Lecciones del Oriente para una Cuaresma más profunda (I)
(AE)
Creo que somos bastantes los que, habiendo vivido algunos años de nuestra vida en países predominantemente musulmanes, hemos admirado las muchas tradiciones del mes de Ramadán y en muchas ocasiones nos ha sido imposible no establecer algunas comparaciones entre este mes sagrado y los 40 días de Cuaresma previos a la Pascua.
Como siempre, alguien habrá que diga que no tenemos nada que aprender de los que no son como nosotros, que tenemos tradiciones espirituales fortísimas y espléndidas pero yo soy de la opinión que ver mundo, viajar, leer y ser curioso sobre otras culturas es una ayuda inestimable a la hora de ampliar horizontes y enriquecer la propia cultura y la propia tradición. Desde este África que es un crisol de religiones y culturas quisiera compartir algunos pensamientos, sobre todo relacionados con las costumbres alrededor del Ramadán, por si pudieran servir.
Además, debo decir que tengo la impresión que la Cuaresma cristiana es un tiempo bastante “descafeinado”, donde la Iglesia como que tiene temor de decirle a su redil que se apriete el cinturón y dé un cambio para más o para mejor vida… y con esto quiero decir vida con más “chicha”, con más sentido y con una dedicación más profunda a los demás. Tenemos un par de días de ayuno y abstinencia… y parece como si fuera un esfuerzo titánico el renunciar a comer como un día normal en esos dos días. A veces la originalidad en este sentido ha brillado por su ausencia, ya que no se ha sabido proponer alternativas que puedan actualizar lo que en el pasado era el gran esfuerzo de renunciar a la comida o a ciertos tipos de la misma. Algún dirigente eclesial propuso en su día hacer un ayuno de televisión, lo cual beneficiaría la vida familiar (y según los casos, costaría un poquito de esfuerzo y bastante de autocontrol). No sería una mala idea el proponer maneras alternativas de vivir la cuaresma.
Pero volvamos al mes de Ramadán, el cual es famoso porque no se come, ni bebe, ni se tiene relaciones sexuales desde por la mañana hasta por la tarde (literalmente, desde el momento que hay suficiente luz como para distinguir un hilo blanco de uno negro hasta el momento donde no se puede distinguir). Es curioso ver que este ayuno tan estricto es lo que más llama la atención de este periodo, cuando a decir verdad lo que importa es la renovación interior, la lucha interior por acercarse más a Dios y a los necesitados (éste es el sentido más profundo de la yihad, que es una lucha con uno mismo para poder superarse y tener más misericordia). Más que el tiempo de la renuncia, el ramadán es el tiempo del acercamiento a Dios, de superar los obstáculos que nos separan de él… y por tanto es un tiempo claro de profundización espiritual. Las noches del Ramadán tienen en todo el Oriente un sabor especial, ya que después de haber roto el ayuno con la comida de la tarde, las mezquitas se llenan y hay sermones especiales, incluso recitadores famosos del Corán vienen a los centros religiosos más importantes y deleitan a los creyentes con sus melismas. Para atraer a los creyentes al camino del acercamiento a Dios, se intenta que las personas lean durante el Ramadán todo el Corán e incluso se editan 28 folletitos con partes del mismo para leer cada día una de ellas y completar todo el libro hacia el final del mes sagrado. En los países árabes no es raro encontrar estos folletos con una de estas divisiones diarias del Corán y la gente se lo lleva en el bolsillo y lo lee mientras va en el autobús o durante las pausas de trabajo, o sentado en un parque. Me da la impresión que el énfasis no está en la renuncia a la comida o en la bebida, sino en el esfuerzo por acercarse a Dios y dejarse llevar de su Revelación.
Para los cristianos: ¿no podría ser también un objetivo el acercarse a la Palabra de manera más especial durante los 40 días? ¿o para leer aquel libro que llevamos meses dejando de lado o hacer esa tarea espiritual que tanto nos fastidia y para la cual estamos buscando permanentemente una excusa? ¿Por qué a veces nos metemos en la cabeza que la Cuaresma es un tiempo enfocado en la renuncia y no en el crecimiento personal y espiritual?
Creo que somos bastantes los que, habiendo vivido algunos años de nuestra vida en países predominantemente musulmanes, hemos admirado las muchas tradiciones del mes de Ramadán y en muchas ocasiones nos ha sido imposible no establecer algunas comparaciones entre este mes sagrado y los 40 días de Cuaresma previos a la Pascua.
Como siempre, alguien habrá que diga que no tenemos nada que aprender de los que no son como nosotros, que tenemos tradiciones espirituales fortísimas y espléndidas pero yo soy de la opinión que ver mundo, viajar, leer y ser curioso sobre otras culturas es una ayuda inestimable a la hora de ampliar horizontes y enriquecer la propia cultura y la propia tradición. Desde este África que es un crisol de religiones y culturas quisiera compartir algunos pensamientos, sobre todo relacionados con las costumbres alrededor del Ramadán, por si pudieran servir.
Además, debo decir que tengo la impresión que la Cuaresma cristiana es un tiempo bastante “descafeinado”, donde la Iglesia como que tiene temor de decirle a su redil que se apriete el cinturón y dé un cambio para más o para mejor vida… y con esto quiero decir vida con más “chicha”, con más sentido y con una dedicación más profunda a los demás. Tenemos un par de días de ayuno y abstinencia… y parece como si fuera un esfuerzo titánico el renunciar a comer como un día normal en esos dos días. A veces la originalidad en este sentido ha brillado por su ausencia, ya que no se ha sabido proponer alternativas que puedan actualizar lo que en el pasado era el gran esfuerzo de renunciar a la comida o a ciertos tipos de la misma. Algún dirigente eclesial propuso en su día hacer un ayuno de televisión, lo cual beneficiaría la vida familiar (y según los casos, costaría un poquito de esfuerzo y bastante de autocontrol). No sería una mala idea el proponer maneras alternativas de vivir la cuaresma.
Pero volvamos al mes de Ramadán, el cual es famoso porque no se come, ni bebe, ni se tiene relaciones sexuales desde por la mañana hasta por la tarde (literalmente, desde el momento que hay suficiente luz como para distinguir un hilo blanco de uno negro hasta el momento donde no se puede distinguir). Es curioso ver que este ayuno tan estricto es lo que más llama la atención de este periodo, cuando a decir verdad lo que importa es la renovación interior, la lucha interior por acercarse más a Dios y a los necesitados (éste es el sentido más profundo de la yihad, que es una lucha con uno mismo para poder superarse y tener más misericordia). Más que el tiempo de la renuncia, el ramadán es el tiempo del acercamiento a Dios, de superar los obstáculos que nos separan de él… y por tanto es un tiempo claro de profundización espiritual. Las noches del Ramadán tienen en todo el Oriente un sabor especial, ya que después de haber roto el ayuno con la comida de la tarde, las mezquitas se llenan y hay sermones especiales, incluso recitadores famosos del Corán vienen a los centros religiosos más importantes y deleitan a los creyentes con sus melismas. Para atraer a los creyentes al camino del acercamiento a Dios, se intenta que las personas lean durante el Ramadán todo el Corán e incluso se editan 28 folletitos con partes del mismo para leer cada día una de ellas y completar todo el libro hacia el final del mes sagrado. En los países árabes no es raro encontrar estos folletos con una de estas divisiones diarias del Corán y la gente se lo lleva en el bolsillo y lo lee mientras va en el autobús o durante las pausas de trabajo, o sentado en un parque. Me da la impresión que el énfasis no está en la renuncia a la comida o en la bebida, sino en el esfuerzo por acercarse a Dios y dejarse llevar de su Revelación.
Para los cristianos: ¿no podría ser también un objetivo el acercarse a la Palabra de manera más especial durante los 40 días? ¿o para leer aquel libro que llevamos meses dejando de lado o hacer esa tarea espiritual que tanto nos fastidia y para la cual estamos buscando permanentemente una excusa? ¿Por qué a veces nos metemos en la cabeza que la Cuaresma es un tiempo enfocado en la renuncia y no en el crecimiento personal y espiritual?