Lo consideran cruel, innecesario e injustificable ‘Rebelión’ de curas gallegos contrarios al celibato obligatorio

"Al no formar una familia, uno puede sufrir duros momentos de soledad". Jacobo Curto Polo, seminarista mayor de Ourense, no esconde uno de los grandes sacrificios que conlleva su elección de futuro. Pero, como la mayoría de aspirantes a la ordenación, está dispuesto a asumirlo sin un ápice de rebeldía. Hay otro grupo de párrocos y aspirantes a serlo a los que la imposibilidad del matrimonio ni siquiera les plantea una mínima duda, que ellos relacionarían de inmediato con la falta de vocación. Y existe todavía, dentro de la Iglesia católica, un tercer colectivo de sacerdotes que tampoco muestran incertidumbre alguna sobre el valor del celibato, pero en el sentido inverso al hasta ahora expuesto: lo consideran cruel, innecesario e injustificable y creen que debería ser opcional. Lo cuenta Xosé Ramón Iglesias en El Correo Gallego.

En Galicia, estos últimos, en torno al medio centenar de párrocos de todas las diócesis, se agrupan en el colectivo Encontros y se reúnen periódicamente, "en reflexión teolóxica", para debatir la manera de ir haciendo avanzar las doctrinas del Concilio Vaticano II, de cuyos postulados emana su particular modo de entender la Iglesia. El origen de Encontros se remonta a 1966, en los Coloquios de parroquias que se organizaron, precisamente, para poner en práctica lo aprobado en el citado concilio. Años más tarde, esta asociación de sacerdotes pasó a llamarse Irimia, hasta que no hace mucho adoptó su actual denominación. Con un nombre o con otro, este grupo de curas gallegos nunca cejó en su empeño de aplicar las teorías del Concilio Vaticano II, contextualizadas en la realidad gallega.

Aunque la cuestión del celibato no llegó a debatirse en el Concilio Vaticano II, los sacerdotes del colectivo Encontros siempre se mostraron en contra de su obligatoriedad, que consideran una "inxustiza inhumana" y una de las principales razones que lastran el necesario avance de la Iglesia hacia la modernidad. "Na orixe do celibato -explica Francisco Carballo, historiador y teólogo miembro del grupo- conflúen razóns teolóxicas, pois a virxinidade críase máis perfecta que o matrimonio, e administrativas, pois permitía unha organización más forte. Hoxe en día non se sosteñen, as teolóxicas están superadas e as de carácter organizativo non poden estar por riba das persoas".

Francisco Carballo recuerda que El Vaticano no impone la obligatoriedad del celibato a los sacerdotes católicos de rito oriental, como tampoco hace ninguna del resto de las iglesias cristianas. "Non é un problema teolóxico, senón de administración, e aí a Iglesia de Roma é unha estructura pesada e lenta, nada doada de cambiar", insiste. Tanto Carballo como el resto de sacerdotes de Encontros no son ajenos a las dificultades con las que se encontraría la Iglesia si aceptase el celibato opcional. Ahora los curas trabajan con total disponibilidad y movilidad y con sueldos muy justos. Una situación inviable si se les permitiese formar una familia, a la que tendrían que mantener y dedicarle tiempo. Habría que pagarles más o no tendrían más remedio que buscar un trabajo que les robaría tiempo a su labor pastoral. No sería tan sencillo cambiarlos de destino. "Pero é unha reforma que algún día Roma terá que asumir e canto antes o faga mellor para todos".

Encontros estudia hacer público un manifiesto en los próximos meses, que recoja sus ideas sobre la Iglesia. Saben que aunque son pocos, sus opiniones ejercen una gran influencia sobre numerosos colectivos de la iglesia gallega. Entre ellos hay destacados teólogos como el ya nombrado Francisco Carballo y Victorino Pérez y comparten postulados con Andrés Torres Queiruga, teólogo de estimable prestigio internacional, a quien la jerarquía eclesiástica española estudió hace un año la posibilidad de sancionarlo. "Foi unha mágoa que o Concilio Vaticano II non debatera finalmente a cuestión do celibato, porque moito se tería adiantado", piensa Torres Queiruga, que recuerda que el Papa Pablo VI dejó un documento sobre el tema para que su sucesor abriera la discusión. Pero su sustituto, Juan Pablo I, apenas duró un mes en el cargo y los siguientes, tanto Karol Wojtyla como el actual Joseph Ratzinger olvidaron el asunto. Aunque hay quien se lo recuerda.

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