El hombre y su destino (y Claves de la vida 99)

Una civilización que niega la muerte,
acaba por negar la vida (O.Paz).

El destino es el hado o sino, nuestro punto de llegada, el final prefijado: la muerte como necesidad o imposición natural. Toda su vida A.Malraux luchó contra el destino mortal del hombre, contra lo fatídico humano, contra la muerte mayúscula o minúscula. Toda su vida trató heroicamente de matar la muerte y el mal, de acabar con la Parca y los males, enarbolando una voluntad recia enfrentada a la fatalidad como una afrenta. Por eso predica y practica una solidaridad activa, basada en un humanismo planetario y en una fraternidad viril frente a todo despotismo y tiranía.

Oriente representaría para Malraux la tiranía del destino, el aura de lo eterno y el refugio de los dioses extáticos. La cultura oriental sería un espacio estático sin tiempo o temporalidad, hierático y mortuorio, anquilosado, dominado por el/lo absoluto y las pirámides, por lo sagrado y trascendente. Frente al destino oriental, occidente encarna la vida del hombre y lo humano, el tiempo abierto del devenir, la persona frente a lo impersonal. El espíritu puro se enseñorea del viejo Oriente, pero en Europa emerge desde los griegos al cristianismo la presencia de la inmanencia, el mundo frente al trasmundo, la coexistencia.

Se trataría según Malraux de culminar la lucha de occidente frente a oriente, de Europa contra Asia, del humanismo frente al trascendentalismo. De ahí la lucha contra el destino y la muerte, contra lo puramente sagrado en nombre de lo sagrado secular. El auténtico arte nos proporciona un sentido claroscuro de la existencia, como el Guernica de Picasso, el panel del griterío humano frente a la barbarie: “gritos de niños, gritos de mujeres, gritos de aves, gritos de vigas y de piedras, gritos de ladrillos, muebles y camas, gritos de sillas, de cortinas, de vasijas”. Necesitamos una internacional de la cultura que grite y se rebele contra el destino déspota oriental, en favor de nuestra destinación occidental de signo emancipativo y liberador.

Esta lucha contra el destino nos recuerda a Prometeo, el titán que roba el fuego inmortal a los dioses para hermanarlo o humanizarlo. Pero Prometeo es una promesa incumplida, y sufre su destino subhumano tras su rebeldía inmovilizada. Pensamos que Orfeo sería mejor testigo de la esperanza humana, ya que en lugar de luchar contra la muerte ineludible y fracasar, la asume como rito de pasaje iniciático al más acá, al interior del exterior, accediendo a través de la noche oscura del cuerpo a exhalar el alma o sentido íntimo. La muerte es aquí el umbral del intramundo.

Quizás la clave esté no en luchar “contra” el destino mortal, sino “con” el destino mortal, implicando su implicación o contingencia radical a través de una fraternidad, menos viril o masculina y más femenina o asuntiva. Para ello resultaría conveniente y convincente un diálogo no solo de oriente con occidente, como propone Malraux, sino también viceversa de occidente con el viejo oriente, con el fin de reentender la muerte natural no solo como negativa sino también positiva, no solo como destino final sino también destinación finalinicial, no solo como oclusión sino como apertura. En una desmayada cantata, J.S.Bach canta la muerte como destino, a modo de diana o blanco alcanzado a través de las cenizas negras que transmuta el fuego sagrado, viejo símbolo estoico del ambiguo destino divino-diablesco inscrito en el universo.

Mientras que Malraux define al hombre como el ser contra la muerte, Heidegger lo redefine como el ser hacia la muerte. El propio Camus afirma el sentimiento del absurdo o sinsentido de la vida, pero no su consentimiento o reafirmación. Y es que, en vez de enfrentarnos al destino mortal, deberíamos asumirlo humana y humanitariamente, en favor de una muerte digna o humanizada. Pues, como dice el tango de Gardel, “contra el destino nadie da talla”. De ahí que el auténtico absurdo sea tratar de matar o superar la muerte, en lugar de supurarla, asumiendo su escatología doble o dúplice: a la vez marrón sobrevenido en negro, trasfigurado finalmente en blanco satén. Y ello porque la muerte dice reposo eterno para creyentes e increyentes, el paso del peso del mundo al trasmundo flotante.

El propio Malraux habla de una fraternidad del amor que arriba a una fraternidad de la muerte. Como dice en La condición humana, el amor es un fuego o calor que acaba en un “apretón inmóvil, como de una mejilla contra otra, tan fuerte como la muerte”. Frente a la autonomía radical del hombre contra el destino mortal, hay que afirmar una internomía o interdependencia del hombre con el hombre y la mujer, el amor y la muerte, porque afirmarse en el amor significa trascender. En efecto, el amor enraíza su eternidad en el tiempo, hasta revertir el propio tiempo en trastiempo, marchando de victoria en victoria hasta la derrota final y mortal, revertida empero en derrotero trascendental. He aquí que la conciencia del amor y la muerte nos hominiza y humaniza.

CLAVES DE LA VIDA 99




---Del Dios todopoderoso del Antiguo Testamento al Dios todoamoroso del Nuevo Testamento.
---El temor de Dios no significa miedo: significa piedad.
---La resurrección cristiana como insurrección humana frente a la inmanencia: cerrada o cerril.
---Escribe un filósofo que no piensa en la muerte: porque ya está muerto.
---La erotización conduce a la hierotización: eros sagrado.
---La religión no es una asignatura, dice F.Savater: y la asignatura no es ninguna religión.
---El País Vasco está allá arriba y allá abajo.
---El vestuario como bestiario.
---La bandera como “drapeau”: como trapo.
---A menudo envío abrazotes: abrazos con azotes.
---Me quejo porque no cejo.
---Policía, póliza y paliza: hay palabras parecidas.
---El ojo también oye: y el oído también ve.
---En la mitología japonesa el centro es el vacío: como el silencio posibilitador y mediador de las palabras.
---(Tempus putationis) Ha muerto E.Trias, ha muerto la mujer de Savater y de Sádaba: y yo mismo no tengo mujer.
---No quiero pasar a la historia librescamente: quiero traspasar la historia liberadoramente.
---Dejar atrás el mundo: vislumbrar el trasmundo.
---La vejez para L.Boff es perfeccionar la propia estatua: para mí es asumir su desmoronamiento existencial.
---San Francisco de Asís y la confraternidad de todas las cosas.
---Regla de oro: tratar a los humanos humanamente.
---El ser es la realidad primera: Dios sería la realidad última.
---Dios como condensación del yo-otro: trascendencia inmanente.
---Dios y el mundo no son uno, pero tampoco dos, sino tres: Dios, el mundo y su coimplicación (trinidad).
---Leo que rezar impide pensar: impide pensar las tonterías que leo.
---Hay rezos que impiden pensar: pero el auténtico rezo es pensar dos veces.
---El teólogo no debe convertirse en predicador ni apologeta: pues todo apologeta tiene un poco de jeta.
---Como la propia Iglesia, España continúa a pesar de sí misma: deben tener alma además de cuerpo.
---Lo nuestro nadie nos lo quitará: y morirá con nosotros.
---La razón se centra en la cabeza: el zen se centra en el ombligo: el amor se centra en el corazón.
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