XXIII MIÉRCOLES DEL TIEMPO ORDINARIO/ CICLO B/12-09-2018

XXIII MIÉRCOLES DEL TIEMPO ORDINARIO/ CICLO B/12-09-2018

EVANGELIO DEL DÍA: Lc 6,20-26

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo.
¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis.
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.»

COMENTARIO:

Celebramos el Miércoles de la Vigésima Tercera Semana del Tiempo Ordinario. Hoy la Iglesia celebra la fiesta del Santísimo nombre de María.
La fiesta hace referencia a los ocho días después del nacimiento de la Virgen, en el cual sus padres le impusieron el Nombre. Se autorizó la celebración de esta fiesta por primera vez en 1513, en la ciudad española de Cuenca; desde ahí se extendió por toda España y en 1683, el Papa Inocencio XI la admitió en la iglesia de occidente como una acción de gracias por el levantamiento del sitio a Viena y la derrota de los turcos por las fuerzas de Juan Sobieski, rey de Polonia.
En el Evangelio de este Miércoles de la XXIII Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 6,20-26).
Jesús anuncia el Reino de Dios y propone unas bienaventuranzas, y también unas maldiciones. Ante nosotros se presentan caminos que conducen a la salvación y a la felicidad, y caminos que conducen al precipicio y al vacío.
Es el hombre, en su libertad, quien elige su senda, y debemos escuchar los mandamientos del Dios, manifestado en Jesucristo.
Pidamos a Dios que nos conceda amarle con todas nuestras fuerzas y al prójimo como a nosotros mismos. Amén.

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