Episcopados colombiano y venezolano

¿Pastores del Evangelio o Pastores del Imperio?


Yo encuentro muy interesante el posicionamiento de estos dos episcopados a base de sus alianzas ideológicas y políticas en su búsqueda de la paz.

Episcopado colombiano

El episcopado colombiano es un aliado tradicional del gobierno colombiano y de sus instancias de poder. No lo vemos levantar la voz para denunciar al gobierno y aun menos para acusarlo de crímenes cometidos en contra de los derechos humanos o de ciertos sectores de la población. Sabe pasar discretamente bajo silencio la responsabilidad de los gobiernos sucesivos en el uso de los “falsos positivos” y recordar a los disidentes el respeto de las leyes y la importancia de la unidad fraternal. En pocas palabras, se trata de un episcopado que sabe andar mano en mano con los gobernantes y poderosos. Estos últimos pueden confiar en su episcopado.

La reelección del presidente Santos lleva el compromiso nacional de cumplir con las negociaciones de paz. Desde más de un ano se desarrollan en Cuba negociaciones de paz entre las FARC-EP y los Representantes del gobierno colombiano. Los movimientos sociales, los partidos de la oposición se juntaron, en su mayoría, para sostener la reelección del presidente Santos con este fin de resolver el conflicto armado entre las FARC-EP y el Gobierno.

Recién, el episcopado se reunió en presencia del vice-presidente de Colombia para hablar de esas negociaciones de paz. El secretario del episcopado hizo una declaración final en la cual pone de relieve los tres puntos más importantes para llevar a cabo esas negociaciones.

El primer punto se relaciona con las personas victimas de esta guerra que dura desde más de cincuenta años. El secundo punto pone de relieve el carácter “terrorista” de los guerrilleros que tienen que pagar por el dolor causado a sus victimas. El tercer punto es el abandono de las armas por parte de los “terroristas” y un llamado a negociar de buena fe. Todos estos reclamos se dirigen con insistencia a la FARC-EP.

"Es fácil sacar políticas y acuerdos sin mirar la persona, lo fundamental es el dolor de la persona, que quien ha hecho algún acto de terrorismo entienda el dolor que ha causado (...) cada acto tiene una responsabilidad social muy grande" ha dicho Mons. Falla, según una nota enviada a Fides.

« Lo mejor para nuestra patria es deponer las armas y comenzar a construir la paz, y tiene que haber una gran transparencia
".

Dentro de estos puntos, no figura un análisis de los acontecimientos que dieron nacimiento a esta guerra interna que dura desde más de cincuenta años. Todo deja pensar que para estos obispos no les importa mucho conocer los motivos que llevaron a los guerrilleros de aquellos años y a los guerrilleros del presente a mantener esta lucha armada contra los gobiernos colombianos sucesivos. Para ellos, estos guerrilleros son puros “terroristas” y tienen que pagar por el dolor causado a todas las victimas de esta guerra. No dicen nada de la responsabilidad del gobierno. Hablan de terrorismo sin dar más explicaciones al respecto. Todo movimiento violento en contra del gobierno puede ser considerado como terrorista. Es evidentemente el caso de las FARC-EP.

No es sorprendente que el vicepresidente del gobierno, Angelino Garzón, tuviera estas palabras al salir del encuentro con los obispos:

"Todos debemos escuchar esta tercera voz tan autorizada, como lo es la de la Iglesia Católica y la de la CCN, ya que el país necesita caminos de diálogo y de reconciliación nacional. »

Todo esta preparado para incorporar a estos obispos en las negociaciones de paz que se desarrollan en Cuba.

Episcopado venezolano

¿Qué dice, por su parte, el Episcopado venezolano acerca de la violencia y de la paz?

Con motivo de los acontecimientos violentos que sucedieron en febrero y marzo pasado, la cúpula episcopal tomó la palabra para dar a conocer su punto de vista relacionado a la situación que vive el país. La utilización de las guarimbas de parte de los manifestantes para mejor controlar ciertos sectores de la sociedad ya habían hecho decenas de muertos y centenares de heridos sin olvidar los centenares de millones de dólares en daños públicos.

En el momento de tomar la palabra, ya se sabe que todo este montaje de protestación y de violencia respondía a un plan para realizar un golpe de Estado. Ya se conoce la manipulación mediática, por montajes de fotos que no tienen nada que ver con la realidad, para demostrar el uso de la fuerza represiva de parte del gobierno. A esas fotos se añaden las declaraciones totalmente exageradas de un país al borde de una guerra civil. A pesar de saber todo eso, los obispos toman la palabra para decir otras cosas.

La documentación al respeto de este plan de golpe de Estado esta suficientemente disponible para que el episcopado la tome en consideración. Saben, más que muchos otros, como actúan la extrema derecha y sus aliados en Colombia y Washington. Ya vivieron de adentro la experiencia del golpe de estado de 2002, al cual participaron de forma activa. No tiene disculpas para decir que no sabía al respecto.

A diferencia del episcopado colombiano, los obispos venezolanos presentan su análisis de las causas de la crisis. En este análisis indican claramente sus orientaciones ideológicas y su lectura de la realidad. Uno se da cuenta que se trata de una guerra ideológica compartida con las oligarquías y el imperio.

La Causa fundamental de la actual crisis es la pretensión del partido oficial y las autoridades de la República de implantar el llamado “Plan de la Patria”, detrás del cual se esconde la promoción de un sistema de gobierno de corte totalitario, que pone en duda su perfil democrático; las restricciones a las libertades ciudadanas, en particular, la de información y opinión; la falta de políticas públicas adecuadas para enfrentar la inseguridad jurídica y ciudadana; los ataques a la producción nacional, que ha conducido a que en nuestro país hoy se haga necesaria la importación de toda clase de productos; la brutal represión de la disidencia política; el intento de “pacificación” o apaciguamiento por medio de la amenaza, la violencia verbal y la represión física.

Con estas palabras el episcopado deja entender implícitamente que se trata de un gobierno “ilegitimo” , tratándose de un gobierno de corte totalitario, que no puede seguir como es y como actúa. Por consecuencia, no hay que sorprenderse de los movimientos de descontentos, los cuales son totalmente legítimos. El gobierno permanece el primero responsable de la violencia que se produce. Está claro, para ellos, que Venezuela vive bajo un gobierno autoritario que no respeta los derechos humanos y limita las libertades ciudadanas, en particular, la de la información y opinión.

Se trata por supuesto de un análisis bien subjetivo y a base de una ideología neoliberal. No se ve mucho en esta declaración la transparencia de los Evangelios y aun menos la Exhortación apostólica del papa Francisco “Evangelii Gaudium”.

Estos obispos que viven en Venezuela y que tienen como misión principal el apego a los pobres y humildes, no pueden ignorar las numerosas consultas del pueblo, a través elecciones y referéndum, a lo largo de los quince últimos años, saben la importancia que tiene la empresa privada sobre el control de una gran parte de los medios de comunicación, conocen, por haberlo vivido desde adentro, cómo la derecha y sus aliados en Washington y Colombia actúan para deshacerse de gobiernos que no están a sus gustos y a pesar de todo eso siguen diciendo lo contrario. Todo ello es sencillamente escandaloso de parte de estos obispos. Se prestan a la mentira, a la manipulación de la opinión pública, bajo las funciones de pastores al servicio de la Buena noticia del reino de Dios.

Qué los obispos tengan un discurso tan poco pegado a la realidad de este gobierno, reconocido como un ejemplo de democracia participativa en toda América latina y en el mundo, en que más del 80% de los medios de comunicación están en las manos del sector privado, y que pasen bajo silencio las acciones de sabotaje económico tanto en los bienes esenciales que en los diversos servicios de parte de los oligarcas, es algo de muy grave. No pueden olvidar cómo actuó la extrema derecha, en 2002. Saben muy bien que son los mismos que siguen con el mismo esquema y que los actores son los mismos.

Relacionado a las manifestaciones violentas, los obispos venezolanos no hablan de terrorismo como lo hacen sus colegas colombianos, sino que descartan de esta violencia a los estudiantes que manifiestan, según su punto de vista, de forma pacifica. Los terroristas son los grupos infiltrados por el gobierno en las manifestaciones con el objetivo de tergiversar o desacreditar las protestas de los estudiantes y provocar sus condenas para mejor reprimirlas.

Las manifestaciones han dejado muertos, heridos y destrozos en instituciones y propiedades. Es difícil señalar el origen de todos ellos, pero es evidente que muchas acciones delictivas son originadas por personas o grupos infiltrados con el objeto de tergiversar o desacreditar las protestas y provocar su condena.

Lo que dicen esos obispos, en este caso de la violencia, no son palabras de pastoresdedicados a la verdad, sino propagandistas dedicados a una operación de golpe de Estado, para servir mejor los intereses de las oligarquías y del Imperio. No les importa las condiciones de vida en las cuales esas mismas oligarquías dejaron a millones de personas sin viviendas, sin atención medical, sin acceso a los estudios superiores, etc.

Sabemos que desde el principio de la crisis, el gobierno se cuidó mucho para no caer en las provocaciones de los manifestantes. Es uno de los motivos por el cual la oposición tuvo que ir a buscar fotos de represión en otros países o en otra época. Los obispos no toman en cuenta esta realidad. Siguen con el mismo cuento.

“El Gobierno se equivoca al querer resolver la crisis por la fuerza. La represión no es el camino. Con ella no ha podido evitar las manifestaciones de protesta ni dar respuesta al descontento y la rebeldía de la gente. La salida de la crisis es clara: el diálogo sincero del Gobierno con todos los sectores del país, con una agenda previa y condiciones de igualdad, y con gestos concretos, evaluables en el tiempo, como señales de la necesaria rectificación.

Conclusión

Dos episcopados vecinos con dos discursos distintos para salvaguardar una misma paz al servicio de las oligarquías y del imperio. Una paz sin disidencia con los poderes imperiales que se imponen a los pueblos y a sus gobernantes. Lo vimos en Honduras, en 2009, y en Paraguay, en 2012.

En Colombia el discurso del episcopado es claro en cuanto al enemigo que son los “terroristas” bajo la cobertura de las FARC-EP. Ellos deben asumir la responsabilidad del sufrimiento de todas las victimas de esta guerra. Ellos deben abandonar las armas y no escapar de lo que tendrán que pagar por sus crímenes. Relacionado al gobierno, el episcopado se pone a sus órdenes.

En Venezuela, el enemigo es el gobierno autoritario y responsable de toda la violencia. Los que protestan, lo hacen de forma pacífica. La violencia es provocada por grupos infiltrados por el gobierno para descreditar a los estudiantes y justificar una represión sangrienta. No dicen nada de las grandes misiones que orientan las políticas del Gobierno bolivariano. Eso no es lo importante.

En estos dos ejemplos vemos claramente la capacidad de la institución eclesial de adaptar sus discursos como mejor les convienen a sus aliados. Logra justificar, bajo la bandera de la fe católica, la mentira, el engaño, la manipulación.

Las primeras victimas de tal comportamiento son la verdad, la justicia, los derechos de la persona. Al actuar así, es la Iglesia entera que se descalifica como referencia de libertad y moralidad. Estamos lejos de episcopados con olor de oveja y testigos de la radicalidad del Evangelio. El papa Francisco esta bien solo con su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium.

Con estos colaboradores , el Imperio puede dormir tranquilo. Sin embargo el Jesús de Nazaret sigue esperándolos en medio de los pobres y humildes para que se pongan junto a Él al servicio de la justicia y de la verdad.


Oscar Fortín
2 de julio 2014

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