Entrevista.

Por Juan Domínguez Lasierra



“Hay que transitar del exterior al interior, de la razón al corazón, de la verdad al sentido, trastocando nuestra cultura desalmada en una cultura anímica o del alma” (A.Ortiz-Osés).






Andrés Ortiz-Osés es hijo del cierzo, del desierto, de la intemperie, trasterrado por la cultura y el culto a una suerte de inteligencia que no le sosiega sino que, producto de su filiación, le mantiene en permanente vilo, en alerta constante. Frente al espejo de Gracián, se ha convertido en prudente y criticón, en oráculo y en ingenio. Don Andrés de Tardienta es un hidalgo quijotesco que no se ha vuelto loco por leer libros sino que, al contrario, vuelve locos a los libros, cuando los lee o los escribe.
Su lanza es la hermenéutica, con la que disecciona todo lo que toca, y lo trasmuta: transforma en molinos a los gigantes, a las princesas en sirvientas, a los castillos en cabañas. Deconstruye para construir, es hombre perennemente vitalista, que encarna sus propios aforismos, brujuleando gracianescamente para buscar o indagar el sentido de las cosas, de la vida, del mundo. Aunque con él hay que andarse con cuidado porque siempre concluye con una solución de contrarios: el pesimismo es una degeneración del optimismo, pero el optimismo es una perversión del pesimismo. No le importa autodefinirse para contento de sus enemigos, aunque es imposible que los tenga: “Soy un filósofo baturro: de ahí mi batiburrillo mental”. Pero no es batiburrillo. Más ajustadamente dice: “No soy un filósofo hecho y derecho: soy un filosofante en devenir...”. Filosofante, sapiente, es decir, cultivador de la sabiduría... Se ha definido como un huérfano, como al final, y tal vez no solo al final, lo somos todos. Pero le sobra sentido del humor para sortear la soledad: Quisiera ser un carcabien, o sea, lo contrario de un carcamal. Si, como diría él mismo, todo filósofo da que pensar, Andrés Ortiz-Osés da mucho que pensar. Como hijo del cierzo, su pensamiento airea, oxigena, refresca.



1. Ser o no ser, lo dijo Shakespeare. ¿Pero esta es la cuestión?

---La cuestión existencial no es ser o no ser, esto pertenece al extremismo de nuestra tradición dicotómica o dualista. La cuestión existencial es ser y no-ser, ya que todos y todo es ser y no ser, ser y ser de paso, ser y estar, ser y nada, ser y no haber sido, ser y dejar de ser. Pues todo lo que es se va muriendo, mientras que la muerte resulta inmortal. Digamos sucintamente que el ser, además de ser, no es, mientras que viceversa, el no-ser también es a su modo negativo o contrapuntístico. Todo oscila pues entre el ser y la nada. Así que soy y no soy: el hombre es el que es y no es. Incluso el Dios (cristiano) que se define como el ser que es, se encarna y muere en la Cruz, ya que toda auténtica divinidad se inmanentiza o involucra en la realidad de este mundo.

2. Este dualismo no sé si considerarlo evolucionista, involucionista, sincretista o ¿qué demonios-ángeles es usted, con perdón?

--- Más que evolucionista darwiniano yo pertenezco a un mundo que transita entre demonios y ángeles. El evolucionismo ha trastocado la vieja visión inmovilista del universo poniendo en cuestión la fijeza de lo real al considerarlo fluido y fluente, transitivo y transmutativo, cambiante. Pero con cierta perspectiva el evolucionismo aparece como la única salida existencial a nuestra encerrona en este mundo, ya que le abre las puertas y no se las cierra como antiguamente. Ahora bien, pienso que evolucionamos pagando el precio de la involución, ya que la vida evoluciona a costes/costas de la muerte. Me atengo por lo tanto a un evolucionismo involucionista, involucionismo simbolizado por la muerte no solo en su aspecto negativo sino positivo, en cuanto interiorización o ahuecamiento del mundo a modo de vaciamiento o trascendencia interior. Un tema asumido bien por el Budismo y su visión positiva de la muerte, la nada y el vacío, el más allá como vaciamiento y nirvana.

3. Y hablando de evolucionismo, ¿cuál es el origen de una especie llamada Andrés Ortiz-Osés? Porque yo creo que usted constituye especie singular dentro de los homínidos...

--- No soy una especie sino acaso un cierto espécimen o rara avis. Pero tampoco, yo mismo me considero más bien una especie especial de “especia”, por cuanto trato de cultivar bien que mal cierto condimento o ingenio en la línea de mi predecesor Baltasar Gracián. En el mejor de los casos yo sería el ingenioso hidalgo don Andrés de Tardienta. Mi suerte ha sido estudiar en Innsbruck y dar clases en Deusto, dos ámbitos estupendos de información y formación, además de haber colaborado con el extraordinario Círculo Eranos en Suiza.

4. ¿El hombre nace o se hace? ¿La biología sin aprendizaje lleva a alguna parte? ¿Sin cultura, seguiríamos siendo, a pesar de nuestro cerebro, dicen que evolucionado, monitos graciosos con gestos humanos?

--- El hombre nace y se hace, es biología y logos, naturaleza y cultura, genes y educación, tierra y cielo, materia y espíritu, y sobre todo alma (anímico). La cultura es una especie de sobrenaturaleza o, más sencillamente, de cubrenaturaleza. Hay desde luego una herencia recibida, un texto o textura familiar, pero incardinada en un contexto social y cultural. En algunos casos suele haber algún tipo de impronta especial que condiciona la persona y su personalidad de forma específica o peculiar. En mi caso, me marca decisivamente el asesinato de mi padre en mi infancia, en el sentido de tener que realizar un afrontamiento asuntivo de dicha tragedia, al tiempo que te señala un sentido-límite de la existencia, y te ofrece una perspectiva radical de la vida y la muerte.

5. Para poner las cosas en claro, ¿qué es, en realidad, la cultura? ¿Leer libros, ir al cine y al teatro, visitar exposiciones... Y poder luego hablar de todas estas cosas? Es decir, ¿tener una cultura enciclopédica es ser culto? ¿O la cultura es “otra cosa”?

---Culto y cultura están emparentados, aunque hoy en día parece que lo hemos olvidado, ya que los cultuales no suelen ser tan culturales y los culturales tampoco se consideran cultuales. Pero el culto a cierta trascendencia es el origen de la cultura humana en cuanto añadido o plus significativo que trasciende nuestra mera animalidad terrestre. Por su parte, la auténtica cultura es cultual en cuanto abre nuestra confinitud en el mundo a nuevos horizontes de sentido. Por todo ello una persona culta es una persona cultural que cultiva el alma y lo anímico, que es lo específicamente humano. La cultura en sentido fuerte es el “almario” de la humanidad.

6. Para seguir aclarando el concepto: los hombres de Ciencia, que lo saben todo de su especialidad, ¿son hombres cultoso formidables técnicos?

--- La auténtica cultura no es meramente técnica, sino anímica o espiritual. La persona culta rinde culto a la cultura del alma, y no meramente al mundo de las cacharrerías, por muy prácticas que resulten. Por una parte, está el mundo de la razón funcional o instrumental; pero por otra está el mundo del sentido existencial. Además de la razón pura o abstracta, técnica o funcional, el hombre se define por su razón cordial, encarnada o humanada. Como sabía Pascal, el hombre es razón y corazón, el cual funge como auténtica co-razón de nuestra propia razón. El hombre se caracteriza por una inteligencia afectiva, y no meramente operativa, una inteligencia que trasciende lo meramente cósico, técnico o instrumental en dirección al sentido o significación existencial (axiológica), la cual sobrepasa al mero significado dado o dato.

7. Y para enredar más el asunto, ¿los sabios son hombres cultos? Claro, que aquí deberíamos explicitar que es ser “un sabio”. Y extrapolando: “¿Qué es la sabiduría? ¿Cuáles son sus pilares, acordándonos de un popular best-seller?

---El culto cultiva la cultura culturalmente, el sabio cultiva la cultura anímicamente, y como hay una relación entre culto y cultura, pues también la hay entre culto y sabio, cultura y sabiduría, lo mismo que la hay negativamente entre el mero cultista o culterano y cierto sabiondo. La sabiduría cultiva el sentido existencial, llámese Tao o Ser, y se abre a la trascendencia, llámese Dios o Vacío (místico). De todos modos, me gusta denominar al cultivador de la sabiduría “sapiente”, que es un vocablo más incisivo que el de sabio. El sapiente conoce la sabiduría de la vida, la cual consiste en pasar de lo real a lo surreal: allí donde confluyen el amor y la muerte, que a mí me gusta simbolizar conjuntamente como “amors”, junción o juntura de amor y mors-muerte, de sentido y sinsentido.

8. Los sabios de Grecia ¿es verdad que ya lo pensaron todo, que desde entonces no hemos hecho más que marear la perdiz? ¿Cuáles son para usted las luminarias del pensamiento que han dado saltos evidentes, contundentes, fundamentales, desde los sabios griegos? En resumen, cuáles son las aportaciones esenciales a la filosofía y el pensamiento desde aquella Edad de Oro?

---Para mí el auténtico sapiente es el que cae en la cuenta del “cuento” de la vida y puede contarlo filosóficamente. Por eso mis sapientes son sobre todo los filósofos más incisivos: Laotsé (Laozi) y Heráclito, Sócrates y Jesús, Nicolás de Cusa, Schopenhauer y Nietzsche, la escuela de M. Heidegger (la Hermenéutica) y la escuela de C. G. Jung (el Círculo Eranos), amén del filósofo galaico Amor Ruibal. En mi libro más interesante y legible –Libro de símbolos (Deusto)- presento las filosofías más intrigantes a través de imágenes y símbolos fundamentales, entre los que destacan naturalmente los símbolos artísticos o estéticos que van del cine a las artes plásticas y la música, aquellas cumbres habitadas por la genialidad de Miguel Ángel o J. S. Bach, por citar mis máximas predilecciones.

9. Y encima, para complicar las cosas, usted es jesuita, se supone que, por tanto, creyente. ¿Cómo se compagina Dios con la razón humana, que es incapaz de alcanzarlo? ¿Hemos hecho del fruto de la razón, la Ciencia, un instrumento de negación de Dios, o Ciencia y Fe pueden ser caminos complementarios, y aún diría que inevitables? ¿Cuáles serían los puentes de conexión de ambas esferas?

---Yo no soy jesuita sino jesuítico, mi sacerdocio es secular y especialmente cultural, y por supuesto creyente. Ahora bien, el increyente cree que no hay Dios y el creyente cree que hay Dios, así que ambos somos “creyentes”. Y un tal creer o creencia es una fe y no un saber, así que creo en Dios pero no puedo/podemos saber si existe ni cómo es si es. Desde la filosofía la fe o creencia significa una apertura radical al Otro u Otredad, única forma final o escatológica de conferir sentido a este mundo tan devastado por el sinsentido. Por lo tanto, para mí la creencia actúa como una apertura frente a toda cerrazón u obturación mental, frente a todo encierro o encerrona existencial, frente a toda capitulación, desamparo y desesperación. Lo cual significa que pienso no sólo con la razón (que más bien me disuade de Dios), sino con el corazón (que proyecta mis deseos, querencias y esperanzas). Dios simboliza entonces la imaginación y la simbolización, la significación más allá de la insignificancia mundana. Es verdad que el mal inmenso es un escollo terrible para creer en un presunto Dios, pero al mismo tiempo creer parece ser la única posible solución al mal precisamente a través de su disolución final (in extremis).



10. ¿Qué es la verdad para usted?

--- Realmente la hora de la verdad es la hora de la muerte, así que la verdad tiene algo de mortal y a menudo de mortífero: por eso nos hemos matado en la historia por este tipo de verdad muerta o muerma, esclerótica y dogmática. Frente a todo ello, en el Evangelio se atribuye a Jesús la expresión “yo soy el camino, la verdad y la vida”, lo cual difiere radicalmente de esa antigua visión de la verdad mortífera. En efecto, en el Evangelio se proyecta una verdad itinerante y viva, transitiva o transeúnte y dinámica o vital, la propia verdad encarnada por el itinerario abierto de Jesús. Por eso yo mismo he propugnado el no hablar tanto de la verdad en el sentido tradicional, sino si acaso de verdad-sentido, o simplemente de sentido, ya que el sentido no es la verdad abstracta sino la verdad encarnada o humanada. Y es que una verdad pura o abstracta como “dos y dos son cuatro” no tiene ningún sentido humano, ya que se trata de algo meramente cuantitativo y no cualitativo, mientras que afirmar por ejemplo que “el amor planta cara a la muerte” no dice verdad pero tiene sentido.

11. El Amor, el gran misterio humano... ¿El Amor humano es tan misterioso porque no es humano? ¿Porque es animal o porque es divino?

--- El amor es la clave del universo mundo, tanto en lo material como lo anímico o espiritual, físico o metafísico, naturalmente reentendiendo el amor en el sentido de Platón como eros cosmogónico y cultural, que podemos traducir como aferencia de todas las cosas a modo de fuerza cohesiva generalizada. Lo más intrigante del universo es la coimplicación de los opuestos, o sea, el amor de los contrarios en una especie de contracción simbólico-real (surreal). El amor es el arquetipo del sentido de la vida, aunque el amor está contrapunteado/contraputeado por su oponente radical: el sinsentido y la muerte. Como sabe la literatura universal, el amor y la muerte representan el sentido y el sinsentido del mundo, pero se trata de una conjugación de contrarios contractos: pues el amor es el sentido que trasciende esta vida en nombre de la otra vida o de otra vida posible, mientras que la muerte es el sinsentido que acaba atrapando al amor pero le ofrece cobijo simbólico o descanso eterno. Hay toda una mitología cultural al respecto desde la más remota antigüedad hasta la más estridente actualidad.

12. Llegando a terrenos más prosaicos: usted creció en Aragón y se “recrió” en el País Vasco, donde ha desarrollado gran parte de su oficio de pensador y docente. Desde un punto de vista hermenéutico cómo es posible comprender el “conflicto vasco” y cómo debería la sociedad vasca solucionarlo de modo acorde con lo razonable en momento histórico actual?

--- El hombre celebra la propia nación como lugar de nacimiento o Matria, pues es el origen matricial o matriarcal del hombre en el mundo. Junto a este nacionalismo propio de la nación o nacimiento, está el supranacionalismo de la Patria, representada por el Estado cuasi paterno o patricial. Se trata de la coafirmación de la madre y el padre, de la matria y de la patria, del nacimiento y del Estado. Sin embargo, este basamento de la política del hombre en el mundo culmina democráticamente en la concelebración común de la Fratria o fraternidad, de la fratría o hermandad horizontal de los humanos, de la afirmación no solo del suelo materno y del solar paterno, sino de la civilización humana. Pues bien, nuestra Fratria es Europa, el ámbito de nuestra civilización greco-romana, cristiana y occidental, el ámbito de mediación de las matrias y las patrias en una Fratría intercultural simbolizada por la Princesa cretense. Por supuesto que también hay que contar con nuestra propia filiación, que en nuestro caso español está en Hispanoamérica, y finalmente con nuestros primos hermanos, representados por todo el género humano al que pertenecemos humanamente. Por lo tanto, se puede ser patriota y también matriota, pero sobre todo hay que ser hoy en día fratriota o confratriota, celebrando no sólo la hermandad europea o la filiación hispanoamericana, sino la hermandad del género humano y la propia globalización o mundialización.

13. Esta revista se llama Crisis y estamos viviendo “otra crisis” (esta económica, sobre todo, ¿sobre todo?). ¿Cómo deberíamos plantear la crisis actual en el fenómeno general de la Crisis de la sociedad humana? ¿Qué orientaciones razonables (de razón) deberíamos tener en cuenta para afrontar la crisis en minúscula dentro de un concepto general de Crisis?

--- Yo pienso al respecto algo bastante peculiar: frente a todos los discursos que proclaman el hacer superior, basándose casi siempre en éticas y morales incumplibles, heroísmos fatuos y melopeas pías o utópicas, defiendo llevar una vía diferente: hacer menos y hacerlo algo mejor, o mejor dicho hacer poco e incluso no hacer nada extraordinario. No hacer nada heroico, sino asumir nuestra pobre condición humana y articularla, no hacer proyectos faraónicos sino trayectos posibles, deshacer el tinglado y su farsa y rehacer los escombros de nuestra civilización incivilizada, de nuestra tradición inhumana, de nuestras glorias ridículas. Partir de abajo arriba y no de arriba abajo, reconociendo que el hombre es un pobre hombre y siempre lo será, observando que además de pobres hombres (todos) hay hombres pobres (los abandonados), tratando no de solucionarlo todo olímpicamente desde el Olimpo, ya que este mundo no tiene remedio sino solo remedios, cuidados paliativos, remedos (importantísimos). El mundo no tiene solución sino a través de la disolución de este mundo, sea en el otro, como piensan los creyentes clásicos, sea en este mismo mundo pero desheroificado, compasivo y humilde, reducido a su esencialidad , siguiendo un modelo combinado del tipo estoico-epicúreo. Predicamos y practicamos una presunta/presuntuosa modernidad o bien su sucedáneo posmoderno, cuando en realidad deberíamos cultivar una modernidad “ad intra” o hacia dentro, una intramodernidad que en lugar de expandirnos logre nuestra impansión interiorizadora, transitando del exterior al interior, de la razón al corazón, de la verdad al sentido, trastocando nuestra cultura desalmada en una cultura anímica o del alma.

Juan Domínguez Lasierra

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Conclusiones aforísticas

Si nuestro gran Baltasar Gracián quintaesenciase esta entrevista, tal vez la resumiría en estos aforismos:

1.-Ser y no ser: esta es la cuestión.
2.-Evolucionamos entre ángeles y demonios, Dios y el diablo.
3.-No soy una especie especial, sino una especie de especia: ingenio.
4a.-El hombre nace, se hace, se rehace y se deshace.
4b.-La cultura es la cubrenaturaleza.
5.-Necesitamos ciencia con conciencia: y conciencia con ciencia.
6.-Necesitamos sapientes: y no meros sabihondos.
7.- Por qué hay ser y no-ser a la vez o simultáneamente.
8.- Pienso, luego desisto: creo, luego resisto.
9.- La verdad es la verdad encarnada: el sentido humanado.
10.- El amor es el sentido existencial: atravesado por la muerte.
11.-Diluir el patriota y el matriota: en el fratriota o confratriota.
12.-En lugar de actuar heroicamente: desheroificar el mundo para
asumirlo compasivamente.

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Bibliografía básica:
Andrés Ortiz-Osés, Libro de símbolos, Universidad de Deusto, Bilbao, 2008.
Mi agradecimiento a Luis Garagalza, UPV/EHU, Departamento de Filosofía/Filosofi Saila, por su colaboración.


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(Corte bibliográfico)

Ortíz-Osés y su filosofía antropológica

Andrés Ortiz Osés (Tardienta, Huesca, 1943), nuestro entrevistado de Crisis, es uno de los más firmes capitales intelectuales de Aragón, de los que no se devalúan y al que, sin embargo, estamos obligados a rescatar, por interés propio. Estudió en Huesca, Comillas, Roma y Austria, se licenció en Teología y es doctor en Filosofía por la Universidad de Innsbruck (con premio extraordinario). Ha sido profesor en las Universidades de Zaragoza y Salamanca, y es catedrático, ahora ya emérito, de Filosofía en la Universidad de Deusto. Pertenece al Movimiento Europeo de la Filosofía, y ha colaborado con el Círculo Eranos en Suiza, del que recientemente ha publicado un brillante estudio, Hermenéutica de Eranos. Ha editado a J. J. Bachofen y C.G. Jung. Su gran campo de estudio es la filosofía antropológica, a la que está aportando una singular contenido, con su apasionada interpretación simbólica de las culturas en sus mitos, símbolos y arquetipos. Particular interés tiene su interpretación de la mitología vasca, a la que se ha dedicado con entusiasmo, y que tan valorada ha sido por el gran maestro J. M. Barandiarán.
Fundador de la Filosofía Simbólica, es un pensador abierto al mundo y uno de nuestros filósofos más creativos, en cuyo discurso sobresale por su genuino y polisémico lenguaje. Dirige la Colección Hermeneusis en la Editorial Anthropos, de Barcelona, que le ha dedicado un número monográfico. Su obra ha sido traducida al alemán, al inglés y al portugués, entre otros idiomas. Ha escrito más de mil artículos y cuarenta libros, entre ellos: Metafísica del sentido, La diosa madre, Visiones del mundo, El sentido de la vida (con G. Vattimo), Mitología cultural, Las claves simbólicas, Libro de símbolos, La herida romántica, Heidegger y el ser-sentido, Nietzsche: la disonancia encarnada, Masonería y hermenéutica...
Director de la edición internacional del Diccionario de Hermenéutica y del Diccionario de la Existencia, es miembro de honor de la Sociedad Española de Psicología Analítica. Activo conferenciante (su última conferencia en Zaragoza despertó entusiasmo), pertenece a diversas sociedades y academias culturales. La Universidad Nacional Autónoma de México ha dedicado a su pensamiento el volumen El dios andrógino. Un homenaje internacional a su obra es Filosofía, hermenéutica y cultura (Deusto), en el que participan G. Durand, G. Vattimo, J.L.Aranguren, R. Panikkar, J. Grondin, M. Beuchot, E. Trias, J. Oteiza, C. García Gual, entre otros ilustres pensadores. Ha formado un Círculo Filosófico en torno a su cátedra en la Universidad de Deusto. Recientemente jubilado, y avencindado en Zaragoza, prosigue su labor como “catedrático emérito” entre Deusto-Bilbao y la capital aragonesa, con frecuentes desplazamientos a Tardienta. En Internet se puede seguir su trayectoria intelectual, tanto a través de sus blogs.deusto como de su twitter, y ahora especialmente con su blog “Fratría”, en Religión digital (Madrid).
Su pensamiento filosófico-antropológico es una búsqueda de sentido a través del arte y la religión, de la filosofía y las ciencias humanas, de la experiencia y la vivencia, de la razón y el corazón. Su obra no sólo trata de cuestiones culturales sino también del sentido de la existencia, de ahí sus varios libros de Aforismos en la estela gracianesca. Andrés Ortiz-Osés fue la firma invitada del número 1 de Crisis. Y esperamos contar siempre con su colaboración.
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