El Tragóforo de Santa Priscila: Jesús con la Cabra a Cuestas

La semana pasada he presentado el diálogo de las religiones, como experiencia y camino de diálogo (salvación) universal. Siguiendo en esa línea, y para completar ese motivo, quiero comentar hoy la mas famosa imagen del Jesús Tragóforo, en el lóculo del Arenario, de la Catacumba de Priscila, Roma (siglo III dC), que ofrece el testimonio más hondo de salvación universal, en Cristo que no salva a la oveja para condenar a la cabra, sino que acoge a todos, ovejas y cabras, llevando a la misma "cabra" a cuestas, es decir, a toda la humanidad:
-- Jesús pone en sus hombros la “cabra perdida” (no la oveja, cf. Lc 15, 4-7; cf. Mt 18, 12-14), esto es, a todos los seres humanos;
-- esta imagen transforma(en línea de salvación/religión universal) la sentencia de salvación/condena de Mt 25, 31-46, donde se oponía la suerte de ovejas y cabras;
-- según esta imagen (que recoge la primera gran teología romana) podemos afirmar que todos los hombres se salvan (=Jesús ha venido a salvar eficazmente a todos).
-- Los cristianos podemos ofrecer esta imagen de salvación universal, no para negar el valor de otras religiones, sino para dialogar con ellas, abriendo un camino de esperanza universal de cielo, es decir, de humanidad reconciliada.
-- Esta imagen de tipo "gnóstico-eclesial" interpreta a la "cabra-caída" (perdida) como humanidad que Jesús ha tomado en sus hombros, como Cruz de amor, para resucitar con ella, como afirma la liturgia cristiana de Pascua
Introducción
Ésta imagen del Tragóforo, que lleva en sus hombros y salva a la oveja/cabra perdida, situada en el centro del conjunto ornamental más importante del Lóculo del Arenario de la Catacumba de Priscila, ofrece un testimonio clave para entender el cristianismo.
Este Jesús:
-- no sacrifica al animal que lleva en sus hombros (como el moscóforo griego),
-- ni expulsa y condena al macho cabrío (como el judaísmo de Lev 16),
-- sino que vive (y muere) al servicio de la cabra-oveja,
-- abriendo así un espacio de salvación para todos, ovejas y cabras.
Ese Jesús Tragóforo, portador de la cabra/macho cabrío (buco, chivo expiatorio), con su zurrón pastoril, tiene a su lado a las ovejas y a las cabras de Mt 25, 31-46, que ahora son todas buenas, a la derecha y a la izquierda:
-- oveja y cabra se inscriben en el círculo sagrado de la Vida (paraíso),
-- con los árboles crecidos de mostaza (Reino de Dios),
-- donde anidan las aves del cielo (Espíritu Santo),
en signo de salvación universal.
Nunca, que yo sepa, había presentado la iconografía cristiana (y quizá la de todas las religiones) una imagen más honda de salvación universal. Nunca, que yo sepa, ha desarrollado la teología y la religión cristiana
-- una experiencia y tarea más honda de liberación dirigida a todos;
-- esa tarea la realiza ante todo Jesús Tragóforo, con la cabra a cuestas;
-- pero con él deben asumirla y realizarla todos sus seguidores.
Este Jesús Tragóforo abre un camino para aquellos que le siguen, que han de ser igualmente “tragóforos”, portadores de la cabra, creando un espacio en el que puedan convivir (transformadas) ovejas y cabras, haciendo que este mundo sea un paraíso, es decir, un camino de transformación salvadora universal...
Éste es un signo cristiano, pero puede y debe presentarse, al mismo tiempo, como signo religioso universa (pues no tiene nada confesionalmente cristiano, en el sentido dogmático estrecho de ese palabra). Éste era un tema clave de mi tesis sobre los Hermanos de Jesús y servidores de los más pequeños. Mt 25, 31-46 (sígueme, Salamanca 1985).
1. Jesús moskóforo y crióforo

En animal (novillo, oveja) tiene que morir, para que los beneficios de Dios (de la Vida) se concedan en el templo al oferente. Parece un animal feliz, pero le llevan al matadero religioso, para derramar y ofrecer su sangre al Dios, para que los devotos coman de su carne y así reciban su fuerza.
Ésta es una imagen que se encuentra en el fondo de muchas representaciones antiguas, donde el animal recibe un carácter sagrado, para ser sacrificado. Es una imagen piadosa, pero de piedad sacrificial y de violencia. Pues bien, en contra de su inspiración original, el Cristo de las catacumbas no lleva novillo o al cordero para la muerte, sino todo lo contrario: Pare para salvarlo de la muerte, para introducirlo en la gloria de Dios, es decir, en la Vida.
2. Simbolismo romano-helenista. Motivos paganos, novedad cristiana

Aquí aparece Jesús como Buen Orfeo, que no utiliza a los animales, no los mata para Dios (para sí mismo), sino que les libera de su mala animalidad, para integrarlos en la armonía cósmica de la Vida. Éste es el Cristo pastor bueno (de Jn 10) que da la vida por sus ovejas, que las lleva consigo, en sus hombros, a los pastos buenos, conforme al poderoso salmo del buen pastor (Sal 23 o 22).
3. Ni moskóforo, ni crióforo: Jesús Tragóforo (bucóforo”), que lleva en sus hombros al macho cabrío
La novedad de la Catacumba de Santa Priscila está en que Jesús, el Pastor, vestido de Romano Noble, no lleva en sus hombres un novillo (no es moscóforo), ni una oveja (no es crióforo), sino una cabra o, quizá mejor, un macho cabrío, de manera que podemos llamarle “bucóforo” o, quizá mejor, “tragóforo”, conforme a la imagen poderosa de Lev 16.
Lev 16 ha popularizado la imagen universal de los dos “chivos”. Uno es el “chivo expiatorio” al que el “buen” sacerdote debe matar, para limpiar con su sangre los pecados de todos los hombres y mujeres del pueblo. El otro es el “chivo emisario”, sobre cuya cabeza ha de cargar el sacerdote todos los pecados del pueblo, mandándolo al desierto de Azazel, en las “tinieblas exteriores”, condenándolo de así al exilio y a la muerte.
Pues bien, este Jesús de Santa Priscila no ha venido a matar a un chivo, ni a expulsar al otro, sino a cargar con todos los chivos (bucos, machos cabríos) del mundo, llevándolos en sus hombros, para salvarlos, porque su Dios es Dios de salvación, de transformación universal, de vida.
4. Parábola del Buen Pastor (Lc 15, 4-7; cf. Jn 10)
Desde ese fondo se entiende la parábola del Buen Pastor de Lc 15, 4-7 (que aparece también en Mt 18, 12-14, que Jn 10 ha desarrollado). Ésta es la primera “lectura” de la imagen de la Catacumba de Santa Priscila. El mismo Jesús, Noble Romano (de la buena Roma), representante de Dios, ha venido a mundo para tomar en sus hombros y salvar a la oveja perdida.
Pero la imagen dice más que un perfecto comentario exegético. Este Jesús no ha tomado y puesto en sus espaldas a una oveja cualquiera (un tonto cordero), sino que ha venido a buscar a la “cabra perdida”, identificándose de algún modo con ella. Ésta es la imagen suprema del “Dios que desciende” (o sube), introduciéndose en el centro de una realidad (humanidad) que corre el riesgo de perderse, no simplemente por ignorancia, sino incluso por maldad.
Esta presencia “pastoril” (salvadora) de Jesús en el mundo perdido de las cabras (de los pecadores) es algo que Pablo ha puesto de relieve, es el centro radical de su mensaje de salvación, su kerigma preferido. Lo que Pablo ha dicho en lenguaje afilado, cortante… y a veces casi contradictorio lo dice, en un cementerio cristiano, el pintor de este Jesús Tragóforo. No se podía haber dicho mejor.
5. Parábola del juicio final, ovejas y cabras (Mt 25, 31-46)

Nos hallamos ante la más audaz transformación. El Pastor-Juez que separa ovejas y cabras (mandando a las cabras a las tinieblas exteriores: ¡Apartaos de mí…!) se convierte en Pastor crióforo y tragófero, que toma en sus espaldas a ovejas y cabras… de manera que ellas aparecen a sus pies, a sus dos lados: A la derecha la oveja, a la izquierda la cabra…. Pero ahora tanto la derecha como la izquierda aparecen como lados buenos. Ovejas y cabras rodeando al Cristo, que las lleva en sus hombros… Ellas son el signo de la salvación universal, del Dios que en Cristo se ha hecho “todo en todos”, vida plena y abundante.
Esto no se puede decir ni probar en lenguaje conceptual. Por eso la teología ha tenido que seguir hablando de un cielo (derecha) y un infierno (izquierda), de ovejas y cabras… Pero los supra-teólogos de la Iglesia (desde Orígenes hasta Santo Tomas, K, Barth, H. U. von Balthasar y J. Ratzinger) saben que más allá de la dualidad (salvación y condena) hay un tipo de unidad más alta, la apokatástasis, que es salvación de todos en Jesús.
6. Plantas y aves del paraíso
Aparecen en la parte superior del círculo sagrado, a los dos lados de Jesús Tragófero, formando una cuaternidad “divina” con la oveja y la cabra de la parte inferior. Ellas aparecen como símbolo del cielo no sólo en el mundo helenista, sino en el judaísmo antiguo y en el primer cristianismo.
Éste es el cielo de las aves sagradas que aparecen en muchas sinagogas helenistas, lo mismo que las catacumbas cristianas. La imagen nos sitúa de esa forma ante el “cuadrado divino” (cuatro animales, todos los seres humanos) salvados por Jesús, pastor divino, que lleva en sus hombros a la humanidad perdida.

Al final, todo es “cielo”, por obra de Jesús, presencia de Dios, nueva humanidad reconciliada, con las cabras perdidas que aparecen ya como criaturas buenas, con Jesús Hijo entregando a Dios Padre su creación (cf. 1 Cor 15), presidida por el Espíritu Santo (las dos aves de la parte superior), en círculo cuadrado (la cuadratura final del círculo, o al circularidad del cuadrado, que han buscado gran parte de las religiones).
Éste es un cielo de animales y plantas, el nuevo paraíso (en la línea de Gen 1), la creación culminada de Dios, que ha sido capaz de reconciliar todas las cosas, todas las creaturas, a través de Cristo, su enviado, el Buen Pastor, salvador de las ovejas y las cabras.
7. Un signo cristiano, signo universal

Como he destacado, los símbolos (moskóforo, pastor, ovejas y cabras, aves…, con el cuadrado y el círculo sagrado) están tomados de la religión y cultura greco-helenista (romana), pero pueden aplicarse a todas las religiones, que vinculan al hombre con la vida universal…
Jesús es para los cristianos el “hombre de Dios”, aquel que asume sobre sus espaldas su el destino sagrado de la salvación universal… Lleva en sus hombres al conjunto de la humanidad… Los cristianos saben que ese gesto lo ha realizado en la Cruz, llevado allí en sus hombres y destruyendo para siempre la condena de los hombres (como sabe la carta a los Efesios 2, 16), pero no lo dicen, prefieren dejarlo en la penumbra (para no imponer su visión particular a los demás); su visión de la Cruz (tomar en sus espaldas el peso de los otros) pertenece al misterio del camino de la salvación universal.
8. Éste es un signo de las víctimas, desde las “catacumbas”
Es quizá el signo más hondo de la Iglesia de Roma, que es todavía una comunidad de perseguidos, amenazada a muerte…, pero que se eleva como capaz de expresar el signo de la vida, con su gran esperanza, desde el mismo cementerio donde descansan sus muertos. Éste es el signo de las víctimas, que no condenan a sus agresores, sino que les ofrecen la salvación.
No descalifican a sus “agresores”, sino que ponen de relieve su “costado bueno”. Así identifican a Jesús (crucificado) con un noble romano (quizá con el mismo Emperador), que no tiene ya los signos del imperio militar, sino los de una humanidad compasiva y salvadora. El mismo Jesús crucificado aparece aquí abriendo los brazos para llevar sobre sus espaldas el peso de la humanidad, pero no como Atlante condenado, sino como un gozoso Pastor que salva a su Oveja perdida.
Éste no es un signo que se impone desde una gran basílica, en un Arco Sagrado, sobre un Ara Victoriosa, con signos poderosos de tipo político-social, sino el signo humilde de un grupo de amenazados-perseguidos, que se atreve a ofrecer ante el Imperio Romano, ante todo el mundo, la imagen de Jesús, aquel a quien aman, su Pastor, que no es ya Emperador de un mundo dominado por poderes de imposición, sino de una humanidad nueva, donde existe salvación para todos (ovejas y cabras).
9. Reflexión personal
He vivido cinco años en el Viale Regina Margherita, a dos tiros de piedra de la Via Salaria… Muchas veces, en un momento de descanso, tomaba la Via Salaria y bajo los hondos pinos caminaba hasta Santa Priscila, para detenerme unas horas ante la visión de Jesús Tragófero, con su círculo y cuadrado de paraíso, con las plantas y los animales del cielo... Esa imagen, en centro de la gran bóveda del cielo con la quiero terminar este itinerario, ha sido uno de los motivos principales (de las fuentes de inspiración) de mi vida personal y de mi teología. Quizá otro día presente las restantes imágenes, especialmente la orante.
Las religiosas que custodian y enseñan estas catacumbas de santa Priscilla son benedictinas. Todavía recuerdo a una hermana, que me conocía bien por las veces que iba a visitarlas. Un día le pregunté qué es lo que más le gustaba… Me dijo:
-- Cuando puedo, con un poco tiempo, voy a visitar la Imagen del Cristo Pastor, que reúne a las ovejas y a las cabras… no sólo en el paraíso final, sino aquí, en este mundo. Para eso estamos nosotras aquí, le Suore Benedittine, rezando sobre este cementerio, que es la “regina catacumbarum”… Queremos que este Jesús Pastor salga a la calle y reúna a todos los hombres y mujeres de Roma y del mundo, para que la tierra ser paraíso, con los árboles de la vida, con las aves del cielo…
Victimae paschali laudes: Secuencia de Pascua
Y la hermana me siguió diciendo: el mejor comentario de esta imagen la ofrece el Himno-Secuencia de Pascua, que dice:
Victimae paschali laudes - immolent Christiani.
Agnus redemit oves: -- Christus innocens Patri -- reconciliavit peccatores.
Mors et vita duello conflixere mirando-- Dux vitae mortuus, regnat vivus.
Dic nobis Maria, quid vidisti in via?
Sepulcrum Christi viventis, - et gloriam vidi resurgentis:
Angelicos testes, -- sudarium et vestes.
Surrexit Christus spes mea: - Praecedet vos in Galilaeam.
Scimus Christum surrexisse - a mortuis vere:
Tu nobis, victor Rex, miserere. Amen. Alleluia.
A la Víctima pascual consagren los cristianos las debidas alabanzas.
El Cordero redimió a las ovejas: Cristo inocente reconcilió a los pecadores con su Padre.
La muerte y la Vida se trabaron en imponente duelo:
El Autor de la Vida, aunque murió, ahora reina vivo.
Dinos, María, ¿qué has visto en el camino? Vi el sepulcro de Cristo viviente,
y la gloria del que resucitó. Vi ángeles testigos; y vi su sudario y sus vestidos.
Resucitó Cristo, mi esperanza; precederá en Galilea a los suyos.
Sabemos que Cristo verdaderamente resucitó de entre los muertos:
Y por lo tanto, Tú Rey victorioso, ten piedad de nosotros.
Amen. Aleluya.
Bibliografía sobre catacumbas…
http://es.wikipedia.org/wiki/Catacumbas_de_Priscila
http://www.slideshare.net/tomperez/arte-paleocristiano-171139
http://www.encuentra.com/articulos.php?id_art=266&id_sec=37
http://rsanzcarrera2.wordpress.com/2008/07/25/el-buen-pastor/
PASQUALE TESTINI, Le catacombe e gli antichi cimiteri cristiani in Roma, Cappelli Editore, Bologna 1966
VINCENZO FIOCCHI NICOLAI – FABRIZIO BISCONTI – DANILO MAZZOLENI, Le catacombe cristiane di Roma. Origini, sviluppo, apparati decorativi, documentazione epigrafica, Schnell & Schneider, Regensburg 1998
SANDRO CARLETTI, Guía de la catacumba de Priscila, Pontificia Comisión de Arqueología Sacra, Ciudad del Vaticano 1985