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El Papa reivindica la solidaridad, la cooperación y la responsabilidad como ejes de la Doctrina Social de la Iglesia
"Es una gran tarea construir un mundo más solidario, justo y equitativo. Para un creyente no es algo práctico desligado de la doctrina, sino que es dar contenido a la fe, a la alabanza de Dios, amante del hombre, amante de la vida". El Papa Francisco recibió esta mañana a la Fundación Centesimus Annus Pro Pontífice, a quienes recordó que "el bien que hacéis a cada persona en la tierra alegra el corazón de Dios en el cielo. Continúa tu camino con valentía". Porque ser cristiano no sólo es cumplir con preceptos sino, fundamentalmente, cambiar el mundo con la mirada de Dios.
Durante el encuentro, celebrado en el Palacio Apostólico, Bergoglio reivindicó la importancia de abordar "la solidaridad, la cooperación y la responsabilidad" como "antídotos contra la injusticia, la desigualdad y la exclusión", especialmente en un momento "en que las incertidumbres y la precariedad que marcan la existencia de tantas personas y comunidades se ven agravadas por un sistema económico que sigue desechando vidas en nombre del dios dinero, inculcando actitudes rapaces hacia los recursos de la Tierra y alimentando tantas formas de desigualdad".
Las incertidumbres y la precariedad que marcan la existencia de tantas personas y comunidades se ven agravadas por un sistema económico que sigue desechando vidas en nombre del dios dinero, inculcando actitudes rapaces hacia los recursos de la Tierra y alimentando tantas formas de desigualdad
"No podemos permanecer indiferentes ante esto", subrayó el Pontífice, quien abogó por "la financiación de estudios e investigaciones para los jóvenes sobre nuevos modelos de desarrollo económico y social inspirados en la doctrina social de la Iglesia", vital para obtener "muchas pequeñas semillas que hagan brotar una economía justa y beneficiosa, a escala humana y digna del hombre".
"Necesitamos posibilidades que se conviertan en realidades, realidades que den esperanza", insistió Francisco, quien contrapuso estos tres términos -solidaridad, cooperación y responsabilidad- a la "visión individualista", o a la "visión colectivista" de parte de nuestra civilización.
"Retomemos la doctrina social, hagámosla conocer: ¡es un tesoro de la tradición de la Iglesia!", subrayó Bergoglio, quien insistió en que "Dios es comunión de personas y nos orienta a realizarnos a través de la apertura generosa a los demás (solidaridad), de la colaboración con los demás (cooperación), del compromiso con los demás (responsabilidad)".
Y hacerlo, añadió, "en todas las expresiones de la vida social, a través de las relaciones, el trabajo, el compromiso civil, la relación con la creación, la política: en todos los ámbitos estamos hoy más que nunca obligados a dar testimonio de la preocupación por los demás, a salir de nosotros mismos, a comprometernos con gratuidad en el desarrollo de una sociedad más justa y equitativa, donde no prevalezcan el egoísmo y los intereses partidistas".
"Al perseguir estos valores y esta forma de vida, a menudo vamos a contracorriente, pero -recordemos siempre- no estamos solos", proclamó Francisco. "Dios se ha hecho cercano a nosotros. No con palabras, sino con su presencia: en Jesús, Dios se encarnó. Y con Jesús, que se hizo hermano nuestro, reconocemos en cada hombre un hermano, en cada mujer una hermana".
Con esta convicción de comunión universal, "como comunidad creyente podemos colaborar sin miedo con cada uno por el bien de todos: sin cerrazones, sin visiones excluyentes, sin prejuicios". "Como cristianos estamos llamados a un amor sin fronteras y sin límites, signo y testimonio de que podemos ir más allá de los muros del egoísmo y de los intereses personales y nacionales; más allá del poder del dinero que a menudo decide las causas de los pueblos; más allá de las vallas de las ideologías, que dividen y amplifican el odio; más allá de todas las barreras históricas y culturales y, sobre todo, más allá de la indiferencia".
"Todos podemos ser hermanos y, por tanto, podemos y debemos pensar y actuar como hermanos de todos. Esto puede parecer una utopía inalcanzable. En cambio, preferimos creer que es un sueño posible, porque es el mismo sueño del Dios único y trino. Con su ayuda, es un sueño que puede empezar a realizarse incluso en este mundo", concluyó.
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