Manuela cumple cinco añitos

(JCR)
Si en la Biblia se dice que Dios se revelaba a patriarcas, profetas y
santos por medio de sueños, ¿por qué no iba a hacerlo con una niña
africana de cinco años? Y más si la criatura nació el día de Navidad en un lugar del mundo donde los niños sufren lo indecible.

Manuela , cuya foto espero que les llegue bien, nació el día de Navidad
del 2001, y como bien pueden imaginarse esa es la razón por la que le
pusieron ese nombre. Además, le pusieron de nombre Acholi Lakareber, que significa "la niña nacida en el tiempo feliz", aunque poca felicidad
pasaban sus padres por aquellos días. Su padre es enfermero y trabajaba en Pajule, uno de los lugares más afectados por la guerra en el norte de
Uganda. Recuerdo cómo a finales del 2002, apenas con un año recién
cumplido, la chiquilla manifestaba signos de gran nerviosismo, fruto de
muchas noches de ataques de la guerrilla. Disparos, impactos de granada y de mortero dejan ya a los niños traumatizados desde su más tiernos años.

En el 2003 sus padres se trasladaron a Gulu, y por aquellas fechas 40.000 niños se trasladaban de sus aldeas a la ciudad para dormir en la calle, por miedo a ser secuestrados por la guerrilla. Manuela, en cuanto empezó a balbucear sus primeras palabras, preguntaba a su abuela -con la que vivía- que por qué no podían dormir en casa y todas las tardes tenían que darse una caminata de cinco kilómetros para buscar un rincón donde dormir en cualquier esquina. Hasta ahora, cada vez que la niña ve a un soldado en uniforme se echa a llorar.

El pasado 25 de Diciembre acudí a su fiesta de cumpleaños y me alegré de ver cómo las cosas han cambiado con los acuerdos de alto el fuego. Ahora ya no hay niños que duerman en las calles de Gulu y Manuela ya no tiene los signos de trauma de hace pocos años.

Su abuela me contó que hace unos meses cayó muy enferma. La niña lloraba al ver a esta mujer a la que considera como su segunda madre débil y sin poder levantarse. A pesar de las medicinas proporcionadas por el hospital la mujer no mejoraba. Un noche Manuela la despertó. "Abuela, acabo de tener un sueño. El niño Jesús me ha cogido de la mano y me ha llevado al huerto de casa. Allí me ha enseñado una planta que Dios ha puesto para que la tomes con agua caliente y te cures".

En cuanto amaneció, la abuela fue con la niña al huerto y allí estaba la
plantita, que -según me dijeron- no estaba el día anterior. ¿Se imaginan
el final de la historia? La buena mujer coció la pócima y, mano de santo, se curó aquel día.

Y qué quieren que les diga, que me encanta vivir en un sitio donde a pesar de todas las brutalidades que he vivido se encuentra uno con maravillas como niños que ven a Dios en sueños y curan a sus abuelas.
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