en un segundo plano el tema del Mercado. Pero de hecho el Estado ha quedado casi siempre sometido a Behemot, que es el Mercado. De esa manera, la libertad y vida de los hombres ha terminado encontrándose fácticamente vigilada por un imperio/mercado donde sólo pueden triunfar e imponerse los más poderosos.

UNA VISIÓN INGENUA Y NECESARIA, LOS TRES PODERES DEL ESTADO (Locke y Montesquieu)

Estado es "sociedad civil" y tiene tres poderes  que brotan de su creatividad y que hacen posible la paz. Legislativo, ejecutivo y judicial.  Esos tres poderes serían neutrales y buenos, estarían regulados por la "razón", haciendo así posible el surgimiento de una paz universal (de todo el mundo) y eterna (de todos los tiempos), como habría propuesto E. Kant.

UNA VISIÓN REALISTA... (Th. Hobbes)  En contra del esquema anterior de los tres "poderes buenos", en la línea "simbólica" del libro de Job, Hobbes piensa que la sociedad está dominada por dos monstruos,  dos poderes que son, al mismo tiempo, divinos y diabólicos. Sin ellos no existe paz posible. Pero con ellos la paz es dictadura:

Leviatán es el Dios-Estado (el imperio militar). Este es el primer monstruo de Ap 13). Sólo un Estado divinizado y fuerte hace posible la paz, una paz que es siempre violenta... Una paz que necesita una segunda bestia a su servicio: La propaganda y religiòn del sistema. Religión al servicio del poder político-militar del Estado. 

Behemot es el Dios economía (capital-Mercado. Mammón)... que necesita a Leviatán, pero que depende de él. Estas son las dos caras reales de Dios... Las dos se necesitan y completan... Éste es el Dios real... que se expresa a través de la segunda Bestia de Ap. 13.

Tres bestias (trinidad satánica de Ap 13-17): Imperio, falso profeta/religión y Capital/Mammon

Esquema final...

A partir de aquí se entienden las dos violencias fundamentales de la vida social de occidente, ue de alguna manera se ha extendido al mundo entero.

: (a) La lucha de los estados entre sí, entendida como un tipo de guerra divina, pues cada Estado es de hecho una encarnación de poderes divinos. (b) La imposición económico-social del Estado sobre los individuos. Para ser libre en un sentido extenso, los hombres tienen que volverse esclavos del Estado y de su Economía[8].

      En este contexto, como veremos en las últimas “estaciones” del itinerario de paz (de la tercera parte de este libro) puede y debe entenderse la propuesta de “cambio” que acaba de exponer el Papa Benedicto XVI (Caritas in Veritate 41, 67), al defender el despliegue y triunfo final de los dos monstruos “convertidos” de Th. Hobbes (y del Apocalipsis). Leviatán estaría representado por los estados políticos, vinculados en la Organización de las Naciones Unidas. Por su parte, Behemot seguiría siendo el Mercado, pero un mercado distinto, atento a las necesidades de los  hombres. Pues bien, la unión de esos “poderes”, puesta al servicio de la humanidad, garantizaría la superación de las guerras anteriores y el establecimiento de la paz.

Somos muchos los que reconocemos los valores del modelo de pacificación que pide Benedicto XVI. Pero, al mismo tiempo, sentimos reservas ante la posibilidad de esa trasformación del Estado y del Mercado, por sus vinculaciones con el poder. Por eso, sin rechazar la propuesta del Papa, pienso que se debe precisar mejor el itinerario de la paz, como haré en todo lo que sigue.

En tiempos de Hobbes, sus monstruos parecían necesarios o, al menos, útiles. Sólo un Leviatán “muy poderoso” podía ser tolerante con las religiones concretas de sus súbditos, siempre que ellos aceptaran de hecho la autoridad sagrada del Rey-Estado. Por otra parte, sólo un Behemot superior/divino podía garantizar la libertad para el comercio.

Pero de hecho, desde el siglo XVIII y XIX, esos monstruos han terminado siendo “demasiado poderosos”, de manera que el Estado, que nació para regular la violencia y proteger (o controlar) la libertad de comercio, ha podido convertirse en un signo supremo de violencia. Por otra parte, la libertad del comercio ha podido terminar siendo ocasión de dictadura económica.

Además, mientras conquistaban el mundo para sus mercados, los estados europeos han luchado entre sí, en una guerra sin fin, desde el siglo XVI a la actualidad. Cumplido su ciclo, ellos han caído en una gran crisis, pues cada vez encuentran más dificultades para garantizar la paz a través de una violencia legal/militar y de la violencia económica. Ciertamente, en un sentido, ellos siguen existiendo, integrados en una organización superior (ONU). Pero, en otro, parecen un anacronismo, pues están dominados por un Imperio (USA) y un Mercado impersonal (capitalismo).

Notas

[1] El mismo ejército legal del Imperio (que puede empezar apareciendo como liberador), termina convirtiéndose en fuente y signo de violencia total, que convierte a todos los hombres en cautivos de un sistema militar que se diviniza a sí mismo o queda en manos de quienes lo pagan. Una paz militar, financiada por el gran capital y garantizada por un ejército mundial mercenario terminaría volviéndose satánica.

[2] Sobre el terror religioso, cf. R. Otto, Lo Santo, Rev. de Occidente, Madrid 2000. He desarrollado el tema, criticando una visión “terrorista” de la religión, en El Fenómeno Religioso, Trotta, Madrid 1999.  

[3] Los estados de derecho, que se presentan a sí mismos como garantes de legalidad, no suelen acudir al terror ilegal, pues cuentan con el apoyo de las leyes. Pero en el fondo de su legalidad se esconde a veces un ejercicio de terror intenso, en contra de grupos e individuos. Por eso, algunos disidentes del sistema se sienten capacitados para responder con violencia ilegal a la violencia del sistema. Muchos estados e imperios antiguos emplearon el terror, con deportaciones masivas y escarmientos públicos, con ejecuciones por tortura, como fue la de Jesús.

[4] He ofrecido mi postura en Religión y violencia en la historia de occidente, Tirant lo Blanch, Valencia 2005, dialogando con R. Girard, La violencia y lo sagrado, Anagrama, Barcelona 1983; El misterio de nuestro mundo, Sígueme, Salamanca 1982.  

[5] He desarrollado el tema en Apocalipsis,  Verbo Divino, Estella 1999. Cf. H. Arendt, Los orígenes del totalitarismo, Taurus, Madrid 1999; E. Barcesat (ed.), La ideología de la seguridad nacional, El Cid, Buenos Aires, 1983; G. Benassar, Europa en el siglo XVII, Anaya, Madrid 2001; K. R. Popper, La sociedad abierta y sus enemigos, Paidós, Barcelona 1980; N. Poulantzas, Poder político y clases sociales en el estado capitalista, Siglo XXI, Barcelona 1976

[6] He estudiado el tema en Historia y futuro de los papas. Una roca sobre el abismo, Trotta, Madrid 2006.

[7] Hobbes publico 1651 su Leviatán, para fundar un estado sobre el poder divino del rey. En 1679 publicó su Behemoth o Historia de las causas de las guerras civiles de Inglaterra, poniendo de relieve los motivos económicos de las luchas entre personas y pueblos. Las conexiones de esos “monstruos” (tomados de Job 3, 8; 41, 1 y en Job 40, 15) con las dos “bestias” de Ap 13 son evidentes. La diferencia está en que el Apocalipsis puso de relieve el carácter satánico de esas bestias (que imponen una paz de esclavitud y muerte), mientras que Hobbes piensa que ellas pueden ser pacificadores.

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