La idea cristiana de autoridad (XXI) Sermones, una de las razones por las que muchos dejan de ir a la iglesia

Ni siquiera tu obispo
Ni siquiera tu obispo

"Para los cristianos evangélicos, el sermón es la parte central de la misa dominical. En cambio, los sermones católicos suelen ser breves 'homilías' que suelen ser charlas "piadosas", superficiales y totalmente previsible"

"Jesús predicaba. Adaptaba la forma de predicar a su público y esperaba que sus Apóstoles hicieran lo mismo cuando predicaban. Predicar era su tarea principal"

"¿Nuestras melosas homilías dominicales proclaman realmente el mensaje de Jesús a los hombres de nuestro tiempo?"

"¿No deberíamos afrontar el reto con nuestros sermones y proclamar nuestra fe de un modo que tenga sentido para nuestros contemporáneos?"

"Cuando os lleven ante las sinagogas, los gobernantes y las autoridades, no os preocupéis por cómo defenderos o qué decir. Porque en ese momento el Espíritu Santo os enseñará lo que tenéis que decir" (Lucas 12,11-12).

En los años noventa, un amigo me invitó a visitar una iglesia poco común en Nimega (Países Bajos). Me llevó allí un domingo por la mañana. A pesar de que la asistencia a la iglesia empezaba a disminuir en otras parroquias, esta gran iglesia estaba llena hasta la bandera. Y lo más interesante: también los adolescentes acudían con entusiasmo.

Pronto descubrí la razón. El párroco, al que llamaré Rupert, predicaba sermones de otro tipo. No eran las endebles "homilías espirituales" sobre pasajes del Evangelio que se pronunciaban en otras parroquias. Los sermones de Rupert trataban temas serios.

De hecho, Rupert pronunciaba series de instrucciones de gran calidad sobre temas clave. Por ejemplo, una serie de sermones trataba de "Dios y la evolución". Presentaba las razones científicas para aceptar la evolución. Se preguntaba si la ciencia y la fe están en conflicto. Explicaba por qué los relatos de la creación del Génesis no contradicen la evolución, etcétera.

Otra serie de sermones exploraba: "¿Cómo sabemos que 'Dios' existe?". Desplegaba diversas características de nuestro universo que requieren una "dimensión más profunda". Examinaba las razones por las que algunos destacados científicos se niegan a aceptar un Dios. Rechazó la conocida idea del "Dios supermanager". Señaló que sólo podemos hablar de Dios en imágenes y lo que ello significa. Invitaba al público a adoptar nuevas formas de pensar y hablar de Dios.

Otras series trataron de: "¿Cómo puede un 'Dios' bueno permitir el sufrimiento?"; "¿En qué se diferencia nuestra idea cristiana de 'Dios' de los conceptos musulmanes, hindúes y budistas de Dios?"; "¿Podemos fiarnos de lo que dicen la televisión, la radio y otros medios de comunicación sobre 'Dios'?"; "¿Cómo entender al 'Dios' violento del Antiguo Testamento?" y "¿Qué enseñó Jesús sobre 'Dios'?".

Cuando me encontré con Rupert a la salida de misa, me contó que celebraba una reunión semanal con un grupo de adolescentes para poner a prueba el contenido de su próximo sermón.

Predicación evangélica

Predicar en la misa dominical

Para los cristianos evangélicos, el sermón es la parte central de la misa dominical. Suele consistir en una instrucción sobre textos bíblicos que dura al menos una hora. El predicador ofrece una interpretación detallada de los pasajes bíblicos. Los oyentes suelen llevar consigo un ejemplar de la Biblia para poder leer los pasajes de los que habla el predicador. A menudo también llevan un cuaderno y un lápiz para anotar las enseñanzas que les resultan muy útiles.

En cambio, los sermones católicos suelen ser breves "homilías". Los documentos litúrgicos las presentan como reflexiones sobre las lecturas del día. El resultado son breves "charlas de ánimo": los predicadores repiten más o menos lo que se ha dicho en las lecturas con alguna explicación sobre cómo esto podría influir en la vida cotidiana. En realidad, las homilías suelen ser charlas "piadosas", superficiales y totalmente previsibles. La situación ha empeorado en muchos países porque los sacerdotes envejecen y no pueden jubilarse por falta de nuevas vocaciones.

Ahora bien, para los católicos el sermón no es la parte central de la Eucaristía. Para los católicos lo más importante es la inmersión en la realidad sacramental: el auto-sacrificio renovado de Jesús y nuestro encuentro con él en la santa comunión. Pero esto no debe significar que se pierda el papel instructivo crucial del sermón.

La mayoría de los adolescentes y jóvenes adultos consideran que nuestros sermones católicos son una pérdida de tiempo. Peor aún, el lenguaje piadoso con su imaginería anticuada entra en conflicto con nuestra visión moderna de un mundo científico y en evolución. Los sermones son una de las razones por las que muchos dejan de ir a la iglesia.

¿Qué piensa Jesús de esto?

Jesús predicaba. Y adaptaba la forma de predicar a su público.

A la gente corriente, a la que sólo le interesaba a medias lo que tenía que decir, le presentaba parábolas. Y explica por qué: "Por eso hablo a las multitudes en parábolas: aunque ven, en realidad no ven; y aunque oyen, en realidad no oyen ni entienden". Quería decir que las parábolas intrigarían a la gente y la obligarían a pensar (léase todo Mateo 13,10-17).

A la gente que estaba dispuesta a escucharle, le hablaba con más claridad, como en el sermón de la montaña (Mateo 5-7).

Cuando habla con la samaritana, se refiere a ideas e imágenes que le son familiares: el agua viva, la adoración en la montaña, la venida del mesías (Juan 4,4-26).

Dirigiéndose a los sacerdotes en el templo, el día en que llevaban agua de la piscina de Siloé al recinto del templo, Jesús vuelve a utilizar imágenes que ellos entendían (Juan 7,37-39).

Cuando discute con los escribas y fariseos, emplea los términos jurídicos a los que ellos estaban acostumbrados (Mateo 13,13-36).

Obviamente, Jesús esperaba que sus Apóstoles hicieran lo mismo cuando predicaban. Predicar era su tarea principal. Debían entrar con valentía en cada aldea y en cada ciudad. Podían hacerlo con autoridad. Tenían el encargo de predicar. "Si alguien no os acoge o no escucha vuestras palabras, salid de esa casa o de esa ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies. En verdad os digo que el día del juicio será más soportable para Sodoma y Gomorra que para esa ciudad" (Mateo 10,14-15).

Y, prediciendo la persecución a la que se enfrentarían en el futuro, les asegura que serán capaces de explicar el mensaje a cada público diferente de forma adecuada. "Cuando os lleven ante las sinagogas, los gobernantes y las autoridades, no os preocupéis por cómo defenderos o qué decir. Porque entonces el Espíritu Santo os enseñará lo que debéis decir" (Lucas 12,11-12).

Los Hechos de los Apóstoles muestran cómo el apóstol Pablo adaptaba su enfoque a los distintos auditorios. Un ejemplo claro es su discurso en la colina de los filósofos, el Areópago de Atenas. "¡Gente de Atenas! Veo que sois muy religiosos en todos los sentidos. Porque al pasear y observar detenidamente vuestros objetos de culto, he encontrado incluso un altar con esta inscripción: 'a un dios desconocido'. Así que ignoráis lo que adoráis, y esto es lo que voy a anunciaros. El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él es el Señor del cielo y de la tierra, y no habita en templos construidos por manos humanas...". (Hch 17,22-24; leer más ampliamente aquí: Hch 17,1-34).

Preguntas

¿Nuestras melosas homilías dominicales proclaman realmente el mensaje de Jesús a los hombres de nuestro tiempo?

Nuestros adolescentes y adultos cultos se enfrentan a graves ataques por parte de los medios de comunicación de nuestra era secular, que ignoran la religión o, a menudo, la hostilizan. ¿No deberíamos afrontar el reto con nuestros sermones y proclamar nuestra fe de un modo que tenga sentido para nuestros contemporáneos?

Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator

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