Vídeo mensaje del Papa a la Conferencia Internacional del Trabajo Francisco clama por una "reforma a fondo de la economía mundial" que evite "sacrificios ante el altar del progreso"

"Muchos servicios públicos, así como empresas, se han enfrentado a tremendas  dificultades, algunos corriendo el riesgo de quiebra total o parcial. En todo el mundo, hemos  observado una pérdida de empleo sin precedentes en 2020"

"Los  sindicatos son una expresión del perfil profético de la sociedad. Los sindicatos nacen y renacen cada  vez que, como los profetas bíblicos, dan voz a los que no la tienen, denuncian a los que “venderían  al pobre por un par de chancletas"

"Busquemos soluciones que nos ayuden a construir un nuevo futuro del trabajo fundado en condiciones laborales  decentes y dignas, que provenga de una negociación colectiva, y que promueva el bien común, una  base que hará del trabajo un componente esencial de nuestro cuidado de la sociedad y de la  creación"

"Es esencial para la misión de la Iglesia garantizar que todos  obtengan la protección que necesitan según sus vulnerabilidades: enfermedad, edad, discapacidades,  desplazamiento, marginación o dependencia"

"Es fundamental que la Iglesia, y por tanto la acción de la Santa Sede con  la Organización Internacional del Trabajo, apoye medidas que corrijan situaciones injustas o  incorrectas que afectan a las relaciones laborales, haciéndolas completamente subyugadas a la idea  de “exclusión”, o violando los derechos fundamentales de los trabajadores"

"La pandemia nos recuerda que muchas mujeres de todo el mundo siguen llorando por la  libertad, la justicia y la igualdad entre todas las personas humanas"

"Ha llegado el momento de eliminar las  desigualdades, de curar la injusticia que está minando la salud de toda la familia humana"

"Una reforma a fondo de la economía mundial" para lograr "condiciones laborales decentes y dignas, que provenga de una negociación colectiva y que promueva el bien común". El Papa Francisco ha trazado un plan para la economía post coronavirus, que aúne a políticos, empresarios, trabajadores y sindicalistas en un proyecto común, y que evite "el consumismo ciego", el aislacionismo y los nacionalismos como 'recetas', en lugar de apostar por la protección a los trabajadores, especialmente a los más vulnerables, y una llamada a la igualdad de la mujer.

En un amplio vídeo mensaje a la 109 asamblea de la Conferencia Internacional del Trabajo, Bergoglio destaca el "momento crucial de la historia social y económica", que "presenta graves y amplios desafíos para el  mundo entero", ante la que es preciso "seguir ejerciendo un "especial cuidado" del bien  común". "Aquí hace también falta una reforma del modo económico,  una reforma a fondo de la economía. El modo de llevar adelante la economía tiene que ser diverso,  también tiene que cambiar".

La realidad es tozuda: "muchos de los trastornos posibles y previstos aún no se han manifestado, por lo tanto, se  requerirán decisiones cuidadosas. La disminución de las horas de trabajo en los últimos años se ha  traducido tanto en pérdidas de empleo como en una reducción de la jornada laboral de los que  conservan su trabajo. Muchos servicios públicos, así como empresas, se han enfrentado a tremendas  dificultades, algunos corriendo el riesgo de quiebra total o parcial. En todo el mundo, hemos  observado una pérdida de empleo sin precedentes en 2020", constata el Papa.

No a los hermanos 'desechables'

Frente a ello, Francisco apuesta por "evitar las pasadas fijaciones en el beneficio, el aislacionismo y el nacionalismo, el  consumismo ciego y la negación de las claras evidencias que apuntan a la discriminación de  nuestros hermanos y hermanas “desechables” en nuestra sociedad".

"Por el contrario -añade-, busquemos soluciones que nos ayuden a construir un nuevo futuro del trabajo fundado en condiciones laborales  decentes y dignas, que provenga de una negociación colectiva, y que promueva el bien común, una  base que hará del trabajo un componente esencial de nuestro cuidado de la sociedad y de la  creación".

"Estamos llamados a dar prioridad a nuestra respuesta hacia los trabajadores que se encuentran en los márgenes del mundo del trabajo y que  todavía se ven afectados por la pandemia del COVID-19: los trabajadores poco cualificados, los  jornaleros, los del sector informal, los trabajadores migrantes y refugiados, los que realizan lo que  se suele denominar el “trabajo de las tres dimensiones”: peligroso, sucio y degradante, y así  podemos seguir la lista", enumeró el Papa. 

¿Qué podemos hacer? Francisco trazó algunas respuestas. "En primer lugar, es misión esencial de la Iglesia apelar a todos a trabajar conjuntamente, con  los gobiernos, las organizaciones multilaterales y la sociedad civil, para servir y cuidar el bien  común y garantizar la participación de todos en este empeño", con un objetivo claro: "Nadie debería ser dejado de lado", añadió, apostando por un diálogo basado en la igualdad de derechos y deberes entre todas las partes.

"Sindicarse es un derecho"

En segundo lugar, "garantizar que todos obtengan la protección que necesitan según sus vulnerabilidades: enfermedad, edad, discapacidades,  desplazamiento, marginación o dependencia" para lo que hay que apoyar "los sistemas de protección social", así como el acceso de todos "a los servicios sanitarios, a la alimentación y a las necesidades humanas básicas". Una atención que se convierte en especial en mitad de la pandemia.

Por último, "debe garantizarse la protección de los trabajadores y de los más vulnerables mediante el  respeto de sus derechos esenciales, incluido el derecho de la sindicalización. O sea, sindicarse es un  derecho", clamó Bergoglio. 

Sacrificios "ante el altar del progreso"

Tras denunciar la economía del descarte, "sacrificando a los dejados atrás en el llamado 'altar del  progreso'”, el Papa aboga por "medidas que corrijan situaciones injustas o  incorrectas que afectan a las relaciones laborales, haciéndolas completamente subyugadas a la idea  de “exclusión”, o violando los derechos fundamentales de los trabajadores". 

"Ojalá nos estremezca  profundamente lo que esta ocurriendo a nuestro alrededor. Ha llegado el momento de eliminar las  desigualdades, de curar la injusticia que está minando la salud de toda la familia humana", proclamó el Papa, quien defendió una remuneración justa a los trabajadores, una regulación uniforme aplciable al trabajo "como garantía para los  trabajadores".

Mujeres que lloran por la libertad

Francisco también resaltó que la pandemia ha afectado duramente "a las mujeres de la economía informal, incluidas las vendedoras ambulantes y las trabajadoras domésticas", cuyos hijos "están expuestos a un mayor riesgo para la salud", ya que, sin "guarderías accesibles", deben acompañarlas a sus lugares de trabajo o quedarse en sus hogares sin protección.



"Es muy necesario garantizar que la asistencia social llegue a la economía informal y preste especial atención a las necesidades particulares de las mujeres y de las niñas", dijo.

La pandemia ha puesto de manifiesto "que muchas mujeres de todo el mundo siguen llorando por la libertad, la justicia y la igualdad" y que, aunque ha habido "notables mejoras en el reconocimiento de los derechos de la mujer y en su participación en el espacio público, todavía hay mucho que avanzar en algunos países".

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