10. I. 10. Más sobre el bautismo: Una parábola, una teología, un testimonio

Escribí ayer unas reflexiones sobre el bautismo como “reto y tarea” de la Iglesia. No planteaba ni explicaba todos los problemas, pero me detenía en uno que, a mi juicio, es fundamental: La Iglesia es (y ha de ser) una experiencia de bautismo, una gran "pila/fuente" bautismal de vida humana. En ese fondo ´se sitúan las tres reflexiones que ahora siguen:

1. La Iglesia se atreve a Bautizar, según Jesús… y eso significa que tiene un hilo de agua que puede convertirse en torrente de Vida que salta hasta la Vida Eterna. En esa línea he querido recoger hoy la parábola de mi amigo entrañable, José Muñoz, compañero, colega, de los viejos tiempos de la Vera-Cruz de la Merced de Salamanca. Un saludo, Pepe, un abrazo virtual a tí, que te has hecho caribeño siendo manchego, esperando darte pronto un abrazo real.

2. La Iglesia tiene una hermosa teología mistérica del bautismo, que ha desarrollado Pio, comentarista, que añade su contrapunto a lo que yo decía. No creo, Pío, que nuestras perspectivas se contradigan, pero ya tuya sola, si no va acompañada de la Vida de la Iglesia, convertida en Gran Baptisterio de Vida, puede terminar banalizándose. Pues bien, fundada en la vida de la Iglesia, tu teología me parece necesaria. Gracias por tu aportación. En esa línea puse la imagen de Eunate, que para mí aparecía como gran Baptisterio-Iglesia.

3. En tercer lugar, el bautismo es una experiencia personal… como ha puesto de relieve IME, un espléndido comentarista, a quien saludo desde aquí, agradecido, emocionado. Gracias IME, cristiano de bautizo y bautizado.

La imagen de hoy la tomo del blog de los mercedarios, que recomiendo a todos los amigos de blog. Y para terminar la introducción: Feliz Día de Bautismo del Señor para todos.


José Muñoz, mercedario: De Hilo a Torrente de Agua. Una parábola
(en http://pjvmercedariard.blogspot.com/)


Era una tierra seca y baldía, apenas regada con el agua de lluvia que caía de tiempo en tiempo, hasta que llegó aquel joven, sin historia, sin credenciales y con ideas locas, decía que él había estudiado y por la formación del terreno se podía intuir el agua escondida, solo se necesitaba confianza y voluntad. La mayoría no le hicieron caso, pero algunos se acercaron y le ayudaron. Horadaron la montaña, apenas comían, iban mal vestidos y sucios por el contacto con la tierra. La gente los criticaba y se reía de sus locuras, más valía la escasa agua de lluvia que mil lagos subterráneos inexistentes, hasta que un buen día comenzó a correr un hilillo de agua, escaso pero constante. Habían eliminado el obstáculo que impedía que el agua brotara. Y todo se volvieron alabanzas: “no si en el fondo sabía que el joven tenía idea”, “yo estaba a punto de ayudarles, pero el agua se adelantó”, “yo le iba a decir que iba a cavar un poco más allá”, “ ¿qué tenemos que hacer?”
La noticia corrió y un buen día se acercó al lugar un especialista que quería saber más del acontecimiento, el joven al verlo le abrazó sorprendido, “pero si es el licenciado Manuel, mi gran maestro, ¿Qué le trae por aquí?, “He venido a aprender”, le dijo el maestro. “No, yo no soy más que un alumno con suerte, si usted nos ayuda seguro que este hilillo de agua se convertirá en un torrente” y dirigiéndose a los demás les dijo: “háganle caso, él sabe lo que hay que hacer”, el licenciado replicó: “Si, pero primero enséñame, porque hay cosas que los libros y las aulas no dicen, y después yo también me pondré a la tarea”, y tras un larga y plácida plática ambos se adentraron en la montaña para continuar.
Con el correr de los días el agua fue aumentando de tal forma que no solo completó las necesidades de los vecinos del pueblo, sino que llegó hasta los confines lejanos y así muchos pueblos también se beneficiaron.

2º Voz. Pio (comentarista del blog). Un contrapunto teológico


Encuentro muy desafortunada, y claramente errónea desde la doctrina vigente en la Santa Iglesia Católica de Jesucristo, la frase que escribe Pikaza: " Pero nadie las toma ya de una manera literal estricta. Bautizados o no, los niños son hijos de Dios y pertenecen al misterio de su Vida, al camino de su cielo. La iglesia no les bautiza para quitarles un pecado de muerte".
Eso es relativizar y banalizar absolutamente el Sacramento del Bautismo, y quitarle desafortunadamente la INMENSA importancia que tiene para la vida del cristiano, que queda convertido por el Bautismo cristiano en Templo del Espíritu Santo.
En la Biblia en el libro de II Corintios 10:1-2 nos dice "Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar".

Cuando San Juan el bautista bautizaba en el río Jordán, lo hacia para el ARREPENTIMIENTO (Mateo 3:1). Aquellos que obedecían a su llamada sabían lo que significaba su bautismo. Al aceptar ser bautizados por Juan el Bautista, lo hacían para quedar identificados con su mensaje.
El bautismo de Jesucristo con o en agua de los cristianos es un simbolismo visual y para testimonio de lo que ocurre en el ámbito Espiritual. Representa la unidad y la identificación con Cristo que se establece por medio del bautismo con el Espíritu Santo. El bautismo que nos une a Cristo es el bautismo con el Espíritu Santo (Hechos 1:5; 1 Corintios 12:13). Cuando somos bautizados en agua o con agua públicamente, estamos dando testimonio de que estamos unidos a Él y tomamos parte en su muerte y su resurrección. El Bautismo es lo que verdaderamente nos hace cristianos y seguidores de Cristo y no se puede banalizar o relativizar siendo un Sacramento PRIMORDIAL y absolutamente fundamental para la

El Sacramento del Bautismo, por ser un Sacramento de INICIACIÓN, tiene unos efectos de regeneración e incorporación muy especiales:
"Al bautizado le son perdonados los pecados y recibe una vida nueva, se une a la muerte y resurrección de Jesucristo, participa de su misión sacerdotal, profética y real y es incorporado a la Santa Madre Iglesia".
Quien recibe el Bautismo queda revestido de Jesús el Mesías, lo que significa que la misma vida de Cristo está presente y actúa en el que ha recibido el Bautismo.
El bautizado, unido a Cristo en la Iglesia, es como Cristo Sacerdote, Profeta y Rey, y está llamado a dar testimonio del Señor en este mundo. El Concilio Vaticano II ha enseñado que "los bautizados son consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo por la regeneración y la unción del Espíritu Santo"
( LG 10; cfr. 1 Pe 2, 9-10).

El Bautismo imprime en el cristiano, un sello espiritual indeleble de su pertenencia a Cristo. Este sello no es borrado posteriormente por ningún pecado, aunque el pecado impida al Bautismo dar frutos de salvación. Dado una vez por todas, el Bautismo no puede ser repetido o reiterado.

No estoy de acuerdo con el Blogger Pikaza. El Sacramento del Bautismo es un asunto muy serio y fundamental para la vida del cristiano y no es correcto relativizarlo, ponerlo en duda o banalizarlo.

Atentos saludos.

3ª voz. IME (comentarista). Una afirmación personal. Testimonio de un bautizado

Mi Bautizo versus mi Bautismo”
(El testimonio personal de un bautizado)


No sé si todos los que se dicen bautizados, consiguen alguna vez en su vida saber lo que están diciendo, pero al menos por hoy, voy a intentar decirlo yo.
Confieso sin rubor que hasta mis 32 años, no descubrí en plenitud que significaba mi bautismo. Antes de llegar a esa fecha, habían pasado muchos días de encuentro con los sacramentos, especialmente con la confesión frecuente y la Eucaristía diaria, vividos en el seno de una comunidad cristiana donde también aprendí a leer y sobre todo a escuchar la Palabra de Dios y apoyarme en la fe de los demás.

Algo que considero determinante en mi descubrimiento, fueron las celebraciones de la muerte y resurrección del Señor (La Pascua).

Tengo por necesidad, que detenerme en la Vigilia pascual, donde empecé a ser consciente de lo que el día de mi bautizo, mis padrinos hicieron por mí, a saber: confesar mi fe en un Dios que es Padre y se nos da como Hijo en Jesús y como Amor en el Espíritu Santo que desde ese momento esplendido, habitará en nuestro corazón.

El día que me bautizaron, mis padrinos confesaron y prometieron por mí, rechazando en primera persona (¡Sí, renuncio!), toda posibilidad de obrar el mal o perder la libertad de hijo de Dios, precisamente otorgada por el Bautismo, frente a poderes, instituciones o egos personales, santo y seña de todo tipo de esclavitudes humanas. … y además me impusieron un nombre. Entonces la moda era imponer un nombre conocido, familiar, o cercano al santo del día. Hoy las cosas han cambiado, y las modas también. Se habla del nombre como del color de la ropa o de la marca del cochecito que compraremos…y pocos saben quizás que la imposición del nombre en el rito cristiano, significa que esa persona empieza a ser otra, no sujeta a nada ni a nadie, sino a Dios, su Padre.

Esto es lo que simboliza el nombre, además de expresar más o menos bien, la vida y esencia del bautizado. A mí me impusieron tres, cuya esencia significa más o menos: “haber sido elegido para la amabilidad y la delicadeza por la belleza del corazón”. Cuando ya adulto supe esto, confieso que escogí conscientemente responder a este trío de nombres con todo el entusiasmo de que soy capaz y poder ser conocido por Dios y por los demás como “el elegido, amable y delicado por la belleza de su corazón”.

Pero el Bautizo no es el Bautismo. Bautizarse es un rito sacramental, lleno eso sí, de símbolos a cada cual más rico y hermoso. Pero bautizarse es introducirse en el agua (lugar de muerte y de vida) para así significar que morimos al pecado y renacemos a algo nuevo. Es el verdadero nacimiento del ser humano, que ahora es cristiano. Escoger hacer el bien, sentirse hijo de Dios en toda circunstancia, y no dejarse atar por ningún poder, ni siquiera el propio, simbolizado en nuestros deseos y caprichos.
A mis 32 años, y precedido por vivencias sacramentales llenas de fe y buena voluntad, Dios tuvo a bien descubrirme los secretos maravillosos de ser cristiano.
. Entonces encontré una familia, que no respondía por apellidos, que traspasaba fronteras, y que podía acompañarme en cualquier lugar, en cualquier momento (la comunidad de los creyentes). Descubrí también el poder de prometer en primera persona el rechazo al mal, una y otra vez, en plena conciencia y lucidez, hasta terminar por asumir que lo mío era (es) realizar buenas obras para que todos alaben a Dios.
En este sentido el Bautismo es muerte y resurrección. Muerte porque uno mismo renuncia a la vida de apegos, caprichos, mentiras, y vanidad que implica creerse mejor que los demás, tener poder sobre ellos, servir ciegamente a instituciones, filosofías o ideologías de cualquier tipo (incluidas las religiones cuando éstas se empecinan y se cierran sobre sí mismas).

Y todo esto para resucitar, o sea nacer, a una manera de vivir en novedad, hecha de cariño y ternura hacia los demás, de respeto y adoración al Padre que está en el cielo, de enamoramiento de Jesús, en quien se nos dan todas estas posibilidades, para poder vivir en santidad, que no es otra cosa que participar del Espíritu Santo, o sea, de ese modo de ser y actuar nuevo que es el Amor.

CONCLUSIÓN. Buen día de Bautismo para todos.
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