La melopea vasca

Este es el momento de hacer reflexión crítica sobre el extremismo vasco, aquel que pasó de la dictadura franquista a la dictadura terrorista, del viejo comunitarismo al comunismo, de la vieja religiosidad carlista al radicalismo irreligioso e irreligado, de la vieja música coral a una melopea generalizada de armas tomar.

La melopea vasca es el nacionalismo vasco, un pseudonacionalismo que en vez de abrir la nación la encierra. Un nacionalismo que mezclado de marxismo resultó pura dinamita mortífera. De ahí la estridencia de la música vasca violenta, pues melopea significa música de borrachera, canto ebrio, celebración heroica de la muerte bajo un Minotauro salido de madre.

A este respecto, el antropólogo vasco-americano Joseba Zulaika ha aportado en su reciente libro “Vieja luna de Bilbao” una buena dosis de crítica y autocrítica, acudiendo a Lacan para coafirmar la libertad pero también la ley, acudiendo al lehendakari Aguirre para afirmar la codependencia del problema vasco y español, acudiendo al psiconálisis para corroborar que un exceso de amor o amor turbulento puede matar y mata. Por eso propugna junto al amor, el humor, incluso en referencia a lo más sagrado, y destaca el humor depurativo y catártico de O.Terol en el programa “Vaya semanita” de la televisión vasca.
Sin embargo, echo algo en falta y de menos en ese libro de Zulaika, algo importante, y es la crítica al izquierdismo radical, sea anarquista o marxista, nacionalista o internacionalista. La crítica se centra aquí en la derechona, llámese Hitler, Mussolini o Franco, pero ni una palabra sobre la izquierdona y los horrores de Stalin, Mao y sus secuaces, incluida nuestra breve república española y sus fechorías.

El libro se queja con razón de la dictadura de Franco, la cual es en realidad una dictablanda en comparación con las repúblicas soviéticas o prosoviéticas. Lo que hubiera hecho nuestra república española sovietizada de haber ganado la guerra, lo imaginamos al ver lo que han hecho otras repúblicas soviéticas del este de Europa.
Y bien, se trata de un tic progre propio de nuestra generación y su progresía, pero a estas alturas hay que criticar lúcidamente a los hunos y a los hotros, como por cierto hizo ya Unamuno en su librito póstumo “Del resentimiento trágico de la vida”.

En el actual contexto político y de crisis, uno entiende que vascos y catalanes se distancien de la España de la dejadez y de la incuria; pero uno no entiende que vascos y catalanes se distancien antipáticamente de la España diligente y amable.
Tras mi larga estancia en tierras vascas, en la Universidad de Deusto, puedo decir al fin que el cristianismo me ha salvado de peligros y corrupciones, de corruptelas y melopeas, especialmente por su lema religioso e ilustrado de la fraternidad universal.

Posdata (En próxima entrega de Religión Digital se analiza el concitado libro de J. Zulaika “Vieja luna de Bilbao”).
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