"Ha sido mujer de iglesia, aunque algunos no hayan valorado su independencia y autonomía" Josefina Cuesta (1947-2021): Historia de los expulsados de la historia

Josefina Cuesta
Josefina Cuesta

Josefina Cuesta (Burgos: 4.03.1947), estudió en Valladolid y enseñó en Salamanca. Ha sido la mejor historiadora de los "sin historia" (derrotados, exiliados, excluidos, mujeres de vida "irregular", niños huérfanos de diverso tipo).

Ha muerto el 30 de marzo. Pero he dejado que pasen dos meses antes de escribir una semblanza de su vida y obra, pues hemos sido amigos, durante casi cincuenta años, y me faltaba distancia para recordarla.

Ha sido una investigado de primera línea, gran cristiana. Por memoria de Jesús, le ha interesado la  historia de aquellos que no tienen historia.   Ha sido mujer de iglesia, aunque algunos no hayan valorado su independencia y autonomía. Mujeres como ella hacen de verdad iglesia.

   Así quiero recordarla hoy, con Mabel mi mujer, que ha sido también amiga de ella, y lo hacemos a los dos meses de su muerte, con emoción contenida de amigos y cristianos.

Nota biográfica: Wikipedia 

 Su tesis doctoral, que giró en torno a la Organización Internacional del Trabajo, la llevó a especializarse en Historia social del siglo XX, pero fueron sus iniciáticos viajes a París, en la década de los setenta, los que la condujeron a L’École des hautes études y a las clases de Pierre Nora, director de Les lieux de la memoire. Con él se formó en el concepto y la relación existente entre memoria e historia....

En su libro, La odisea de la memoria: historia de la memoria en España siglo XX (2008), que constituyó su gran aportación teórica en el campo memorialístico, reflexionó sobre los trabajos de la memoria en España desde la Segunda República hasta el periodo democrático, pasando por la Guerra Civil y la dictadura franquista.  

Su valía profesional se puso de manifiesto en la dirección de numerosas tesis doctorales, publicación de artículos, libros, congresos y en los comités de los que formó parte, como el de la ANECA; fue patrona y colaboradora del Centro Documental de la Memoria Histórica; directora del Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad de Salamanca; cofundadora y codirectora de la colección Memoria de Mujer, de ediciones USAL, serie dirigida a la difusión de los estudios de género de carácter multidisciplinar, necesaria para la recuperación de la memoria de muchas mujeres, entre otras, la de republicanas, anarquistas, socialistas o comunistas que abrieron brecha en la incipiente democracia española de los años treinta. Fue estrecha su colaboración con asociaciones de memoria, especialmente con la Asociación de Memoria y Justicia de Salamanca.

  Fue profesora invitada en diversas universidades de Europa, como la Universidad de París VII, Denis Diderot, el Institut Catholique de París, la Universidad de Toulouse, y en otras de Latinoamérica, en países como México, Chile o Argentina(M. M. Turrión, el País 30.3.21)

Un primer recuerdo personal.

Nos conocimos el 1975. Ella dirigía con alguna compañera un grupo de estudio de historia y actualidad del evangelio. Le interesaba ya la  memoria de los descartados, desde la historia de Jesús.

Josefina Cuesta Bustillo. In Memoriam - El Blog del GEHA

Le dije lo que ella sabía: Que el cristianismo es memoria personal y compartida de Jesús, un hombre a quien habían condenado por “damnatio memoriae”, para borrar su historia de hombre comprometido por la libertad, la justicia y el amor. Sobre eso seguimos hablando varias veces con su grupo

   Ella estaba preparando sus trabajos de entrada en la universidad, y no podía dedicarse mucho al estudio más concreto de Jesús y el cristianismo.  A pesar de ello, a finales de esa década, en torno al 1980, teníamos bastante trabajo compartida.

Le dije que lo publicara a su nombre,  pero no quiso: “Quiero publicar sólo temas de acceso a la cátedra, en mi especialidad. Esta es la tuya".

              Así es como a primeros del año 1981 yo redacté el libro, ella lo revisó y  me dijo "irá bien a tu nombre; por favor, no me cites". Y así fue: publiqué el libro con el título “Palabra de amor. Carta a Josebe”. Evidentemente, Josebe era ella (Josefina en vasco).

PALABRA DE AMOR de Xabier Pikaza | Libreria 7 Soles

              El libro se vendió en un par de años, y no se supo que Josebe era ella, pues no le convenía por su trabajo en la Universidad. Aquí retomo, en su honor, unas páginas del capítulo sobre Jesús.

JESUCRISTO, AMOR HECHO PERSONA (PALABRA DE AMOR 39-45)

La historia de Jesús es la memoria del amor hecho persona concreta en el tiempo, ofreciéndome su voz y su presencia. Este es el artículo central del credo cristiano: el Verbo, amor de Dios, se ha hecho persona o realidad humana en Jesucristo. Quien ha visto a Jesús ha visto al Padre de los cielos infinitos, ha encontrado al hombre verdadero, ha descubierto su verdad y su existencia.  

 Éstas son algunas palabras básica de amor de Jesús: «Ven y sígueme», realiza conmigo tu existencia, recibe mi cariño, arriésgate en mi riesgo, sé a mi lado un hombre, perdona y resucita. Me gustaría saber lo que el evangelio de Marcos quería decir cuando dice que Jesús miró al joven rico y le amó: ¿cómo, por qué, de qué manera? Me gustaría saber y decía como amó Jesús a María Magdalena y a otras mujeres, qué significa que él tuviera un “discípulo amado”, qué quería decir cuando le preguntó a Pedro tres veces: ¿me quieres, me quieres, me amas más que estos?

 Por otra parte, Jesús nos dice que amemos a nuestros enemigos, que le amemos a él (es decir, a los que con como él) más que al propio padre y a la madre…Más aún, Jesús se atreve a pedir a sus amigos que le amen, y ama al mismo tiempo, de un modo intenso, a los pobres y enfermos, creando una especie de gran revolución de libertad y amor, que “mete miedo” entre las autoridades, de manera que le acaban matando por eso.  

La odisea de la memoria: Historia de la memoria en España. Siglo XX Alianza  Ensayo: Amazon.es: Cuesta, Josefina: Libros

El principio es el amor

Por eso, allí donde san Juan Evangelista ha comenzado «en el principio era el logos» traducimos: «en el principio era el amor». Dios es amor que se auto-ofrece y expande, amor siempre en concreto, de persona a persona, varón y/o mujer, ambos iguales.  

Este es el tema cristiano: vivir en amor concreto, mujeres y/o varones, es decir, persona. No se trata por tanto de salir de ti y de encontrar a Jesucristo, sino de ser tu mismo, tu misma, Jesucristo.  No se trata, como digo, de salir de ti y de encontrarte en Jesucristo, sino de ser tú mismo, tú misma, Jesucristo.

Sólo así sabremos lo que implica ser creyente y ser persona, ver a Dios y descubrir nuestro misterio como seres humanos, capaces de amor, de ser Dios en forma humana, como Jesús, en su camino, manteniendo su estela, como varones, como mujeres, cada uno en libertad, y libertad es siempre comunión, sin un tipo de “padre” superior (de poder/poder por encima del amor), sin una “madre” superiora, sin papa ni obispo, siendo tú mismo (tú misma) obispo y papa, amigo, compañero.  

Amor encarnado, dar la vida.  Sólo quiere de verdad el que se encarna y se acepta a sí mismo en su realidad concreta, para así compartir su vida con otros, aquel que vive en sí, saliendo de sí mismo y viviendo así en (con, para) los otros. Así ha sucedido en Cristo (cf. Flp 2, 6 s). Jesús ama recibiendo la vida que le han dado: educación e historia, madurez y cariño, camino de existencia.

El mismo Verbo de Dios, que habita en un misterio trascendente, emerge a la existencia humana en un contexto de amor en libertad, al servicio de las personas concretas, no de un sistema social. En esa línea, Jesús se emociona con los niños (Me 9, 36), llora con las viudas (Lc 7, 13), acoge a las mujeres con ternura (Lc 8, 1 s), saborea la amistad de los amigos (Lc 22, 15 s).

Josefina Cuesta (1947-2021), «In memoriam» – Conversacion sobre Historia

Historia del presente: Amazon.es: Cuesta, Josefina: Libros

El amor es liberad, salud compartida… Lo primero que sorprende es que el amor es lo primero. Jesús mira hacia los hombres y descubre que se encuentran arrastrados, destruidos, aplastados, como ovejas que no tienen pastor que les proteja y les sostenga (cf. Mt 9, 36). Por eso, hay en su amor un primer rasgo compasivo: escucha la voz de los que no tienen vez, acoge, ayuda…

De esa forma, Jesús abre una historia para aquellos que no tienen historia. Él es memoria de los que no son recordado, es autoridad de los descartados No rechaza por principio a nadie, no niega, no excluye. Pero busca y acoge de un modo preferente a los “olvidados” de la historia humana, enfermos, publicanos, prostitutas, niños… A todos ellos les ofrece la “historia” del amor y del poder de Dios, les escucha, les da palabra, les “cura”, es decir, les eleva, haciéndoles capaces de sentir y de decir lo que sienten, de desean y de pedir lo que desean.

  Amor íntimo, amor que libera. Esto significa que el amor de Jesús es a la vez íntimo (profundo) y exigente: ¡No quiere que sus amigos queden como son, siendo unos “pobrecitos”, sino que se atrevan a vivir en libertad, eligiendo por sí mismos.  Amar es descubrir al otro, hombre o mujer, de manera que él mismo se descubra en su verdad, como persona, acogerle y respetarle más allá de los esquemas, los proyectos, las ideas y las normas superiores.

Así se ha comportado el Cristo. De pronto, muchos de aquellos hombres y mujeres de la tierra endurecida de Israel, aplastada por legalistas de diverso tipo, comprendieron que había una persona que les aceptaba y amaba como eran, sin pretensiones de dominio, sin segundas intenciones de sometimiento, sin complejos, sin oscuras ansiedades, sin venganzas, sin recelos. Simplemente, les amaba. Así lo comprendieron Juan y Pedro. Andrés, la Magdalena, la mujer de Samaria.

Cada uno de ellos supo que Jesús le respetaba y le aceptaba, que era suyo, su amigo. Y se sintió desbordado y profundizado, emocionado. Descubrió en aquel momento que la vida era distinta, infinitamente fácil e infinitamente abierta y exigente. El milagro continúa: Jesús amó a María, a Pedro, a Marta..., y fue reuniéndolos en forma de caminantes de un amor abierto, compar­tido.   

  Por un lado, Jesús nos quiere en total intimidad, como el amante o el esposo que regala su ternura a cada uno de los hombres, en la iglesia (cf. Ef 5). Pero, al mismo tiempo, ama desde el fondo de su compromiso liberador, como líder que ha empeñado la palabra y existencia por los suyos. Donde esos símbolos se cruzan y fecundan, allí donde confluyen las dos aguas poderosas de la historia de los hombres, en intimidad personal y en deseo de transformación revolucionaria, emerge ante nosotros Jesucristo.

Josefina Cuesta

Muchos piensan que esta unión de dos amores no resulta más que un puro ideal, un espejismo. Nosotros, que llamamos a Jesús Hijo de Dios y amor humanizado, sabemos que esta unión es el principio de la fe, el cimiento de una vida en que el amor intenta definirse como intimidad personal y apertura revolucionaria, cercanía gozosa y ofrenda de la vida.

En ese sentido, amar es dar la vida.Recuerda la sentencia de evangelio: «quien entrega la vida hasta la muerte ese la gana; quien la guarda y asegura ese la pierde». No hay palabra que exprese mejor lo que supone amar para el cristiano: amar es dar la propia vida, no unas cosas, no unos bienes…. Amar es perderse en los demás, para así encontrarse; amar es incluso morir por este ideal y camino de “reino de amor”, confiando en la vida del amor que está por encima de la muerte.  

Le asesinaron por amor. No le mataron por guerrillero político (enemigo del imperio de Roma), ni por blasfemo religioso  (enemigo de un tipo de religión de Israel), sino porque se atrevió a querer y quiso, quiso a los enfermos, quiso a los que llamaron a su puerta y caminaron con él, mujeres y varones,  poniendo así el amor a la vida (es decir, a las personas) por encima de todas las leyes

 Le mataron porque amaba… y el amor de aquellos que se sintieron y supieron amados por él le ha mantenido en vida.  En ese sentido hay que decir que Jesús ha resucitado en sus amigos, como dijo el mayor historiador judío, Flavio Josefo, como también san Pablo: “Me amó y murió por mí”.

Por eso decimos que el cristianismo es la memoria (¡la celebración de la memoria!) del amor de Jesús. Ese es el gran “memorial”, es decir, la eucaristía.  Por eso, un cristianismo que no sea memorial “memoria” de los crucificados, de las víctimas, de los crucificados como Jesús, no es cristianismo.

PARA UNA VIDA DE JOSEFINA CUESTA. TRES RASGOS

    Quien quiera saber más sobre el proyecto histórico y antropológico de Josefina Cuesta puede acudir a la nota bibliográfica de “Dialnet”, para fijarse especialmente en sus últimos trabajos, algunos dedicado precisamente a “estos tiempos de covid 19” (con publicación on line). Aquí quiero indicar, de un modo telegráfico, tres momentos importantes de su vida.

Josefina Cuesta

Amiga de los amigos, vino a verme cuanto estaba enfermo.

Ha sido una de las personas más generosas que he conocido, con compañeros, colegas, alumnos y amigos. Se ha comprometido por muchos, en sentido laboral y personal. Su historia está llena de anécdotas de solidaridad, de servicio, de presencia. Cuando estuve más de un mes inmóvil en un hospital de Barcelona, el año 1989 vino a verme a media mañana, de sorpresa. Yo tenía los ojos tapados, no pude verle, pero al escuchar su voz le dije: ¿Cómo has venido?  Respondió como si fuera cosa de todos los días:

- Me he levantado temprano, he dejado el coche en Barajas… y en el Puente Aéreo… Eso no es nada. Lo hago por muchos.

   Sé que lo hacía con muchos amigos, simplemente para saludarles y decirles “aquí estoy”, seguimos. Esa generosidad, esa limpieza en el amor, ese servicio de presencia ha definido su vida, sobre todo en los años en que más traté con ella, del 1975 al 1995. Y así me vino a ver otra vez que estuve enfermo en Bilbao. Siempre, después, me ha preguntado por Kepa, mi hermano, que le acogió en la casa.

Luego llegó Joaquín. Ella iba a investigar a la OIT (Ginebra), y allí estaba él. Fue una historia de amor intenso, difícil, gozoso y abnegado… sobre todo por parte de ella, sin esperar nada de él (porque le quería y porque él le necesitaba... y ella quiso regalarle su felicidad).

Joaquín vino a verme, con la más bella colección de iconos rusos, tipo “matriuska”, encajados entre sí, para decirme que la quería y que quería... Y ella le quiso más, como mujer, como amiga de Jesús, como persona. Él quizá no, no era capaz de romper las últimas barreras de una educación tradicional de iglesia.

    Ella le dio todo, él quizá se aprovechó de ella. Desde un punto de vista egoísta, hubiéramos preferido que ella le dejara. Pero no pudo, por cristiana, por fiel al amor de Jesús, por servicio, por  humanidad, hasta que él murió.  Quizá la enfermedad de Josefina se incubó por entonces, por sufrimiento del amor, vivido en fidelidad, en sacrificio, muchas veces en llanto.

   Así le acompañó hasta el fin, noche y día, sin haber recibido al fin nada.  Y encima, tras su muerte, ella quiso despedirle como cristiana, en la iglesia más hermosa, San Juan de Barbalos, con la música más bella, la de J. S. Bach.

En la Iglesia hasta el final

Llegaron así los últimos siete años sin Joaquín, su etapa más gloriosa en la universidad, más en Francia que en Salamanca, más en Argentina, Chile y México que en España, siempre al servicio “humano” (es decir, cristiano) de los expulsados de la memoria y de la vida, de los vencidos, derrotados, excluidos… los amigos de Jesús, la iglesia verdadera.

Un tipo de iglesia le había marginado, por amiga de “mala gente”, por historiadora desde las víctimas, no desde los triunfadores de la Gran Iglesia y de la Sociedad Dominante. Y, sin embargo, ella seguía  orando día a día con los salmos y acudiendo cuando se terciaba y le llamaban a las celebraciones de la vida y de la pasión de Jesús y de los hombres.

Así nos encontramos, una de las últimas veces, el 25 de abril de 2019) en el Sermón Diocesano de las Siete Palabras de Salamanca.  A mí me tocó la palabra de Jesús en Marcos (¿por qué me has abandonado?), a ella la de Juan (¡todo está  consumado!).  

 (Josefina es la última a la derecha, yo a su lado)  

  Pero después se precipitaron las cosas. Ella fue casi de inmediato para Argentina, pues se había jubilado en la Universidad de Salamanca  y para cuando volvió había llegado ya la Covid 19. Lo había dado todo por los descartados, sin historia.  Pero ella pertenece a la historia de los amigos del Dios de Jesús.

Adiós Josefina. Mabel y yo te damos gracias por lo que has sido y eres.

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