Extranjeros en la Biblia y en la actualidad G. Seijas (ed.),"Sal de tu tierra". Estudios sobre el extranjero en el AT (Con un apéndice sobre huérfanos y viudas)

Monografías bíblicas ABE: Asociación Bíblica Española (Verbo Divino)

"Sal de tu tierra"

"Sal de tu tierra". Estudios sobre el extranjero en el Antiguo Testamento, ABE, Monografías Bíblicas (G. Seijas de los Ríos-Zarzosa, ed.  Verbo Divino, Estella 2020, 240 pags.

  • Presentación: Guadalupe Seijas de los Ríos-Zarzosa; 
  • Introducción: Víctor Morla

Estudios

  1. Francisco Varo Pineda: Israel y los pueblos extranjeros en el Pentateuco 
  2. Marta García F.: «Extranjeros y forasteros en el corpus profético 
  3. José Luis Barriocanal : Grande es mi nombre entre las naciones» (Mal 1,11).
  4. Francesc Ramis: Identidad social y teológica del extranjero en el primer Isaías
  5. Mercedes Navarro Puerto: Mujeres y hospitalidad  
  6. Carmen Yebra Rovira: El extranjero en la pintura bíblica del siglo XIX.
  7. G. Seijas: El extranjero en el libro de Rut. Una propuesta de sociedad inclusiva
  8. Fernando Milán: Daniel, forastero en tierra extranjera. 
  9. Nuria Calduch-Benages: Naciones extranjeras en el libro de Ben Sira
  10. Emilio López Navas: «Naciones numerosas vendrán a ti» (Tob 13,11). 

De la presentación de G. Seijas, editora:

La obra que el lector tiene entre manos es el resultado de los trabajos realizados, presentados y discutidos en el marco del Seminario de investigación de Antiguo  Testamento entre los años 2016 y 2019. Los capítulos reflejan la diversidad de los enfoques y métodos empleados por los  miembros del seminario y contribuyen a presentar el tema objeto de estudio desde perspectivas tan diversas como la crítica canónica, la historia de la recepción y representación del texto bíblico o los estudios de género, por citar algunos de ellos.
La riqueza y diversidad de las aportaciones recogidas en esta monografía contribuyen a presentar el tema en su complejidad. En la «Introducción» Víctor Morla presenta el contexto en el que se sitúa la inmigración y hace un recorrido por los distintos motivos que han impulsado a los seres humanos a desplazarse. Francisco Varo aborda los temas del extranjero y las naciones en el Pentateuco y Marta García hace lo propio en Profetas.

La heterogeneidad de géneros y temas de los libros que forman parte de la sección
de Escritos no permite hacer un estudio similar; sin embargo, esta temática  se trata en estudios específicos. José Luis Barriocanal analiza la tensión entre universalismo y particularismo y Francesc Ramis, el papel que desempeñan el extranjero y las naciones en la composición del Primer Isaías (capítulos 1–39). Mercedes Navarro estudia el papel de la hospitalidad a través de los personajes de Sara, Agar y Rahab. Carmen Yebra se adentra en la representación del extranjero a partir de la iconografía de Sansón y Dalila, dentro  del campo de los estudios bíblicos culturales. Finalmente, encontramos varias aportaciones centradas en libros bíblicos. Guadalupe Seijas de los  Ríos-Zarzosa se ocupa del libro de Rut, Fernando Milán de Daniel y su relación con la historia de José, Nuria Calduch-Benages de Ben Sira y Emilio López de Tobías.

Valoración (X. Pikaza)

El libro más completo que conozco sobre el tema, fruto de un seminario interdisciplinar de la ABE, donde un grupo de especialistas, tras dos años de trabajo, han recogido desde un punto de vista histórico y literario, narrativo y teológico algunos de los aspectos fundamentales de la vida y sentido de los extranjeros en el AT. Es un trabajo básico, no sólo para la historia del pueblo de Israel, sino su experiencia cultural y religiosa como pueblo elegido de Dios, separado y vinculado a otros pueblos del entorno.

   La identidad e historia de los extranjeros ha marcado no sólo el pasado de Israel, sino el surgimiento de la Iglesia Cristiana, tal como aparece condensada en línea de proyecto universal desde Mt 25,31-46, y ratificada por Pablo, que identifica a los extranjeros con los gentiles, a quienes concibe como depositarios del mensaje y vida de Jesús, desde una clave de culminación del judaísmo, en apertura hacia el conjunto de los pueblos.

    Estudie el tema en los años 80 del siglo pasado, preparando una tesis doctoral sobre el texto base de Mt 25 (fui extranjero y me acogisteis...), y desde entonces me ha importando siempre el tema. Por eso puedo decir, con algo de conocimiento, que este libro es lo mejor que conozco, en conjunto, sobre el tema, por la diversidad de sus perspectiva y por la riqueza de todas ellas.

    Éste es un motivo que preocupa hoy a políticos y economistas, pero sobre todo a los que se sienten (nos sentimos) herederos de la tradición bíblica sobre el tema, desde el judaísmo y cristianismo o simplemente desde algún tipo de antropología mesiánica, muestra la imagen del trabajo de J. L. Pinilla, especialista en el tema, desde una perspectiva católica. 

  Sólo tras haber dicho eso, con toda mi admiración por el trabajo de este equipo bíblico ejemplar de la ABE y de la editorial VD,  indicaré que (desde un punto de vista antropológico, en la línea de E. Lévinas, el mayor especialista judío sobre el tema),  los extranjeros se vinculan, de forma inseparable, con las viudas y huérfanos  con lo que eso significa en el AT y en la actualidad.

Totalité et infini : essai sur l'extériorité - Livre de Emmanuel ...

    Según E. Lévinas  (Totalidad e Infinito, Sígueme, Salamanca 2002), los extranjeros con los huérfanos y viudas  son el centro de la Biblia, la revelación del Infinito (En Sof) en la historia y vida de los hombres. Escribí antaño alguna cosa sobre el tema, desde mi investigación sobre Mt 25, 31-46. Aquí recojo algunas reflexiones, para destacar desde ese contexto la importancia y las aportaciones de este libro, coordinado y dirigido por la Profesora G. Seijas, a quien desde aquí felicito, con todo su grupo de colegas y amigos.

Palabra De Amor, Xabier Pikaza, Teologia ,ed. Sigueme - Libros en ...

Apéndice: Ley básica de Israel: Huérfanos, viudas, extranjeros (Pikaza)

 Una serie de textos del Antiguo Testamento (de carácter más exhortatorio que impositivo) han vinculado a las viudas con los huérfanos y viudas, pidiendo a la sociedad que les ayude (cf. Is 1,23; Jer 49,1; Job 22,9; 24,3; Lam 5,3), porque Yahvé es Padre de huérfanos, Juez de viudas (Sal 68,6). El mismo Dios toma bajo su protección sagrada de padre (‘ab) el cuidado/educación de los huérfanos, apareciendo al mismo tiempo como defensor o juez (dayan) de las viudas, mostrándose así fuente de familia para aquellos que carecen de ella.

10 Versículos de la Biblia sobre las Viudas - DailyVerses.net

Con los huérfanos y viudas se vinculan los forasteros o gerim, queson los que residen (gur) en la tierra israelita, pero sin formar parte de la institución sagrada de las tribus. No se han integrado en la estructura económico/social y religiosa del pueblo de la alianza, pero tampoco son extranjeros en sentido estricto (zar o nokri) pues los que provienen de otro país conservan el derecho de su lugar de origen, mientas que los gerim o forasteros peregrinan o vagan por la tierra sin protección jurídico/social, como hacían los patriarcas (cf. Gen 12,10; 20,1) o se encuentran sometidos a los habitantes propios del país, como los israelitas en Egipto (cf. Gen 47,4; Ex 2, 22).

De todas formas, la diferencia entre extranjeros (bajo la protección de la ley de otro país) y forasteros (sin protección legal) puede resultar pequeña en un contexto donde no existía un derecho internacional reconocido por todos. Especial importancia tienen las mujeres extranjeras, por el riesgo que ellas tienen (se supone) de contaminar la pureza de la religión y de la “raza” israelita. Israel ha formulado unas leyes especiales para proteger a viudas, huérfanos, emigrantes:

 ‒ Viuda (‘almanah) es una mujer sin riqueza económica o protección social, porque su marido ha muerto o porque ha sido abandonada y queda sola, sin padres, hermanos o parientes que puedan mantenerla. En aquel contexto patriarcalista y violento, una mujer no podía sola, pues la unidad fundante y el espacio base de existencia era la “casa” (familia) y fuera de ella una mujer se hacía prostituta o vagaba sin sentido por la tierra. Desde ese fondo se entiende la institución del levirato (Dt 25,5-10): el hermano o pariente más cercano del marido muerto ha de casarse con la viuda, no sólo para asegurar la descendencia del difunto sino para protegerle (darle casa) a ella (cf. Gen 38; Rut 4).

Entendidas así,bajo ese término de viudas podemos y debemos entender a todas las mujeres que carecen de familia o de protección social, de tal manera que están a merced de los poderes dominantes, y en especial de aquellos que organizan y dirigen la “trata de mujeres”). Ellas forman una parte considerable de los rechazados del sistema, que sigue marcado por la violencia de género y la manipulación sexual. Hay en el mundo millones de mujeres sometidas a un durísimo comercio o trata. Esas mujeres carecen de auténtica libertad, y están a merced de aquellos que las utilizan. Estrictamente, su misma forma de vivir constituye ya una cárcel.

 ‒ Huérfano (yatom) es el niño o menor sin familia donde crecer, es decir, sin protección jurídica, sin espacio de vida social y sin capacidad de desarrollo económico. Por eso está a merced de lo que hagan con él sus vecinos, pues no puede mantenerse por sí mismo. La tradición israelita ha vinculado a huérfanos y viudas, situándoles sobre un mismo campo de necesidades y haciéndoles objeto de cuidado especial por parte del resto de la sociedad (cf. Is 1,23; Jr 49,1; Job 22,9; 24,3; Lam 5,3); por eso dice que Yahvé es Padre de huérfanos, Juez de viudas (Sal 68,6), a quienes toma bajo su protección.  

Debemos cuidar al huérfano - Justin Burkholder

            Mirados así, los huérfanos (niños y jóvenes sin arraigo familiar, sin protección jurídica y social estricta) se parecen mucho a las “viudas” bíblicas, es decir, a las mujeres que carecen de verdadera autonomía, con el agravante de que son “menores” y pueden ser destruidos como personas, no sólo al servicio de la “trata sexual”, sino de otros tipos de opresión: niños de la calle, niños de la guerra, niños obligados a trabajos de opresión, sin verdadera escuela, sin educación estricta, sin posibilidades de realizarse como personas de una forma digna, afectiva y socialmente madura. Estos niños, los huérfanos de las antiguas y nuevas sociedades, son los candidatos más idóneos para la explotación, la delincuencia y la cárcel, especialmente en países donde existe una fuerte descomposición de las tramas familiares y sociales.

 ‒ Forasteros o gerim son aquellos que residen (gur) en la tierra israelita, pero que no están integrados en de la institución económica, social y sagrada de las tribus, pues no forman parte de la estructura humana, cultural y religiosa del pueblo de la alianza. No son extranjeros legales en sentido estricto (zar o nokri) pues esos extranjeros conservan el derecho del país del que provienen con sus estructuras sociales, familiares, religiosas, de manera que, aunque vivan temporalmente en la tierra de Israel, mantiene su propia referencia jurídica y nacional, siendo por tanto defendidos por sus países de origen. Por el contrario, los gerim o forasteros están en la tierra de Israel, pero sin pertenecer a la estructura jurídica de Israel, y sin tener la protección de sus países de origen.

Por eso se dice que estos gerim/extranjeros “peregrinan”, pues no tienen tierra propia, ni defensa jurídica, pudiendo ser expulsados o maltratados, incluso asesinados, sin que nadie les defienda. En esta línea he recordado a los patriarcas de Israel, que peregrinaban por la tierra de Palestina, sin derechos propios, y a los emigrantes de Egipto… y a los hebreos que entraron en la tierra prometida. Esos extranjeros constituyen una categoría especial de personas y su integración o rechazo en la estructura socio-religiosa de Israel constituye uno de los temas básicos de la historia bíblica, desde la entrada de los hebreos en Palestina hasta la culminación del proceso formativo del pueblo, tal como se narra en los libros de Esdras y Nehemías. Pues bien, la ley básica de Israel establece en su base, como principio de toda su legislación, la norma más alta de acoger, proteger a huérfanos, viudas y extranjeros.

 Las mujeres sin garantía legal (víctimas y viudas sin posible defensa)  aparecen en el contexto general del AT en mismo plano que los huérfanos (niños sin familia) y los extranjeros. En sí mismas, en una sociedad patriarcal, ellas carecen de autonomía, de forma que no pueden enfrentarse a solas con la vida, mantener sus derechos. En esa línea, la protección de las mujeres viudas se mantiene en la misma línea que la protección de los huérfanos y extranjeros, a los que se considera como “dependientes”.

El tema es relativamente fácil para el niño (huérfano), pues al hacerse mayor puede formar parte de la “familia” israelita. El tema es más complejo para el extranjero: ¿Se mantiene siempre como extraño al pueblo… o puede integrarse en la nación israelita? ¿En qué condiciones? El tema ha sido planteado de un modo especial en relación con las mujeres,  a lo largo de toda la historia israelita y de un modo especial en el libro de Esdras-Nehemías. 

Por una parte, las mujeres extranjeras deben ser protegidas por los israelitas, en la medida en que son necesitadas, como los huérfanos y las viudas, pues ellas están bajo la protección especial de Dios.

Por otra parte, esas mujeres aparecen como una amenaza para la identidad del pueblo, de manera que muchos estratos de la Ley prohíben que los israelitas se casen con ellas. Más aún, los libros de Esdras y Nehemías, con su legislación más nacionalista, mandan expulsar a las mujeres extranjeras… Aquí sólo me ocupo de sólo las leyes más antiguas y más importantes, que asocian a las “viudas” (y a las mujeres extranjeras) con los huérfanos y extranjeros, exigiendo para ellos una protección especial.

 El dodecálogo de Siquem,la más antigua de las leyes de Israel, que puede provenir del siglo X a.C. y se encuentra contenida en Dt 27,15-26, nos sitúa en un contexto arcaico y presenta las primeras leyes de Israel, manera negativa, como maldiciones. Unas son de tipo religioso (no hacer ídolos, imágenes de Dios), otras de tipo familiar (no despreciar a padre/madre), económico/social (mantener los mojones, respetar a enfermos y oprimidos), sexual (prohibición de bestialismo o adulterio) o criminal (no matar). Entre ellas aparece la nuestra:

¡Maldito quien defraude en su derecho al forastero, huérfano y viuda! ¡Y todo el pueblo responda: así sea! (Dt 27,19). 

Esta maldición forma parte de las primeras normas éticas del pueblo israelita. Los levitas proclaman en nombre de Dios la ley sagrada que exige la defensa (el misppat) de los más débiles (forasteros/huérfanos/viudas) y el pueblo entero, reunido en asamblea constituyente (cf. Dt 27,1.9), responde ratificando esa ley con su amen pactual o así sea. La defensa de los oprimidos (con el ciego de 27,17) no ha entrado en los decálogos quizá más elaborados y completos de Ex 20 y Dt 5 pero es ley fundante de Israel: no cree en Dios (no puede responder amén) quien no se comprometa a defenderlos.

El texto supone que un levita proclama en nombre de Dios la ley sagrada (misppat) que exige (bajo juramento o “maldición”) la defensa de los más débiles y que todo el pueblo debe responder así sea. Entre los “débiles”, los que no pueden contar con la ayuda de un “vengador de sangre” o de unos familiares fuertes que les defiendan están los huérfanos, viudas y forasteros. Pues bien, la Ley de Israel afirma que ellos tienen unos derechos superiores, avalados por el mismo Dios. Pues bien, esta norma se encuentra en la base de la vida israelita, lo mismo que el rechazo de la idolatría (27,15) y las leyes de pureza sexual y protección personal (27, 20-25), avaladas por este dodecálogo de Siquem, una de las más antiguas legislaciones recogidas en la Biblia.  Los extranjeros-huérfanos-viudas vienen a presentarse de esa forma como "familiares de Dios", es decir, como sus protegidos, de manera que toda la familia israelita, reunida en nombre de Dios, debe comprometerse a defenderles. 

El Código de la Alianza (Ex 20, 22‒23, 19),que ha sido incluido como expansión del decálogo y de la teofanía y pacto del Sinaí (Ex 19, 1‒20, 21), en torno al siglo IX-VIII a.C., incluye diversas leyes de tipo social, criminal, económico y cultual propias de de una sociedad en gran parte agraria. Insiste en el cuidado por los más débiles y en la preocupación por la justicia. En ese contexto, dentro de una especie de nuevo decálogo (Ex 22, 17-30), que incluye normas religiosas (22, 17-19), sociales (22, 20-26) y cultuales (22, 27-30), aparece la ley sobre los pobres:

 No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forastero fuiste en Egipto. No explorarás a la viuda y al huérfano, porque si ellos gritan a mí yo los escucharé. Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, y quedarán viudas vuestras mujeres y huérfanos vuestros hijos (Ex 22, 20-23). 

Forasteros o gerim fueron antaño los hebreos; por eso, ellos no pueden olvidar su origen y oprimir a los que vagan sin casa ni familia por su tierra. Este recuerdo del origen social israelita (¡fuiste un ger!) funda toda su moral y la explicita en forma de solidaridad con los oprimidos: Dios tuvo piedad de los hebreos marginados en Egipto; ahora sus hijos deben comportarse como Dios, apiadándose de los forasteros, lo mismo que a los de huérfanos y viudas.

De esa forma, los extranjeros quedan asociados con los huérfanos y viudas de Israel (o de otros pueblos), es decir, con aquellos que carecen de protección legal (social). Todos ellos pueden gritar, como antaño gritaron los hebreos, siendo escuchados por Dios desde la altura (cf. Ex 2, 23-24). Dios no se revela en la grandeza del sistema o por la fuerza de los triunfadores que imponen su derecho y religión sobre los otros. Precisamente en aquellos que disponen de fuerza ni de leyes protectoras, viene a revelarse Dios sobre la tierra. Así lo ratifica el cuerpo central del Deuteronomio(Dt 12-26),querecoge y sistematiza (en torno al VII-VI a.C.) unas leyes más antiguas, insiste en ese mismo motivo, y lo sitúa en un contexto de celebración y de solidaridad social:

Deuteronomio I: solidaridad en la fiesta.El cuerpo del Deuteronomio (Dt 12-26)recoge hacia el siglo VII a. de C. unas leyes muy antiguas sobre las fiestas:

  Celebrarás la fiesta ante Yahvé, tú Dios, tú y tus hijos y tus hijas, y tu esclavo y tu esclava, y el levita que habite en tus ciudades, y el extranjero, huérfano y viuda que viva entre los tuyos,en el lugar que Yahvé tu Dios elija… Recuerda que fuiste esclavo de Egipto... (Dt 16, 11-12).

 Se alude aquí a la Fiesta de Acción de Gracias, que los israelitas más afortunados celebran tras la recolección, en el otoño, dando gracias a Dios por la cosecha y la abundancia de la vida. Pues bien, en esa fiesta, el patriarca de la casa ha de abrir su espacio, ofreciendo un lugar de alegría, de fraternidad religiosa y comunicación social no sólo a los familiares, sino a los emigrantes Allí donde los pobres y extranjeros no quedan invitados a la fiesta de la vida no se puede hablar de ley de Dios (como sabe también, en otro plano, pero con el mismo espíritu Lc 14, 16-24).

Deuteronomio II: solidaridad alimenticia.Para que pueda celebrarse la fiesta compartida, es necesario un gesto de solidaridad económica. 

   – Cuando siegues la mies de tu campo... no recojas la gavilla olvidada;  déjasela al extranjero, al huérfano y a la viuda, – Cuando varees tu olivar, no repases sus ramas;  dejárselas al extranjero, al huérfano y a la viuda.  – Cuando vendimies tu viña no rebusques los racimos;  déjaselos al extranjero, al huérfano y a la viuda;    recuerda que fuiste esclavo en Egipto (Dt 24,17-22)

  Frente al afán codicioso de aquellos que quieren poseerlo todo, el texto apela al derecho de los pobres que claman a Yahvé desde su necesidad, siendo escuchados. De pan, vino y aceite vive el hombre; por eso es necesario que quienes tengan esos bienes los compartan con los pobres, con los que no tienen tierras, expresando así la generosidad del Dios que los ofrece a todos. 

Deuteronomio III: ampliación espiritual amor al extranjero. En este contexto, recreando un tema que aparece de otra forma en Lev 19 (donde se dice amarás al prójimo, es decir, al israelita), nuestro texto exige amar a los extranjeros:

   – Yahvé, vuestro Dios... es Dios grande, poderoso y terrible, no tiene acepción de personas, ni acepta soborno, hace justicia al huérfano y a la viuda  y ama al extranjero para darle pan y vestido.   – Por eso, amaréis al extranjero, porque extranjeros fuisteis en el país de Egipto (Dt 10, 17-19)

  El texto afirma que Dios ama a los extranjeros, es decir, a los hombres y mujeres que no forman parte del pueblo elegido (Dt 10,18), ni tienen una patria o un hogar donde defenderse y vivir protegidos. Lógicamente, los israelitas deberán amar también a los extranjeros. Esta exigencia de amar (es decir, de recibir en el espacio de vida y familia, de clan y de grupo religioso) a los extranjeros huérfanos y viudas, constituye una de las cumbres de la tradición israelita y de la humanidad.

 La norma suprema de la Ley israelita es aquí el amor al forastero. Éste es el punto de partida de la moral israelita. La tradición posterior, asumida por el NT (Mc 12, 28-34), ha vinculado amor a Dios y amor al prójimo (Dt 6,5 y Lev 19,18), de una manera hermosa pero quizá un poco estrecha, porque el prójimo (rea’) al que se debe amar sigue siendo el israelita. Hubiera sido preferible, al menos en contexto cristiano, haber unido los dos textos centrales de del Deuteronomio: Dt: 6,5 (amor de Dios) y Dt 10,19 (amor al ger o forastero), mostrando así la relación profunda que existe entre la fe en Dios y la ayuda a los más necesitados, que son aquellos que no forman parte de nuestro propio pueblo[1].

Éste es uno de los testimonios religiosos y sociales más “elevados” de la cultura humana. El Dios infinito (más allá del sistema), que se revela precisamente en los expulsados (huérfanos-viudas-forasteros), que son sus representantes en la tierra. Siguiendo en esa línea se puede elaborar una visión distinta de la mujer (y de los expulsados y necesitados de la sociedad).

[1] Cf. J. Fensham, Widow, Orphan the Poor inAncient Legal and Wisdom Literature, JNES 21(1962) 129-139; H. A, Hoffner, Almanah (viuda), DTAT 1,305-309; N. L. Levison, The Proselyte in Biblical and Early Post-Biblical times, SJT 10 (1957) 45-66; I. Weller, Zum Schicksal derWitwen and Waisen bei den Völkern der Alten Welt, Altertum 31 (1981) 157-197.

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