Más católicos en África

(JCR)
Hace no muchos días se hablaba en Religión Digital del aumento de católicos en Africa, citando datos del Anuario Pontifico de 2007. Un cinco

por ciento de aumento no está nada mal, sobre todo si se tiene en cuenta que África es el continente donde la población aumenta más, y solamente conseguir que el porcentaje no decrezca ya es todo un reto. A este dato hay que añadir que el número de sacerdotes diocesanos y religiosos africanos ha aumentado también en un 3.8 por ciento. Huelga decir que en Europa y Norteamérica las vocaciones siguen decreciendo. Y el reciente viaje del Papa ha Brasil ha puesto de relieve que el porcentaje de católicos disminuye en América Latina debido al avance de las sectas, poniendo en tela de juicio la euforia de hace años sobre Sudamérica como el futuro de la Iglesia.

Quizás convendría matizar que en África hay distintas situaciones por lo que a los porcentajes de católicos se refiere: Hay países musulmanes (como Argelia, Marruecos, Mauritania, Túnez...) donde los católicos son una minoría muy exigua y su papel es prácticamente sólo testimonial. Otros países de mayoría musulmana o animista donde hay minorías católicas de entre el 5 y el 10 por ciento que son, no obstante, muy influyentes (es el caso de Senegal, Burkina Faso, Chad, Benin, Sudán, Malí...) En otros países los católicos tienen una gran influencia en la sociedad, con porcentajes más elevados, pero sin llegar al 50 por ciento (Uganda, Tanzania, República Democrática del Congo, Kenia). En otros son la mayoría (Ruanda, Burundi, Guinea Ecuatorial, Angola). Finalmente, hay países donde los católicos son una minoría, pero en medio de una sociedad de mayoría cristiana no católica. Es el caso de Sudáfrica, Malawi, Etiopía y Eritrea.

¿Qué decir y opinar sobre todo esto? Recuerdo mis tiempos de cura misionero recién ordenado, hace 21 años, cuando decía yo: “Pues a mí no me importa si crece o no crece el número de católicos... es mejor tener pocos pero buenos”. En fin, tonterías de este estilo se dicen cuando uno es muy joven y tiene muy poca experiencia. Al final va uno sentando la cabeza y siendo más razonable. Después de trabajar en África 19 años ¿cómo no me va a importar el crecimiento de número de católicos? Ya sabemos que a los misioneros nos toca hacer de todo aquí: desde hacer pozos o construir escuelas a conseguir medicinas, plantar árboles o mediar en procesos de paz. Pero esto no quita el que nos empeñemos en el trabajo pastoral y que cuando tienes un grupo de catecúmenos o de padres bien preparados sientas una gran alegría de bautizar a personas para las que la fe cristiana es algo muy importante y les hace tener más esperanza. Y lo de pocos pero buenos dejó de preocuparme el día en que un compañero me dijo: “Mira Carlos, eso de querer tener “cristianos comprometidos” en nuestras parroquias es como pretender tener combonianos que cumplen la regla de vida sin ningún fallo”. Así que vacunémonos contra el perfeccionismo, y vale ya de complejos, que eso de que los católicos aumenten está muy bien, qué leche. En África y en la Cochinchina.

Los misioneros, de todos modos, solemos ser bastante quejitas. Cuando estamos en estas latitudes más o menos tropicales solemos repetir que los cristianos aquí tienen una fe muy superficial, que la práctica es muy irregular, etc. Y cuando vamos a España y hablamos de nuestro cristianos los ponemos por las nubes: contamos testimonios dignos de la época de los mártires, decimos que recorren grandes distancias para venir a misa, y que un día serán ellos los que vendrán a evangelizarnos.
En fin, que me parece de perlas que aumente el número de católicos en África. Y me alegro de que, modestamente, algo haya contribuido a ello. Y que no decaiga.
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