Job: Los caminos adversos de los hombres (J. M. de Miguel)

El libro se  titula: "Job, los caminos adversos de Dios", pero podría y debería titularse los caminos adversos de los hombres. Es un libro que ha leído J. M. de Miguel G., Catedrático de la Universidad Pontificia de Salamanca, y que ha reseñado en la revista Estudios Trinitarios, donde dice, entre otras cosas:

"Gracias a la lectura (interpretación, comentario, exégesis) que hace Pikaza... capítulo por capítulo, versículo a versículo, he leído yo por primera vez (y por ello le estoy muy agradecido), de principio a fin, este admirable libro...".

    No es libro mío, es libro de Job, un hombre que grita y se mantiene buscando en medio del gran remolino de los caminos adversos de Dios, que son más bien "los caminos adversos" (diversos, admirables, peligrosos) de los hombres.  Así sigue diciendo en su reseñan José María de Miguel, colega y profesor, a quien agradezco  mucho su lectura e interpretación del texto.

LOS CAMINOS ADVERSOS DE DIOS

PIKAZA, X., Los caminos adversos de Dios. Lectura de Job, San Pablo, Madrid 2020, 343 pp.

Al terminar la lectura de este último (por ahora) libro de Pikaza, vuelve uno sobre el título: “los caminos adversos de Dios”, así resume nuestro autor la historia que cuenta este libro bíblico en el que Dios “escribe recto con renglones que parecen torcidos” (329), y para nosotros muchas veces incomprensibles. Luego, a modo de subtítulo, indica lo que pretende: ofrecer una “lectura” suya, que, creo, es una valiosa ayuda para la lectura actualizada del libro de Job.

Este empeño tiene mucho valor: gracias a la lectura (interpretación, comentario, exégesis) que hace Pikaza, siguiendo el texto canónico (indicando, cuando es necesario, observaciones críticas sobre la ordenación de algunos fragmentos y de diversas posibles traducciones), capítulo por capítulo, versículo a versículo, he leído yo por primera vez (y por ello le estoy muy agradecido), de principio a fin, este admirable libro, en una traducción que no es la de la Sagrada Biblia de la CEE ni de la Biblia de Jerusalén, sino una suya propia apoyada o inspirada entre otras en la antigua de Reina-Valera, y otras más modernas como la de Alonso Schökel y V. Morla.

Ilustración para libro de Job 2 - Pintura al óleo

La lectura de esta parábola (mashal) de Job que hace Pikaza está, como todas las lecturas, contextualizada, en este caso desde en una doble amenaza: la pandemia del coronavirus con el confinamiento correspondiente y la crisis ecológica producto de la acción destructora de la avaricia humana. Luego está la sensibilidad del autor con las víctimas de los sistemas político-religiosos (teocráticos) de todos los tiempos y los falsos discursos teológicos legitimadores, con su repercusión en la Iglesia, para dar razón de la acción o no acción de Dios en un mundo donde parece triunfar la injusticia, en el que las víctimas cargan con sus propias culpas.

También tiene en cuenta y contrasta con Job la figura de Jesús, de Buda y de Mahoma. El argumento del libro lo traza, y lo va siguiendo y desvelando Pikaza con claridad meridiana entre un Prólogo que sitúa y describe la cumbre del poder y la riqueza de Job y la caída al fondo del estercolero con el grito de maldición del día en que fue concebido y nació un varón (Job 1-2.3) y un Epílogo (42,7-17) en el que, por su ambigüedad, queda abierta el final de esta historia.

Alberto Durero. Job bañado por su mujer. Panel del Altar Jabach, h.1504.  Colonia, Wallraf-Richartz Museum. Los artistas i… | Alberto durero, Durero,  Renacentismo

La estructura es la de un gran drama humano redactado en sublimes versos con dos partes: en la primera, dividida en tres actos (4-27), se van sucediendo los discursos de los tres amigos/enemigos de Job Elifaz, Bildad y Sofar que justifican la terrible desgracia de Job en el basurero como un castigo de Dios por sus pecados, según la ley del talión que premia a los buenos y castiga a los malos, y por eso le invitan insistentemente a reconocer sus pecados para recibir el perdón de Dios, con las réplicas de Job a los argumentos expuestos por ellos.

            En la lectura de Pikaza, esos amigos/enemigos representan el statu quo donde los poderosos están respaldados por una imagen de Dios vinculada al Poder que ignora a las víctimas, que son la mayoría de la humanidad. Pero Job no cede ni transige con esta imagen, porque él no ha pecado y por eso apela a Dios, al juicio de Dios, clamando contra su silencio.

            En la segunda parte (29,1-42,6), después de un interludio que Pikaza titula como himno a los mineros (28), que en su trabajo bajo tierra en busca de los metales preciosos, son reflejo de la Sabiduría divina, se desarrolla el juicio con tres protagonistas: Job que vuelve a declarar solemnemente su inocencia, un personaje nuevo, que Pikaza llama el fiscal teólogo, Elihu, encargado de defender los derechos de Dios frente a la torpeza de los amigos-enemigos de Job, y finalmente Dios mismo que no responde a la cuestión planteada por Job acerca del sufrimiento de las víctimas, sino que se eleva por encima de los cielos en la tormenta, luego habla del reino de los animales, unos al servicio de los hombres y otros extraños e indomables el Behemot (rinoceronte?) y el Leviatán (cocodrilo?), para mostrar la grandeza de la creación por encima del propio hombre y de sus necesidades.

Behemot - Wikipedia, la enciclopedia libre

            Job no le había preguntado por ese grandioso espectáculo, sino por el de su propia historia, la historia del sufrimiento de los millones y millones de víctimas sobre la faz de la tierra, pero a la vista del cual se somete abrumado por el poder de Dios, al que solo conocía de oídas (42,5), no en su propio misterio.

            Job, escribe Pikaza, “ha podido empezar a entender las cosas de un modo distinto, mirando de otra forma el poder cósmico de Dios y las enseñanzas de los animales: (a) Job descubre así que Dios es misterioso, por encima de las mismas propuestas éticas que él había planteado. (b) Y descubre también que Dios no rechaza las críticas o censuras que Job le ha dirigido” (281).

            Por eso se conforma con que Dios se haya dignado dirigirse a él (38,2: “Cíñete los lomos, quiero hablarte”), y al final es rehabilitado haciéndolo instrumento de salvación para aquellos tres amigos/enemigos (del fiscal teólogo no se sabe nada). Pero Pikaza, con razón, no ve claro el significado de la rehabilitación, pues vuelve Job al statu quo del principio formando parte de los poderosos y ricos de este mundo: “con muchos rebaños, siete hijos varones (como los días de la semana) y tres hijas bellas, que son la naturaleza entera, como reino animal (Paloma), vegetal (Acacia) y mineral (Azabache) (317), y no a un mundo nuevo donde las víctimas serían la referencia de la nueva creación, de ahí la necesidad de pergeñar un “Nuevo final para Job, una tarea pendiente (año 2020)” (318).

            Es lo que con la muerte y resurrección del Señor dará comienzo, aunque luego la Iglesia se acomodara pronto al statu quo del Poder reinante en cada etapa de la historia. Por eso, termina nuestro autor diciendo que “en perspectiva cristiana, el libro de Job ha de entenderse desde el mensaje de resurrección de Jesucristo”, y, “entendido de esa forma, este libro no narra solo una historia para judíos y cristianos, sino para la humanidad en su conjunto” (328). Es la historia que cada uno ha de recorrer a través de los caminos adversos de Dios que constituyen las contrariedades de la vida.  

José María de Miguel González

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