Belleza exótica

Me persigno en la frente
extasiado
al contemplar de frente
la exótica belleza
redonda y rotunda
y sobrepongo a la cruz
cristiana
la sobrecruz pagana
aspada
que multiplica cual equis
su efecto/afecto.
Me adviene una catarsis
metánoia
el lujo lujurioso del tiempo
kairós
la miel lunar y un frenesí
solar.
La redondez del ovalado
rostro oriental
de ojos circunflejos
y la boca encinta
sobre un talle entallado
de alabastro santo
desorienta nuestra mirada
occidental
reorientada ahora
hacia la luna plácida
que curva nuestra vista
rectilínea y corta.
Una mujer mora
que pasa encubierta
se demora a su paso
descubriendo su rostro
nacarado
mientras las cristianas
mimbrean su cintura
con la gracia de dios.
Pero aquel rostro orondo
extático
ha dejado un rastro
de reguero oriental
en mi alma occidentalizada
accidentalizada
como una esencia plena
plenaria
del plenilunio que surge
como alba
y aurora consurgente
blanco espíritu alado
sobre un fondo mate
aceitunado.
Mi viejo estigma cicatriza
como un abrazo que funde
los sentidos en uno
y quíntuple
como pájaro herido
por una pájara súbita
como incienso quemado
a los dioses penates
que trasmigran mis penas
y penares
dolores y pesares
en petos y estandartes
licores y dulzores.
Me asilo en el recinto
blanco y blando
de tu rostro de cobre
niquelado
cohabitando mi castillo interior
como un sagrario abierto
que alberga lo sagrado
de tu profanidad
y lo profano de tu sacralidad.
Un sagrario que sangra
lo sacro profanado
afuera
y desangra lo profano
trasfigurado adentro.
Se agazapa un ángel
sublimado
en cada recodo rincón
o agujero
anidado de lilas violetas
y de aromas silvestres.
La luz ya se difracta
coloristamente
y el plomo otoñal se nimba
de plata reluciente.
Ya no camino recto
refloto
extáticamente
en el éter respirado
por un dios
que se desentumece
y ríe
abiertamente.
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