Estas son las claves de la Reforma de la Curia, que entrará en vigor el 5 de junio 'Praedicate Evangelium': la apuesta definitiva del Papa por una Iglesia sinodal, universal, más laica y profundamente samaritana

El Vaticano, de reformas
El Vaticano, de reformas

Consulta aquí el texto completo (en castellano) de 'Preadicate Evangelium'

El Papa reclama "tiempo, determinación y, sobre todo, la colaboración de todos"

 “Esta nueva Constitución Apostólica se propone armonizar mejor el ejercicio actual del servicio de la Curia con el camino de evangelización que la Iglesia, especialmente en este tiempo, está experimentando”

“Esta vida de comunión da a la Iglesia el rostro de la sinodalidad; una Iglesia, es decir, de escucha mutua, en la que cada uno tiene algo que aprender"

“La Curia Romana no se interpone entre el Papa y los Obispos, sino que se pone al servicio de ambos en las formas propias de la naturaleza de cada uno”

"El Papa, los obispos y otros ministros ordenados no son los únicos evangelizadores en la Iglesia”

"La actualización de la Curia debe prever la participación de los laicos, también en funciones de gobierno y responsabilidad”

"La reforma de la Curia romana será real y posible si surge de una reforma interior”

"Debe quedar claro que la reforma no es un fin en sí mismo, sino un medio para dar un fuerte testimonio cristiano; para fomentar una evangelización más eficaz; para promover un espíritu ecuménico más fructífero; para fomentar un diálogo más constructivo con todos"

Nueve años de pontificado, decenas de encuentros con el grupo de cardenales que lo asesora, dificultades, trabas y un trabajo que ya estaba siendo realizado, de facto, en los distintos dicasterios. Todo, con el único objetivo de “predicar el Evangelio”. Y hacerlo mejor, pensando en los preferidos del Señor, y no tanto en una Curia anquilosada y autorreferencial. Estos son los ejes de ‘Praedicate Evangelium’, la esperada reforma de la Curia, que hoy ha visto la luz, completamente por sorpresa, coincidiendo con el noveno aniversario del comienzo del Pontificado de Francisco, y que entrará en vigor el próximo 5 de junio, fiesta de Pentecostés.

“Se trata de un ejercicio que refuerza la unidad de la fe y la comunión del Pueblo de Dios, y promueve la misión de la Iglesia en el mundo. Ciertamente, alcanzar tal objetivo no es fácil: requiere tiempo, determinación y, sobre todo, la colaboración de todos”, apunta el Papa en su preámbulo.

Y es que, más allá de la reducción y reordenación de los dicasterios, y de la reforma económica, que ya estaba en marcha, Francisco hace hincapié en que el servicio de la Iglesia no es otro que “anunciar el Evangelio del Hijo de Dios, Cristo el Señor, y con él incitar a todos los pueblos a escuchar la fe”, y que “la Iglesia cumple su mandato sobre todo cuando da testimonio, de palabra y de obra, de la misericordia que ella misma ha recibido gratuitamente”.

Continuidad con otras reformas 

Para Francisco, es vital “la conversión misionera” de la propia Iglesia, que debe ir renovándose continuamente. Porque la Iglesia solo es útil “cuando sirve al Evangelio”. En ese contexto es donde sitúa Bergoglio la reforma de la Curia romana, que compara con otros momentos de la historia de la Iglesia, como la reforma de Sixto V en 1588, tras el vendaval de la Reforma; o en 1908, durante el Pontíficado de Pío X. También tras el Concilio Vaticano II, recuerda Francisco, cuando “Pablo VI, refiriéndose explícitamente a los deseos expresados por los Padres Conciliares”, acometió una profunda reforma. También Juan Pablo II, en 1988, promulgó la “Pastor Bonus” para “promover siempre la comunión en todo el organismo de la Iglesia”.

 “Esta nueva Constitución Apostólica se propone armonizar mejor el ejercicio actual del servicio de la Curia con el camino de evangelización que la Iglesia, especialmente en este tiempo, está experimentando”, explica el Papa, quien invita a comprender que, “en la Iglesia la misión está tan estrechamente ligada a la comunión que se puede decir que la finalidad de la misión es precisamente la de ‘dar a conocer y hacer experimentar a todos la nueva comunión que en el Hijo de Dios hecho carne es la nueva comunión de la Iglesia”. 

El rostro de la sinodalidad 

“Esta vida de comunión da a la Iglesia el rostro de la sinodalidad; una Iglesia, es decir, de escucha mutua, en la que cada uno tiene algo que aprender", subraya. Y cuando dice todos, se refiere a todos: “El pueblo fiel, el Colegio de Obispos, el Obispo de Roma: cada uno escuchando a los demás, y todos escuchando al Espíritu Santo, el Espíritu de verdad, para saber lo que dice a las Iglesias”.

Esta sinodalidad de la Iglesia, confirma el Papa, se entenderá como el "caminar juntos del rebaño de Dios por los caminos de la historia hacia Cristo el Señor".

“La renovación de la Iglesia y, en ella, también de la Curia Romana, no puede sino reflejar esta reciprocidad fundamental para que la comunidad de creyentes se acerque lo más posible a la experiencia de comunión misionera vivida por los Apóstoles con el Señor durante su vida terrenal y, después de Pentecostés, bajo la acción del Espíritu Santo, por la primera comunidad de Jerusalén”. Esto es: una Iglesia en la que todos tengan voz.

El Papa y el Colegio de Obispos

En cuanto al papel del Papa y de los obispos, Francisco admite que, aún hoy, “en la Iglesia, una sociedad jerárquicamente organizada, el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los Obispos, sucesores de los Apóstoles, están unidos en un único cuerpo episcopal”, con “comunión jerárquica con la cabeza del Colegio y con sus miembros, es decir, con el propio Colegio”.

En este sentido, el Papa reconoce la misión de las conferencias episcopales, como símbolo de la comunión episcopal, y que suponen, hoy, “uno de los modos más significativos de expresar y servir a la comunión eclesial en las distintas regiones junto con el Romano Pontífice, garante de la unidad de la fe y de la comunión”. 

En lo tocante a la Curia Romana, el Papa estima que su labor “está también en relación orgánica con el Colegio de los Obispos y con los Obispos individuales, y también con las Conferencias Episcopales y sus Uniones regionales y continentales, y las estructuras jerárquicas orientales, que son de gran utilidad pastoral y expresan la comunión afectiva y efectiva entre los Obispos”.

 Potenciar el papel de las conferencias episcopales

“La Curia Romana no se encuentra entre el Papa y los Obispos”, explica el Pontífice. “La Curia Romana no se interpone entre el Papa y los Obispos, sino que se pone al servicio de ambos en las formas propias de la naturaleza de cada uno”. De hecho, otro de los objetivos de la reforma, tal y como explica Bergoglio, es “potenciar” las conferencias episcopales, “sin que actúen como una interposición entre el Romano Pontífice y los Obispos, sino que estén a su pleno servicio”.

De hecho, las competencias que se recogen en el documento “tienen por objeto expresar la dimensión colegial del ministerio episcopal e, indirectamente, reforzar la comunión eclesial”, concretando el ejercicio conjunto de determinadas funciones pastorales en bien de los fieles de sus respectivas naciones o de un determinado territorio.

Todos somos evangelizadores

Pese a esto, Francisco deja claro que “todo cristiano es un discípulo misionero”, y que “el Papa, los obispos y otros ministros ordenados no son los únicos evangelizadores en la Iglesia”.

Más aún: “Todo cristiano, en virtud del Bautismo, es discípulo misionero”, por lo que “la actualización de la Curia debe prever la participación de los laicos, también en funciones de gobierno y responsabilidad”.

“Su presencia y participación es también indispensable, porque cooperan al bien de toda la Iglesia y, por su vida familiar, su conocimiento de las realidades sociales y su fe que les lleva a descubrir los caminos de Dios en el mundo, pueden hacer aportaciones válidas, especialmente en lo que se refiere a la promoción de la familia y al respeto de los valores de la vida y de la creación, al Evangelio como fermento de las realidades temporales y al discernimiento de los signos de los tiempos”, señala el Papa, dando así un espaldarazo definitivo al papel de laicos, matrimonios, mujeres y jóvenes en el presente y futuro de la Iglesia.

Un reforma interior

¿Cuál es la importancia de esta reforma? El Papa lo explica: “La reforma de la Curia romana será real y posible si surge de una reforma interior”, que tenga como foco al Buen Samaritano, “el hombre que se desvía de su camino para hacerse cercano a un medio muerto que no pertenece a su pueblo y al que ni siquiera conoce”.

“Se trata de una espiritualidad que tiene su fuente en el amor de Dios que nos amó primero, cuando todavía éramos pobres y pecadores, y que nos recuerda que nuestro deber es servir a nuestros hermanos como Cristo, especialmente a los más necesitados, y que el rostro de Cristo se puede ver en el rostro de todo ser humano, especialmente del hombre y la mujer que sufren”, sostiene Bergoglio, quien añade que  “debe quedar claro que la reforma no es un fin en sí mismo, sino un medio para dar un fuerte testimonio cristiano; para fomentar una evangelización más eficaz; para promover un espíritu ecuménico más fructífero; para fomentar un diálogo más constructivo con todos".

“La reforma -concluye Bergoglio-, fuertemente deseada por la mayoría de los cardenales en las Congregaciones Generales antes del Cónclave, deberá ser perfeccionada antes del Cónclave, debe afinar aún más la identidad de la propia Curia Romana, que debe asistir al Sucesor de Pedro en el ejercicio de su supremo oficio pastoral para el bien y el servicio de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares”.

Por su interés, la reproducimos a continuación:

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