Las guerras del ganado

(AE)
Imagino que, ya que hablo tanto del Sudán y de la realidad

que me rodea, mis lectores posiblemente estén ya hartos de la manida cantinela de este país que ha sufrido una terrible guerra civil, etc, etc. Si lo repito tanto no es por darles la lata, sino para recalcar el hecho de cómo un conflicto de estas características ha marcado y destruído al país y especialmente a su tejido social. Imaginemos por ejemplo la guerra civil española, que duró tres años hace la friolera de siete décadas y que todavía levanta pasiones y sentimientos encontrados, en comparación con este conflicto que ha durado 20 años y que como quien dice acaba de terminar... quizás con parámetros así nos podamos hacer a la idea de lo que estamos hablando y de la seriedad del problema.

Pues a lo que iba, en teoría la guerra civil en el Sur del Sudán acabó con la firma del acuerdo de paz de Enero del 2005. De lo que nos hemos dado cuenta en estos años que han seguido a la firma de la paz es del hecho no tan obvio que la paz no es sólo la ausencia de la guerra, sino que es mucho más. La paz debe ser parte integral de las actitudes de la sociedad... debe vivirse en el mercado, en el vecindario, en las relaciones interpersonales y sociales, en el día a día y si hacemos un balance de estos años podemos decir que, efectivamente, no hay operaciones militares a grande escala, ni bombardeos, ni desplazamientos masivos de población, pero la violencia y el uso indiscriminado de armas de fuego sigue estando muy en el candelero.

La época de lluvias está por comenzar y en las zonas de predominancia de tribus pastoralistas los rebaños con miles de cabezas de ganado vuelven de las zonas de pasto a sus áreas originales. Es el momento en el que tienen lugar los saqueos de ganado por parte de tribus vecinas o de clanes que buscan enriquecer más sus rebaños (y sus riquezas personales) a costa de las cabezas de ganado de sus vecinos. Estas razzias, que en el pasado tenían lugar casi inocentemente a base de flechas y lanzas, ahora se llevan a cabo con mortíferas armas ligeras, entre ellas el omnipresente y eficientísimo Kalashnikov-AK 47, y se coronan con el funesto resultado de miles de jóvenes guerreros que pierden la vida cada año sea defendiendo los propios rebaños, sea atacando los ajenos. En el presente viaje que estoy haciendo por Sudán soy testigo directo de las consecuencias de tales acciones: heridos de bala contados por decenas en diferentes hospitales, acciones de venganza de tribus y clanes por las razzias previas de tribus o clanes antagonistas, inseguridad en zonas rurales, poca o nula presencia policial, ausencia de marco legal, impunidad general y un estado de alerta generalizado en la población, la cual incluso teme que esta situación repercuta también en los centros urbanos, que normalmente no se han visto afectados por estas acciones.

Si atendemos a las estadísticas, se indica que hay una progresión de víctimas y de acciones de este tipo in crescendo y se teme que haya detrás una motivación política interesada en desestabilizar el Sur de Sudán ante la perspectiva de unas elecciones generales en Febrero del 2010 y un referendum de autodeterminación en el 2011. La gente del Sur sigue sin fiarse del régimen árabe que durante decenas de años ha determinado los destinos de su parte meridional con puño de hierro y sin dudar a la hora de utilizar tanto la fuerza como los métodos más sangrientos de cara a conseguir su objetivo. Acciones masivas de saqueo de ganado como las estamos viendo en estos días junto con otras acciones armadas de inusitado cariz violento que eran raras hasta ahora no serían posibles sin el acceso a armas ligeras y la logística necesaria para transportarlas y distribuirlas o venderlas a precios de saldo en zonas remotas y de especial interés estratégico. Aquí ya los ciudadanos están curados de espanto y no se sorprenden de ver una mano sangrienta azuzando los ánimos y la codicia de ciertos grupos pastoralistas para que siembren violencia y destrucción y desestabilicen el delicado equilibrio en el que vive el país. Solamente en la última semana se cuentan más de 1000 víctimas de la violencia en diferentes incidentes en diversas partes de la región. Mientras existan tales grupos armados y sin control y mientras el débil gobierno de esta región autónoma no tenga la capacidad para contrarrestar estas acciones y fortalecer a los cuerpos de seguridad, especialmente al cuerpo de policía, poco se podrá hacer para que aquella paz firmada en el papel pueda ser parte del día a día de este pueblo.

Parece como si las armas hubieran cambiado de forma: ahora ya no se lucha con tanques, ejércitos uniformados o tácticas de academia militar... la masiva presencia de ganado en el ámbito rural sudanés y lo que supone para la supervivencia de muchos de sus habitantes puede ser un catalizador más que importante para sembrar la discordia en una buena parte del territorio. La excusa parecen ser las vacas, el objetivo ya se está cumpliendo: hacer que la paz nunca arraigue en este país.
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