El enigma y la trascendencia (y Claves de la vida 54)

El universo es un enigma de fondo, un enigma que tiene que ver con la trascendencia. En la ciencia actual la trascendencia del universo se llama evolución, mientras que en nuestra conciencia religiosa se llama misterio. El enigma del universo se sitúa así entre la evolución y el misterio, una evolución cada vez más misteriosa que avanza de la materia al espíritu, descubriendo la inmaterialidad de la materia y la interrelación de la realidad universal.

El enigma del universo es la presencia de lo real y su interrelacionalidad junto con su cohesión, lo cual apunta a una especie de coimplicación física y, más allá, de amor metafísico. Un amor desde luego tan complicado como el amor humano, el cual reúne conflictivamente. Esta sería una clave fundamental del mundo, su amor conflictivo, su armonía disarmónica y su conjunción disyuntiva.

Resulta que la realidad se realiza y desrealiza, como las estrellas que mueren para que otras nazcan. Amamos pues y desamamos, aunque la cohesión o conexión parece triunfar sobre la descohesión o desconexión de lo real, lo que situaría al amor por encima de la muerte disolutora y, por tanto, el sentido sobre el sinsentido. Recientemente he tenido la visita amistosa de dos viejos discípulos que, con su simpatía y recuerdos de la bella juventud, han suscitado en mi vejez enfermiza el milagro de la regeneración y la apertura trascendental.
La palabra es apertura trascendental, porque al final la realidad se abre a su trascendencia a pesar de todos los portazos que nos da la vida. Y la apertura trascendental conlleva nuestro abrimiento existencial, la no-cerrazón, oclusión u obturación de nuestra psique. A qué nos abrimos finalmente debe quedar en claroscuro: a la cuestión radical de nuestra mismidad, a la pregunta por el Dios del sentido y el diablo del sinsentido, al amor que lo reúne todo y al desamor que todo lo desune. Filosóficamente la apertura trascenderntal es un abrirse a la consideración del ser relacional de los seres.

El pensamiento contemporáneo ha llegado a la doble convicción de que el sentido del mundo no procede del mismo mundo, sino del hombre que lo introduce en el mundo. Pero si el mundo no tiene sentido sino que lo introduce el hombre, cabe preguntarse quién o qué introduce ese sentido en el propio hombre. Clásicamente el hombre ha recurrido al respecto al nombre de Dios como símbolo del sentido y personificación del amor ontológico, cantado así por Pablo Neruda:
Pero este amor, amor, no ha terminado
y así como no tuvo nacimiento
no tiene muerte, es como un largo río,
solo cambia de tierras y de labios.
Ahora bien, si el sentido de la vida lo colocamos en el amor personificado en Dios, entonces lo colocamos en nuestra mismidad abierta al otro, siendo el otro la trascendencia que nos salva de nosotros mismos. Nietzsche pedía un por-qué para vivir: la respuesta es el amor con su propia turbulencia o la amistad como un amor más civilizado, es decir, la fratría o fratria del sentido consentido (y no meramente consensuado). La vida no es un problema a resolver, sino un enigma a trascender viviendo abiertamente cara al otro que nos salva de nuestra propia encerrona. El amor es así el conocimiento del enigma propio y el misterio ajeno:

Viene el mar y reúne nuestras vidas:
El mar palpita, muere y continúa.

La evolución prosigue hasta el límite o frontera de el/lo otro. De momento no tenemos respuestas inequívocas, solamente responsorios equívocos, Quizá el sentido sea la condición del sinsentido, y el sinsentido la condición del sentido. El propio amor encarna el sentido y su conflicto. Debemos entender las vida dialécticamente. Ya H.Montherlant afirmaba que el Dios-sentido nos llena en tanto en cuanto estamos vacíos. Así que sin vacío no hay sentido: hay que vaciarse para poder llenarse.


CLAVES DE LA VIDA 54

---La cristología tradicional como criptología: egiptología.

---Si el Papa Francisco va demasiado deprisa es que tú vas demasiado despacio.

---El Papa de Ratzinger y de Bergoglio es el mismo: pero no es lo mismo.

---La moral católica tradicional no parece practicable: quizás resulta impracticable.

---No hay mal que por bien no venga en el límite ilímite: la muerte nos trae la solución como disolución.

---Era un hombre tan estrecho que no le cabía ninguna duda.

---La fluctuación de la convivencia cotidiana dinámicamente interpretada: ayer riñendo y hoy riendo.

---La habilidad para crear problemas está mal vista: pero teóricamente es clave.

---A mitad de una conferencia sobre evolución aparece un tipo estrambótico que se coloca al otro lado de mi vecino: le digo a este jocoso que se trata del homo antecesor, pero él me contesta serio que lo va a investigar (así que mi adlátere era aún más extraño).

---Entierro ceremonioso de la Duquesa de Alba, encierro folklórico de la Pantoja, descubrimiento público del pícaro Nicolás: España es un apaño y no un empeño.

---España está llena de capillas: para copar el cupo.

---El mal y lo malo nos impelen a buscar el bien y lo bueno.

---Renazco a la vejez en Aragón: con la alegría del nascente y el dolor del senescente.

---En su obra “Oráculo manual y arte de la prudencia”, Baltasar Gracián oscila entre la ortodoxia y la heterodoxia, el heroísmo y el antiheroísmo, la Inquisición y la picardía moral, el lenguaje recto y el lenguaje retorcido, la razón prudente y la desazón aforística: tanto su obra como su vida exponen la contradicción entre el renacimiento y el barroco, la virtud y su adaptación, la claridad y la oscuridad, la norma literal y la picaresca literaria.

---Hay que desear lo mejor, y esperar lo peor (B. Gracián): por si acaso.

---Mi doble procedencia: los aragoneses son de armas tomar, y los vascos de armas tomadas.

---Señor, ayúdame frente a los cafres: aunque yo también lo sea.

---Dice D.Antón que sólo necesitamos amor y un perro: casi nada.

---Unos piensan que tienen problemas con la mujer: otros piensan que la mujer tiene problemas con ellos.
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