Buscar la verdad. ¿Cómo? ¿Con qué?

Quid est veritas?, es el grito sereno y conmiserativo de la humanidad racional al personaje que no sólo se deja matar por “su verdad” sino que trata de imponerla ¡como salvadora!.
La mejor aproximación a la verdad no sería la afirmación rotunda, sino la “teoría”, en el sentido griego del término.
Zeoría en griego, como “observación” de lo que sucede, juicio del que observa, contemplación del devenir, especulación d se detienen e posibilidades, examen de las razones, meditación de lo acaecido, barrunto de lo que puede suceder, reconocimiento de la propia situación, comparación de resultados, etc.
Se ha dicho que la verdad está en la correspondencia con los hechos y con las cosas, pero ¿correspondencia de quién o de qué? ¿Quién dice que esa correspondencia es cierta y que no vendrá otra observación a suplantarla? Se podría “inducir” la verdad por la estadística de las situaciones, pero el camino más racional pasa por el contraste y la eliminación del error.
La búsqueda de la verdad es también una lucha contra muchos elementos. La búsqueda de la verdad en lucha contra la “predisposición”. Razón y psicología de la actitud racional contra el presentimiento. Necesidad de hacer y de explorar, frente a incapacidad para empezar a hacer. He aquí el escollo de aquél que sabe lo que tiene que hacer y no lo hace. Podríamos aplicar el mismo esquema a la búsqueda de la verdad, pero mucho nos tememos que sea un proceso “ad infinitum”.
En todos los aspectos de la vida está el hombre buscando la verdad. Parece que la búsqueda de la verdad, así, a secas, estaría reservada a unos pocos y ser terreno exclusivo de pensadores y filósofos.
Nada más lejos de... ¡la verdad! No está en nuestro ánimo pensar que “buscar la verdad en cómo hacer mejor un sofrito de cebolla” o “cómo escardar mejor la huerta” o “cómo afrontar la explicación de la regla a esa hija adolescente”, sean tareas racionalmente inferiores a “buscar la verdad sobre el origen de la angustia humana” o “la verdad del origen y finalidad de la vida”.
¡La verdad es el objetivo por el que suspira la actividad racional!