¿Por qué se casó Jesús, y precisamente con Salomé? (J. L. Suárez R.)

José Luis Suárez Rodríguez, autor del comentario que ayer publique sobre humanización y globalización, dirige un http://circuloteologiasentidocomun.com/index.html (pág. Webb en reforma) y una editorial que se llama apisediciones@hotmail.com (teléfono de contacto: 679494225 ).

Presenté hace algún tiempo un resumen de su obra principal Proyecto Nezereo: La búsqueda del Jesús Samaritano (Apis Ediciones, Madrid 2012) (http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php/2012/11/26/p325144#more325144).

Continuando en la línea allí iniciada, presento aquí los ocho rasgos de su visión de Jesús, añadiendo uno nuevo, desarrollado en su nueva obra: Por qué se casó Jesús. La alianza real del Nezereo (Apis Ediciones 2013).

Éste es el tema de la obra: ¿Con quien y por qué se casó Jesús? J. L. Suárez piensa que se casó con Salomé, princesa herodiana, heredera de las tradiciones mesiánicas de Israel. Se casó con Salomé, para ratificar su pretensión regia... y por eso en el fondo le mataron los sacerdotes, que no querían mesías ni reyes a su lado...


Siga quien quiere seguir la reconstrucción histórico-religiosa de J. L.Suárez, con su visión de Jesús y su matrimonio con la princesa herodiana Salomé de Iturea.

INTRODUCCIÓN. OCHO CLAVES DE LA VIDA DE JESÚS

J. L. Suárez ha “trazado” una vida de Jesús que centra en ocho hipótesis fundamentales, que él ha deducido de los evangelios canónicos y apócrifos, de la obra de F. José y de otros escritos contemporáneos:

1. Jesús, el Nezereo. J. L. Suárez presenta a Jesús como el “nezereo”, es decir, hombre del nezer o corona (que eso significa el término). Desde ese fondo han de entenderse las restantes hipótesis del libro: Jesús fue un judío mesiánico, un aspirante al Reino de Israel, con un fondo dinástico, político y religioso.

2. Jesús galileo. Estuvo por un tiempo con Juan Bautista, en la zona de Perea (de gran influjo nezereo y gnóstico), pero volvió después a su zona (la zona de Genezaret, tierra del Nezer o corona real) en Galilea, promoviendo allí un movimiento de Reino. Fue “nezereo”, hombre del Nezer (no como nazareno de Nazaret, que no existía. Así vino a presentarse después en Cesarea de Felipe (en Iturea) como rey de los judeos, es decir “de todos los israelitas”, en un sentido espiritual, no puramente político, pero también político, creando así movimiento de interioridad y conversión, abierto a todos los pueblos.


3. Jesús, Taheb samaritano. J. Suárez supone que Jesús fue judeo (de la Judía romana, que se extendía a toda la tierra antigua de Israel), en el sentido amplio del término, pero no judío en el sentido más cerrado, pues no estaba vinculado directamente con el judaísmo del templo de Jerusalén, con las tradiciones que después (siglos II-III d. C. desembocarán en el judaísmo rabínico posterior). Jesús asumió las tradiciones del “gran Israel”, pero con rasgos muy “samaritanos”, que tenían mucho influjo en Galilea. En esa línea se le puede identificar con famoso “samaritano mesiánico” que, en torno al año 32 d. C., según Flavio Josefo, habría intentado retomar e implantar las tradiciones mesiánicas sobre el Monte Garizím, presentándose el Taheb, “aquel que ha de venir”, es decir, con el delegado último de Dios.

3. Jesús gnóstico, helenista. Siendo galileo y samaritano, Jesús vivió en medio de un hervidero de ideas y tendencias religiosas, donde venían a juntarse y vincularse elementos israelitas ancestrales (vinculados a la unidad de Dios) con otros helenistas, propios de la espiritualidad más humanista de Grecia que se habían extendido (o se estaban extendiendo) por todo el oriente. Este Jesús, galileo y samaritano gnóstico (sapiencial), desarrolló una doctrina universalista, de hondo carácter místico y ético, uniendo de forma ejemplar el amor de Dios y el amor al prójimo, pensando así que podía (y debía ser) el rey universal de los israelitas.

5. Jesús juzgado y absuelto por Pilato en Cesarea del Mar. La aparición de Jesús como Taheb en suscitó un gran revuelo, de forma que Pilato tuvo que mandar parte de su ejército para sofocarlo. En ese momento, el líder Jesús, ya bien conocido en oriente, fue acusado por otros grupos de “judeos” (entre ellos por los judíos vinculados a Jerusalén), que le llevaron ante el Pretorio de Pilato, gobernador romano, a Cesarea, que estaba más cerca de la tierra de los samaritanos. Jesús se presentó en el juicio como Bar-Abba (Barrabás), es decir, como Hijo-del-Abba (de Dios Padre), un título samaritano y gnóstico, que él vinculaba con a todos los hombres y mujeres (que son también hijos de Dios). Siendo Bar-Abba (Hijo del Padre Dios), Jesús era, al mismo tiempo (así se presentaba) un Bar-Nasha, es de decir, Hijo de Hombr universal. Como buen juez romano, Pilato supo descubrir que el movimiento de Jesús tenía un carácter religioso, que no chocaba con los intereses de Roma, y así absolvió a Jesús Bar-Abba.

6. Jesús entregado en manos de los judíos de Jerusalén. Pilato absolvió a Jesús (en cuanto Bar-Abba, Hijo de la Divinidad), pero los enviados de los sacerdotes de Jerusalén le presionaron, diciendo que Jesús se presentaba también como Rey de los Judíos, en una línea davídica, contraria a los intereses de su templo, de manera que él (Pilato) no tuvo más remedio que “entregarle”, para que los sacerdotes le juzgaran según su ley, en Jerusalén (pues había pacto entre Roma y los sacerdotes de Jerusalén). De esa forma, siendo trasladado a Jerusalén, y presentándose allí como enemigo del templo y de su culto nacional cerrado, es decir, como “rey de todos los judeos”, en sentido espiritual y universal, Jesús fue condenado a muerte, sin verdadero juicio, y murió lapidado, siendo después colgado según ley sobre un madero.

7. Jesús el Nezer (Stephanos), el hombre de la corona. Jesús se había presentado en Jerusalén (donde le condenaron como presunto rey) como el hombre del verdadero Nezer, portador de la corona del Reino de Dios (que es reino de todos los hombres), es decir como Stephanos o Esteban (que en griego significa corona). Jesús no fue Cristo (mesías nacional de los judíos de Jerusalén), sino Nezer o Stephanos, el hombre de la corona de Dios (el coronado), portador de la gloria del verdadero hombre mesiánico, abierto a todos los pueblos, por encima de un judaísmo sacrificial (nacional) judío. Fue el hombre de la doctrina universal, el Rey humano (Nezer, Stephanos), el Bar-Abba (Hijo de Dios), siendo hijo de los hombres. Pero los sacerdotes de Jerusalén le lapidaron (como se supone en Hch 6-7).

8. Los partidarios de Jesús se dividieron tras su muerte. Algunos siguieron fieles a su mensaje y a su ejemplo, y así desarrollaron un tipo de “cristianismo gnóstico”, poniendo de relieve los aspectos más espirituales de su doctrina, viéndole como el “chrestós”, es decir, como el hombre bueno y bondadoso, signo del amor universal de Dios, tal como se expresa en su doctrina de la superación de los sacrificios, del perdón a los enemigos y del descubrimiento y despliegue de los valores más profundos y divinos de la vida humana. Otros vincularon su movimiento a las tradiciones más nacionalistas de Jerusalén, tomándole así como un Cristo judío, en la línea de David (del reino de Jerusalén), no en la línea abierta de Josué, de Moisés y de los grandes videntes de la historia israelita, centrada en Siquem (Samaría) más que en Jerusalén. De esta segunda perspectiva han nacido los evangelios actuales, aunque ellos conservan muchos elementos verdaderos del Jesús Nezer y Bar-Abba, del Jesús Hijo de Hombre y “Chresto”, la bondad de Dios personificada.

EL NUEVO LIBRO. ¿POR QUÉ SE CASÓ JESÚS CON SALOMÉ?

J. L. Suárez sigue perfilando y su hipótesis, y así lo hace en este nuevo libro, yq más corto, de 64 págs. dedicado al matrimonio “real” de Jesús.

-- Desde antiguo se viene diciendo que Jesús pertenecía a un “círculo elevado” de pretendientes mesiánicos, vinculados de un modo directo o indirecto a la familia de los herodianos. En esa línea escribió Robert Graves su famosa novela Rey Jesús (King Jesus), Creative Age Press, Nueva York, 1946. Graves supone que Jesús era uno de los nietos de Herodes el Grande, y pretendiente, por tanto, a su trono. Fue un hombre bueno, espiritual, pacífico, que intentó actualizar las promesas de Israel, pero fue condenado y crucificado.

-- J. L. Suárez sigue una línea parecida a la de Graves, pero a su juicio Jesús no nieto de Herodes, sino que se casó con Salomé, una de sus nietas, que era hija de Filipo, rey/tetrarca de Iturea. Esta Salomé, a quien el evangelio de Marcos presenta como “seguidora” de Jesús (princesa heredera del Reino de Filipo...) escuchó y acogió su mensaje, y así “quiso casarse” con él, ratificando como “consorte” el derecho a trono de Israel.

-- Jesús fue pretendiente regio por sí mismo (como Necereo, hombre de la Corona Real) y por su matrimonio con Salomé, reina mesiánica. Jesús fue, según eso, un hombre bueno: Un profeta y pretendiente real (hombre del Nezer, el Rey coronado del nuevo Israel). Quiso unir bajo su corona a itureos y galileos, a judíos y griegos, a samaritanos y jersolimitanos… pero los sacerdotes de Jerusalén, que no querían reinos mesiánicos, le acabaron matando. Su religión sigue siendo una religión mesiánica, abierta a la paz de todos los pueblos.

De esa forma, el matrimonio de Jesús con la princesa Salomé (no con María Magdalena) ratifica la herencia mesiánica de Jesús, su derecho al trono israelita, su doctrina universal humana.

CONCLUSIÓN

Si algún lector quiere seguir pensando sobre el tema pida el libro de J. L.Suárez o intervenga en este blog. Podremos ofrecer nuevas razones para entender mejor el reino de Jesús, que a mi juicio no se casó, pues ofreció otro camino “real”, distinto al que proponen Graves y Suárez…

El lector que quiera conocer mi opinión puede acudir a la Historia de Jesús (Verbo Divino, Estella 2013) donde la exponro extensamente. A mi juicio, Jesús permaneció soltero y la novedad de su proyecto está en su mismo mensaje y en su vida, tal como culmina en su muerte y la experiencia pascual, no en un tipo de matrimonio regio.

De todas formas, saludo con gozo este nuevo libro de J. L. Suárez... que mezcla elementos históricos con una reconstrucción "literaria" de la historia de Jesús, en la línea de las mejores obras de R. Graves.
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