La Iglesia ortodoxa rusa y «el papismo constantinopolitano»

«El Patriarca de Constantinopla ha decidido que tiene derecho a tomar cualquier decisión de forma autónoma […], en el diálogo católico-ortodoxo. Aunque firme cualquier papel para decir que todo está en orden, para nosotros esto no tendrá ningún valor» (Metropolita Hilarión).

A Hilarión le gusta echar por delante el argumento del número, pero suele omitir, u olvidarse (no se sabe qué sería peor), el de la verdad. Unido todo ello a su querencia por las entrevistas en medios de su especial agrado, le inclina hacia la euforia en la exposición de los hechos, y eso tiene pinta de acabar mal.

“Conoce la verdad y te liberará". “Ninguna mentira puede soportar la prueba del tiempo”. Pero no te preocupes, hermano: “Nada hay más débil que mentir, ni más fuerte que la verdad” (Bartolomé I a Epifanio de Kiev).

«En cuanto a la teoría de Moscú de autodenominarse “Tercera Roma” no es ni una doctrina eclesiológica, ni la prerrogativa del derecho canónico (eclesiástico). Este mito fue inventado por el starets de Pskov, Filoteo, a principios del siglo XVI. Pero la Iglesia ortodoxa no vive ni puede vivir de mitos, por supuesto. La historia de la Iglesia ortodoxa no conoce eso de “primera” y “segunda” Roma, sino solamente la “antigua” (Roma) y la “nueva” (Constantinopla)» (Arzobispo Job de Telmessos).

Los cuatro

Hilarión Alfeyev, metropolita de Volokolamsk y actualmente número 2 de la Iglesia ortodoxa rusa, no pierde ocasión de pronunciarse sobre las relaciones ecuménicas con la Iglesia católica y el patriarcado de Constantinopla, a cuyo titular viene de un tiempo a esta parte atizando de lo lindo.

Con las fiestas patronales en Roma de los santos Pedro y Pablo, este año 2021 se reanudó la costumbre -en 2020 suspendida por la pandemia- de acudir a ellas una delegación del Patriarcado Ecuménico presidida esta vez por su eminencia Emmanuel, metropolitano de Calcedonia. Esa presencia “de hermano” (Francisco a Emmanuel en el saludo)-, ese intercambio de discursos, esa carta del Patriarca al Papa, o al revés, ponen de los nervios al patriarca ruso Kirill y al metropolita Hilarión, presidente del Departamento para las relaciones exteriores del Patriarcado de Moscú.

Según Asia News/InfoCatólica (30.06.2021), Hilarión Alfeyev habría intervenido después de que un portal ortodoxo difundiera la entrevista de Vatican News al nuevo metropolitano de Italia (y antes, de España-Portugal), Policarpo Stavropoulos, quien afirma que los gestos del Patriarca Ecuménico Bartolomé y del Papa «van en la dirección de la plena unidad», y pronostica resultados positivos en este camino, que ya se habrían alcanzado en la conciencia de los fieles. No tardó Hilarión en desenfundar: «La Iglesia ortodoxa rusa no aceptará la unión de ortodoxos y católicos por iniciativa del patriarca Bartolomé, que pretende erigirse en amo y señor de los destinos de la ortodoxia». Idea repetida a raíz del susodicho discurso del metropolitano Emmanuel de Calcedonia.

En el programa televisivo «La Iglesia y el mundo», que él mismo creó y que se transmite por el canal de televisión Rossija-24 incluso fuera de Rusia, reiteró, por ejemplo, que «en los últimos tiempos,el Patriarca de Constantinopla ha decidido que tiene derecho a tomar cualquier decisión de forma autónoma, sin el acuerdo de las demás Iglesias ortodoxas locales y sin resolver las numerosas cuestiones pendientes en el diálogo católico-ortodoxo. Aunque firme cualquier papel para decir que todo está en orden, para nosotros esto no tendrá ningún valor».

Suele Hilarión asimismo repetir que el patriarcado de Moscú es el más influyente dentro del mundo ortodoxo: habría que saber qué piensan al respecto los otros patriarcados. En todo caso, frases así parecen poco oportunas. A Hilarión le gusta de igual modo echar por delante el argumento del número, pero suele omitir, u olvidarse (no se sabe qué sería peor), el de la verdad. Unido todo ello a su querencia por las entrevistas en medios de su especial agrado, le inclina hacia la euforia en la exposición de los hechos, y eso tiene pinta de acabar mal.

Bartolomé I se dirige a Hilarión…

Las mismas Iglesias ortodoxas autocéfalas no se curan ya de replicar a sus tonterías. Su destemplado comportamiento en Rávena largándose de la Comisión Teológica Internacional, copresidida entonces por el metropolitano de Pergamo, Ioannis Zizioulas, y por el cardenal Kasper, terminó de abrir los ojos a no pocos jerarcas que ya lo tenían entre ceja y ceja.

 Como en tales rifirrafes late el tema de la autocefalía concedida a la nueva Iglesia ortodoxa de Ucrania, voy a citar algunos testimonios de la Ortodoxia en los últimos tiempos. Citaré pocos para no cebarme.

El primero corresponde a la entrevista que en Estambul concedió Bartolomé I a Kirill el 31 de agosto de 2018, cuando el viaje relámpago (antes no había querido saber nada, incluso había tratado de boicotear el Santo y Gran Concilio Panotodoxo en Kolymbari-Creta [2016]). Lo que se nos vendió a raíz del encuentro de más de dos horas en El Fanar fue que todo había discurrido normal. Días más tarde, que no había faltado tensión. Y por último, la dureza de la entrevista. Durante la cual Bartolomé I estuvo acompañado por el entonces metropolita de Francia, Emmanuel, y Kirill por el metropolita Hilarión.

Harto ya del enredo de los rusos, Bartolomé I avanzó que la autocefalía en Ucrania no tenía marcha atrás. Mas, como los interlocutores insistían en la vieja idea de Kirill –«será una catástrofe»-, Bartolomé I repuso aconsejando a Kirill que abriera bien los ojos: «en Ucrania no quieren ver a ustedes los rusos ni en pintura».

Y no paró aquí todo. Bartolomé I estaba molesto por unas declaraciones recientes de Hilarión en las que éste había llegado a la osadía de insinuar  punto menos que un soborno de Poroshenko (presidente entonces de Ucrania) al Patriarca de Constantinopla, a cambio de la autocefalía. Bartolomé I entonces, fijos sus ojos claros en el Metropolita ruso, rogó a éste que le dijera en qué consistía ese soborno…

Naturalmente, el ruso tuvo que plegar velas, y el Patriarca de Constantinopla entonces le dio un repaso de los de no te menees. Seguidamente Kirill terció rogando al Patriarca que tuviera caridad con su Metropolita. Bartolomé I entonces, con ademán contenido, rogó a Kirill: «Beatitud, vigile de cerca a su Metropolita; es “agresivo” [omito otros términos…, etc., etc] con la Iglesia Madre (o sea el Patriarcado Ecuménico)». Horas, sin duda, que Hilarión jamás olvidará.

El segundo testimonio es también de Bartolomé I en su onomástica del 2019. Acompañado por su beatitud Jerónimo II de Atenas y toda Grecia, y por su beatitud Epifanio de Kiev y toda Ucrania, he aquí sus palabras al de Kiev: «Últimamente, usted y yo somos objeto de procesos, decisiones, cambios, una nueva estructuración de realidades ortodoxas, pero también de desafíos, ataques, calumnias, grandes alteraciones de la verdad y de la realidad. Contesto [a los presentes]: “Conoce la verdad y te liberará"“Ninguna mentira puede soportar la prueba del tiempo”. Pero no te preocupes, hermano: “Nada hay más débil que mentir, ni más fuerte que la verdad”, como diría el santo con lengua de oro [San Juan Crisóstomo]. 

La verdad sobre Ucrania, su Iglesia y lo que allí sucede brillará y vencerá [...] Usted ha recibido de su Iglesia Madre, el Patriarcado Ecuménico, la autocefalía y libertad de autoadministración interna. El Patriarcado Ecuménico que, según el profesor Pheidas, es el garante perenne del orden canónico en la Iglesia Ortodoxa y, según el profesor Tarnanidis, el continuador, la expresión y la interpretación de la tradición ortodoxa pura. 

Sabemos, por tanto, lo que (ustedes) han solicitado aquí, lo que han querido durante siglos, y esta Iglesia aquí, que tiene el primer Trono y la primera responsabilidad, sabe también lo que les ha dado a ustedes y por qué: aquello a cuya adquisición tenían derecho y lo que era su propio derecho, a saber, un derecho exclusivo a serles otorgardo, como quienes (en pasados tiempos) lo pidieron y del santo Trono lo recibieron: (en definitiva) el de todos los que hoy ven la paja y levantan sus talones contra su benefactor» (Problemas latentes en la celebración onomástica del Patriarca Ecuménico: RD: 23.06.2019).

El tercer aviso proviene del actual copresidente de la Comisión Teológica Internacional de la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa, Job (Getcha) de Telmessos, portavoz que fue también del Santo y Gran Concilio Panortodoxo:

Bartolomé I durante la entrevista en El Fanar

«Es interesante subrayar que un Tomos de autocefalía ¡jamás ha sido dado a la Iglesia ortodoxa en Rusia! En los años 1589-1590, el patriarca ecuménico Jeremías II simplemente normalizó la situación, elevando esta sede al rango patriarcal, dejando bien entendido que al jerarca de Moscú le estaba permitido “llamarse” patriarca a condición de que conmemorase al Patriarca ecuménico y que considerase a éste « como su jefe y primero » (escrito en el papel-constitución: archivo)». Y más adelante:

«Las autocefalías más tardías, de los siglos XIX y XX, han sido todas proclamadas por el Patriarcado Ecuménico: la autocefalía de la Iglesia ortodoxa de Grecia (1850), de Serbia (en 1879, y elevada al rango patriarcal en 1922), Rumanía (en 1885 y elevada al patriarcado en 1925), en Polonia (1924), Albania (1937), Bulgaria (en 1945 y elevada al patriarcado en 1961), Georgia (1990), y en Chequia y Eslovaquia (1998).

Digamos que cada una de estas proclamaciones estuvo ligada a un factor político, y la autocefalía fue proclamada en cuanto medio de asegurar tanto la unidad de la Iglesia en el interior de cada uno de estos países, como la unidad entre Iglesias locales. Más allá del Patriarcado Ecuménico, ninguna otra Iglesia local en la historia de la Iglesia ortodoxa ha proclamado autocefalías.

Podrá decirse, sí, que la Iglesia ortodoxa en Rusia puede sacar pecho significando que ella ha proclamado la autocefalía en Georgia (1943), en Checoslovaquia (1951) y en América (1970), pero estas autocefalías no han sido reconocidas por el pleroma de la Iglesia ortodoxa, porque la Iglesia ortodoxa en Rusia no tiene una tal prerrogativa de conceder la autocefalía. Razón por la cual dichas tres Iglesias se dirigieron al Patriarcado Ecuménico para obtener el Tomos autocefalista. Con el tiempo, el Patriarcado Ecuménico normalizó la situación, proclamando las autocefalías de la Iglesia ortodoxa en Georgia (1990) y en Chequia y Eslovaquia (1998). Las autocefalías contemporáneas fueron todas por completo proclamadas por el Patriarcado Ecuménico. Incluso si se considera la historia de la Iglesia ortodoxa en Rusia, vemos que su autocefalía fue proclamada en 1448 cuando en Moscú el metropolita Jonás había sido elegido independientemente, sin autorización del Patriarcado Ecuménico».

«En cuanto a la teoría de Moscú de autodenominarse “Tercera Roma” -precisó Job- no es ni una doctrina eclesiológica, ni la prerrogativa del derecho canónico (eclesiástico). Este mito fue inventado por el starets de Pskov, Filoteo, a principios del siglo XVI. Pero la Iglesia ortodoxa no vive ni puede vivir de mitos, por supuesto. La historia de la Iglesia ortodoxa no conoce eso de “primera” y “segunda” Roma, sino solamente la “antigua” (Roma) y la “nueva” (Constantinopla). No hay, pues, tercera». (Sobre el contencioso interortodoxo de Ucrania: RD: 06.10.2018). Que se deje, pues, Hilarión, de marear la perdiz y sea más objetivo en sus citas.

De nuevo Bartolomé respondiendo al metropolita de Patras el 27 de septiembre de 2018 en Estambul: « Ellos (los fieles) leen muchas cosas, yo las leo también, pero no influye en mí para nada, no me perturba. Sé que muchos de entre ellos me son opuestos, pero después de 27 años que, gracias a Dios, llevo de patriarca, he leído muchas cosas parecidas, he sido el blanco de muchos, pero yo tengo la conciencia tranquila. Cuando el hombre actúa en conciencia y cumple su deber, que digan lo que quieran y escriban lo que quieran» (Sobre el contencioso interortodoxo de Ucrania: RD 4.10.2018).

En comunicado de prensa del 28 de agosto 2019, el Santo Sínodo permanente de la Iglesia ortodoxa de Grecia reconoció «al Patriarcado Ecuménico el derecho canónico a otorgar autocefalía, así como el privilegio de la primacía de la Iglesia de Grecia para abordar la cuestión del reconocimiento de la Iglesia de Ucrania».

Esto puso fuera de sí al Patriarcado de Moscú y a los jerarcas de su Santo Sínodo, dispuestos ya inclusive a excomulgar también a la Iglesia Ortodoxa Griega (Presiones de la Iglesia ortodoxa rusa sobre la Iglesia ortodoxa de Ucrania: RD 23.10.2019).

Se explica, por eso, que el metropolita Emmanuel de Calcedonia dijera en su discurso al papa Francisco (28.06.21): «Ciertamente no es casualidad que los documentos más recientes de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa hayan estado preocupados desde el documento de Chieti en 2016 con la articulación entre sinodalidad y primacía. 

El metropolitano Emmanuel recibiendo al patriarca Kirill

También me gustaría señalar que este documento apareció apenas unas semanas después de la celebración del Santo y Gran Concilio de la Iglesia Ortodoxa en Creta […]

Esta concordancia temporal en la que la Iglesia Ortodoxa tuvo la difícil experiencia de esta sinodalidad tan consustancial a ella no es fortuita, porque nos invita a reflexionar sobre lo que está en juego en nuestro diálogo». (El ecumenismo es un viaje eclesial a la tierra santa de la unidad: RD, 05.07.2021).

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