30.11.22. San Andrés, primer santo de adviento, patrono de la iglesia “ortodoxa”

Hay en Galicia (en Teixido, dura costa del fin del Cantábrico) un famoso lugar de peregrinaciones antiguas y modernas, un  santuario por donde pasaban a venerar a San Andrés muchos peregrinos de Santiago de Compostela.

Todavía hoy se dice que debemos pasar por allí, para encontrar a Cristo (Andrés de Teixido: Vai de morto quen non foi de vivo”: va de muerto quien no fue de vivo; debemos pedir su intercesión de muertos, si no le hemos invocado vivos).

 Dejando a un lado ese aspecto devocional, San Andrés, hermano de Pedro y compañero de Felipe, es  una de las figuras más significativas del cristianismo primitivo, la más importante de la iglesia ortodoxa greco-bizantina, el primer santo de Adviento, iniciador de la Navidad. Pocos conocen su historia “evangélica”, por eso quiero aquí evocarla.

   Andrés aparece en tres pasajes centrales del evangelio Juan y  al principio y final de Marcos. Su historia posterior parece más velada (a la sombra de Pedro y Pablo, de Magdalena, Santiago Zebedeo, el de Compostela, y el Discípulo Amado). Sin embargo, esta  es fundamental para conocer el cristianismo primitivo. Su símbolo (cruz en aspa) aparece en  escudos y banderas de numerosos lugares.

San Andrés de Teixido - iStock/luisvilanova

Primera vocación. Andrés y Felipe, los primeros cristianos

En aquel tiempo, estaba Juan Bautista con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: "Éste es el Cordero de Dios." Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: "¿Qué buscáis?" Ellos le contestaron: "Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?" Él les dijo: "Venid y lo veréis."

Entonces fueron, y vivieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: "Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)." Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro). Al día siguiente, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: «Sígueme». Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro  (Jn 1, 35-41)

“Compañero” de Jesús, ambos discípulos de Juan,

  Uno de esos discípulos de Juan, compañeros  de Jesús, que se pasaron después al grupo de Jesús,  fue  Andrés de Betsaida (cerca de Cafarnaúm), pero no en Galilea, sino en la zona de Iturea-Golán.  Era hermano de Simón Pedro (parece mayor y en principio más importante que él), aunque en la historia posterior quede velado (a la sombra de Pedro). Llevaba un nombre griego (de Andreios, el viril) y era compañero de  Felipe,  también con nombre griego (amigo del caballo, amor al caballo). Con Felipe,  comienza la “revolución cristiana”, el paso de Juan Bautista a Jesús. Ellos son anteriores a Pedro y a Natanael, anteriores a los zebedeos y a los Doce. Están en la raíz bautista y mesiánica de Jesús.

La historia de Andrés parece más velada en el cristianismo posterior, a diferencia de la de Felipe que aparece en Hechos como primer “evangelista” (Hech 8, 26-40) y después en la historia del cristianismo gnóstico, ya de forma independiente. De todas formas, ellos (Andrés y Felipe) aparece como la pareja más significativa del movimiento de Jesús.  Andrés y Felipe representan la primera “transformación del cristianismo”, a partir de Juan Bautista. Jesús puso en marcha un movimiento propio, que ya no se centra en el bautismo para perdón de los pecados, sino en el anuncio y presencia del Reino de Dios.

     Sólo a partir de ese fondo anterior (Andrés había sido discípulo de Juan y colega de Jesús) puede entenderse bien la versión de Mc 1, 14-18, donde dice que Jesús dejó el Jordán (tierra del bautismo), después que Juan fue “entregado” (quizá traicionado: paradothênai), cayendo en manos de Antipas, llamando en el lago de Galilea a Andrés (con su hermano Pedro y los dos zebedeos Marcos supone así que el mensaje autónomo de Jesús comenzó sólo después que Juan hubiera culminado el suyo (siendo ajusticiado). Pero  no comenzó de cero, sino llamando a varios de sus compañeros anteriores, entre ellos a Andrés.  

Esta novedad de Jesús es comprensible: Cuando se llega al final de un proyecto suele descubrirse un nuevo comienzo, no por fracaso de lo anterior, sino por cumplimiento distinto. Jesús no “abandonó” a Juan porque lo que Juan hacía o decía fuera falso, sino todo lo contrario: porque se había cumplido en un sentido y debía continuarse en otros. Jesús retomó en Galilea el mensaje y camino de Juan en el río de la penitencia (Jordán), y llamó para acompañarse de nuevo a varios de sus colegas anteriores, entre ellos a Andrés.  No era, por tanto, un desconocido, sino un compañero especial de Jesús

Iniciador” del camino de Jesús. La multiplicación de Jn 6

San Felipe

Después de esto, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea (o de Tiberíades). 2 Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. 3Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.  Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.  Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman estos?». 6 Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.  Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». 8 Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: 9 «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?». 10 Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo». Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil (Jn 6, 1 11). 

Este pasaje forma el “centro” del evangelio de Juan,  con el “milagro” del pan fisico y el sermón siguiente del pan de vida da Cafarnaúm.  Jesús está en la montaña, como Moisés en el Sinaí, en el comienzo del camino, del gran éxodo israelita del evangelio.  Sigue a Jesús mucha gente porque ven sus milagros y él sube a la montaña… con sus discípulos y viene la multitud… Se supone que enseña. Estamos en un contexto cercano al sermón de la montaña de Mt 5-7. De nuevo están allí sus dos “discípulos/colegas” (Felipe y Andrés). Son sus testigos, sus compañeros y, en algún sentido, sus iniciadores.

            Jesús empieza “tentando” a Felipe.Como en el camino de Moisés por el desierto: “Qué comeremos, cómo podremos alimentarnos, hay mucha gente, el pan es poco…”.   Jesús mismo comienza preguntando por el pan material, pan que tienen que ofrecer a la gente que le sigue. Si llevan gente al desierto para iniciar una marcha nueva necesitan no sólo nueva doctrina, sino pan…

                        Jesús comienza preguntando a Felipe, pero Felipe no puede responderle por sí mismo. Tiene que consultar con Andrés, que parece más centrado en el tema de panes y peces (es pescador del lago). Personalmente, Andrés no sabe por sí mismo (no tiene panes), como los tampoco tiene Felipe, pero sabe observar y ha descubierto que hay un niño (un muchacho, adolescente, quizá un ángel, signo de la humanidad abierta a lavida) que tiene cinco panes de cebada y dos peces…. Cinco y dos son siete, son todo el universo.  Panes y peces, toda la comida del mundo…  (el agua es abundando, debajo está el lago potable).

            El texto no dice cómo consigue Andrés que el muchacho le dé los panes y los peces (¿se los compra, se los pide, le da algo como cambio…). El caso es que va donde Jesús con Felipe y el niño y le dice “aquí tenemos cinco panes y dos peces, quizá podemos empezar”.  Ellos son la Iglesia, la humanidad entera: Dos “colegas” de Jesús (Felipe y Andrés), con un niño. Jesús puede comenzar su obra.  Toda la Iglesia empieza con este niño, que “confía” en Andrés y Felipe, que pone su comida al servicio de Jesús. 

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Promotor del evangelio a los gentiles (Jn 12)

            De nuevo una escena sorprendente, con Felipe y Andrés como protagonistas. Jesús ha dejado Galilea (con la multiplicación de los panes y el sermón del pan de vida: Jn 6) y entra en Jerusalén, para culminar su mensaje. A la entrada sigue la disputa: ¿Cómo anunciar el Reino en Jerusalén? ¿Cómo anunciarlo a los gentiles?

     Conforme al evangelio de Lucas y al libro de los Hechos, ese paso empezó a darlo Pedro y lo culminó Pablo. En contra de eso, el evangelio de Juan supone que el gran paso de la misión gentil (apertura del evangelio a los paganos) lo dieron Felipe y Andrés.  De Felipe sabemos más cosas, lo que dice Hechos 6 (conversión del eunuco etíope, todo el “cristianismo gnóstico…). De Andrés sabemos menos, pero lo que dice este pasaje es suficiente:

La Ortodoxia es la Verdad: San Andrés Apóstol, El Primer Llamado

Jn 12, 12: Grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén,13tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna!¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!...20Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. 21Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, quisiéramos ver a Jesús. 22Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús. 23Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado.24 En verdad en verdad os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. 25El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.26Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará (Jn 12,12-26)

            Éste es un esencial en el evangelio de Juan y en la historia del cristianismo primitivo… Jesús entra en Jerusalén, pero la historia de fondo no es ya la de Jerusalén, sino la del mundo entero, representado desde el mundo judío por los “griegos”… Ellos “quieren ver” a Jesús, dialogar con él, recibir su enseñanza. Ellos son el mundo, la humanidad que espera a Cristo, la nueva humanidad.

            No pueden llegar directamente a Jesús (que ha muerto, que está resucitado), y tienen a acudir a sus discípulos… Normalmente, podríamos pensar que tienen que ir a preguntarle e Pedro, o a Pablo…, quizá al discípulo amado, quizá a María Magdalena. Pero, según el evangelio de Juan, ellos van donde Felipe y Andrés, los “mediadores” de la misión universal del evangelio… Ellos son los que estaban al principio con Juan Bautista, lo que han estado después en la multiplicación de Galilea… los que están ahora en Jerusalén.

            Sigue el esquema anterior: Primero Felipe, de Felipe a Andrés, de Andrés a Jesús… Leído el texto de un modo superficial, parece que Jesús se evade, no responde. Pero conforme al estilo del evangelio de Juan, Jesús responde con toda la claridad posible: Habla del grano de trigo que muere y que da fruto universal, para toda la tierra, para todos los pueblos. Eso significa que los gentiles (=los griegos y todos los pueblos) pueden venir a recibir la vida de Jesús, la vida de su pascua, porque Jesús ha venido y dado su vida como grado de trigo, muriendo y viviendo por todos.

San Andrés 30. November - Treasures of Rome

    Postdata. Tengo el convencimiento de que estos dos Felipe y Andrés, son los “tapados” (desconocidos) de Jn 21…). Para la “pesca final”, Jesús escoge a siete, con el Discípulo amado y Pedro… Pues bien, entre esos siete hay dos cuyo nombre no se indica. Estoy convencido de que ellos son Andrés y Felipe, los dos del principio, del medio y del final del evangelio.   

Uno de los cuatro, visión de marcos

             Marcos debe conoce la tradición de la “pareja” primera formada por Andrés y Felipe (con Bartolomé/Natanael al lado) y así los cita y sitúa unidos en la lista de los Doce discípulos/apóstoles (Mc 3, 18). Pero, por razones obvias para cualquier conocedor de su evangelio, él no puede poner de relieve la función esencial de esa pareja (en una línea que parece desembocar en una gnosis que él rechaza). De todas formas, debe reconocer la función de Andrés y así lo separa de su compañero Felipe y le pone al lado de Pedro, su hermano, en la lista fundacional de los discípulos del evangelio.

            Históricamente la escena de la llamada de los primeros discípulos ha sido mejor recogida y narrada por Jn 1 (como he puesto ya de relieve). En este caso,   Marcos es más “teológico” y simbólico que Juan. Por eso “crea” la famosa escena de la “elección (llamada y envío universal) de los cuatro primeros discípulos, dos hermanos y dos hermanos, entre los que no cabe ya Felipe. Por un lado están los de Betsaida (Pedro y Andrés) y por otro lsde Cafarnaum (los zebedeos:  Santiago y Juan Zebedeo). Así dice el texto. 

(a. Simón y Andrés)16 Y pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que estaban echando las redes en el mar, pues eran pescadores. 17 Jesús les dijo: Venid en pos de mí y os haré pescadores hombre. 18 Ellos dejaron inmediatamente las redes y lo siguieron.

(b. Santiago y Juan)19 Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan. Estaban en la barca reparando las redes. 20 Jesús los llamó también; y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él (Mc 1, 16-20).

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  El evangelio de Juan presentaba la llamada escena de un modo más “verosímil”, situando a los primeros discípulos de Jesús en el contexto de Juan Bautista. Marcos ofrece una visión más simbólica (y teológica). No le interesan los elementos históricos, ni psicológicos, sino los estrictamente teológicos.   Jesús ha sentido la urgencia del reino y para suscitarlo necesita colaboradores:

Pasa a la vera del mar de Galilea. Ha dejado el desierto y el río de Juan, no ha buscado en escuelas o templo. Junto al mar que es origen y meta del mundo, junto al mar donde nacen y acaban los pueblos se sitúa Jesús. Viene a observar, como dejando que la vida le sorprenda; luego llama, en vocación que es signo de todas las restantes vocaciones de la historia.

Llama a Simón y Andrés, diciendo que le sigan, para hacerles pescadores del reino. Tiene un proyecto: necesita juntar a los humanos, sacarlos del mar (lucha mutua) en que se encuentran y juntarlos en la playa de la fraternidad del reino. Necesita especialistas que dejen las redes del trabajo material del mundo (diktua) y asuman su tarea mesiánica (1, 16-17).

Llama después a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo. Parecen ricos: tienen barca propia, un padre que les guía y unos jornaleros. Por eso han de dejar más que la redes: abandonan al padre, que es autoridad, ley fundante de la vieja tierra y a los asalariados (misthôtoi), subordinados del trabajo. Padre y obreros pertenecen a este mundo viejo; quien se ponga al servicio de Jesús ha de dejarlos. 

Ha buscado dos parejas de hermanos. Para seguirle han de romper los lazos más sagrados de la tierra: la autoridad paterna, la unión laboral. Así aparecen como signo de misión escatológica, parábola del reino. Les ha convocado Jesús, ofreciéndoles tarea y ellos le han seguido, poniéndose al servicio de su reino:

 −En el principio está Jesús, diciendo: venid en pos de mí (deute opisô mou). En lugar del padre o de las redes, del dinero y de la barca se sitúa él, como nuevo patrono que ofrece garantía de vida y trabajo a quienes llama. Tiene autoridad y así le siguen, dejándolo todo. No les reúne desde cosa alguna (enseñanza, templo, negocios...) sino en torno a su persona que es principio de nueva familia sobre el mundo.

Son dos parejas de hermanos pescadores. Quizá representan el riesgo de la fraternidad violenta (cf. Gen 4) que debe superarse, en línea de reino. Son cuatro y parecen un signo de los puntos cardinales, columnas o pilares de la nueva humanidad reconciliada. Ellos ofrecen (antes que los doce apóstoles del nuevo Israel de 3, 14) el principio y garantía de la pesca universal, pesca de Dios, culminación escatológica. Son cuatro, los primeros pescadores misioneros, iglesia interpretada en forma de comunidad de pesca. En un sentido ellos dejan la barca (ya no trabajan con ella), pero en otro la recuperan, poniéndola al servicio de los viajes misioneros (eclesiales) de Jesús. Cuando hablemos más tarde de la iglesia como barca en plena mar (4, 35-41; 6, 46-52; 8, 14-21) recordaremos a estos cuatro.

Os haré pescadores de hombres. Así les dice (1, 17). Ellos lo dejan todo por cumplir su misión, poniendo hasta su barca al servicio de Jesús (cf. 3, 9; 4, 3-5 etc.). Habiendo aparecido aquí, al principio de Marcos, emergerán de nuevo en el último discurso de Jesús, allí donde se anuncia el fin del tiempo (13, 3) y la venida de los ángeles de Dios para reunir a los escogidos de los cuatro "vientos" o extremos de la tierra (13, 27). 

Jesús no ha venido con un libro (como los escribas), enseñando las leyes de la iglesia, interpretando la Escritura de Israel o la sabiduría de los pueblos. Tampoco ha traído unos planes exclusivos, definidos de antemano, sin necesidad de personas que le siguen y acompañan en la obra de su reino. Tiene un proyecto de nueva humanidad, pero le hacen falta colaboradores; por eso ha empezado llamando a estos cuatro primeros pescadores que son signo de todos los que luego cumplen con él (por él) la tarea de convocar y reunir a los humanos para el reino.

En el fondo de este relato anterior (de Mc 1, 16-20) debe haber un recuerdo histórico: Dos parejas de hermanos escucharon un día la llamada de Jesús y le siguieron, poniéndose al servicio de la gran pesca del Reino. Pero es muy posible que esa llamada no se produjera junto al lago de Galilea, sino en la ribera del Jordán, como sabe el Cuarto Evangelio (al menos para Andrés y Simón Pedro, con otros dos; Jn 1, 38-45).

Históricamente resulta más verosímil la visión del Cuarto Evangelio, cuando supone que Simón y Andrés (con Felipe y Natanael) eran hombres comprometidos ya en la transformación de Israel. Ciertamente, ellos podían haber sido pescadores del mar de Galilea, pero tenían ya una historia personal de aprendizaje profético, lo mismo que Jesús, quien (según el Cuarto Evangelio) les conoció y les separó (les llamó) para su obra, en el entorno del Bautista.    

Apéndice. historia posterior  

Se puede encontrar en cualquier buscador, por ejemplo en Google.  La tradición posterior de la iglesia ha silenciado casi totalmente la figura y función de Andrés.  Ciertamente, él aparece en la lista de los Doce en Hch 1, 13, pero separado de Pedro (lo mismo que en Mc 3), e iniciando la lista que parece más gnóstica (Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé…). Es muy significativa su vinculación no sólo con Felipe, sino con Tomás, Pero después desaparece. No le citan apenas los autores más “eclesiásticos”, ni los más gnósticos…

            De todas formas su memoria posterior ha sido esencial. Se dice que fue martirizado, en una cruz en forma de aspa, en Patras (Grecia) donde se ha “conservado” su cuerpo (robado después por cruzados venecianos  y devuelto por el Papa a la Iglesia Griega).  Andrés ha sido y es patrono esencial de la iglesia “ortodoxa”, que le sitúa, en principio,  al lado, e incluso por encima de Pedro. Se le considera patrono y protector de la iglesia de Constantinopla (igual que Pedro es patrono y protector de la iglesia de Roma).

     Desde antiguo, la cruz en aspa de (en la que él habría sido crucificado) es uno de los signos fundamentales de la heráldica cristiana… Aparece en cientos y miles de banderas y escudos de ciudades e instituciones cristiana. Entre otros, se pueden citar estos ejemplos: La bandera del Reino Unido y la de Navarra, la primera bandera de la Marina de España y la Ikurriña de Euskadi. Un buen signo de esperanza cristiana.

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