Hipocresía o esquizofrenia: el culto a las imágenes.

Parece que es volver sobre el mismo tema tratado en días pasados. No importa: las contradicciones cristianas no es que se repitan, es que son permanentes. Y en esto de las imágenes, la contradicción es patente. Hoy lo hacemos, no retrotrayéndonos al Antiguo Testamento sino viendo cómo censuraban a los paganos de su tiempo... para luego hacer ellos lo mismo.

Lo que los cristianos de los siglos II a IV censuraban de las creencias y prácticas paganas es lo que se podría decir hoy de los católicos, vistos no ya bajo el punto de vista de una religión que se creía superior, y lo era, sino bajo el punto de vista de personas con instrucción y con criterio propio.

Reprobaban que los paganos dieran culto a las criaturas en vez de al Creador. Veían concretado en los paganos aquello que Isaías o el salmista (Ps. 115) o el Apocalipsis decían de los cultos a los ídolos: “Sus ídolos son de oro y plata, hechura de las manos del hombre; tienen boca y no hablan, ojos y no ven, tienen orejas y no oyen, nariz y huelen… …Sean como ellos los que los hacen y todo el que en ellos pone su confianza”.

Estos apologistas cristianos caían en el mismo sofisma que los sacerdotes de Aarón y los profetas, al afirmar que adoraban y suplicaban a una estatua. Los antiguos no identificaban a las imágenes con los dioses, sabían que sólo eran una representación simbólica de sus divinidades. Todavía les funcionaba el sentido común aplicado a su credulidad pagana.

Las tremendas invectivas que esgrimían aquellos seguidores fieles del 2º mandamiento del Decálogo de Moisés, se podrían aplicar ahora a los ritos católicos, que no hacen ceremonia digna de tal nombre si no una estatua delante y no hay procesión que se precie sin su imagen, si es de la Virgen adornada y vestida con riquísimas prendas. En muchos escritos apologistas, basta cambiar católico por pagano para ver su actualidad.

• “La impasibilidad de las estatuas se contagia a sus adoradores” (Gregorio Niseno).
• Son objetos inservibles, ocultan muchas infamias (Eusebio)
• Se rellenan con huesos, desperdicios y paja y sirven de refugio a insectos, cucarachas, ratones y aves que anidan en ellos (Minucio, Clemente de Aejandría, Arnobio…)
• Cuando las golondrinas cruzan volando las bóvedas de los templos y dejan caer su inmundicia , vemos cómo poco a poco las cabezas, los rostros, las barbas, los ojos, las narices de las divinidades van cubriéndose de xcrementos…
• Os dioses son carcomidos por las arañas y los gusano (Minucio)
• …abonados de cagarrutas de perro (Martyrium Polycarpi)
• Fabricarlos es uno de los máximos pecados mortales, como el adulterio y la prostitución (Tertuliano)
• A veces las imágenes se hacían con “los adornos de las prostitutas y las joyas de las hembras o de huesos de camello” (Arnobio)
• Siempre se sabe de qué taller ha salido cualquier dios (Atenágoras)
• Proceden de los artistas más degenerados, de la misma categoría que los saltimbanquis y las envenenadoras (Orígenes).
• Sus imágenes son retratos de modelos de carne y hueso, aunque fuesen “prostitutas y deshonradas” como Cratina, la amante de Praxíteles, modelo para la Afrodita de Gnido (Clemente de Alejandría y Arnobio)
• Las procesiones paganas son una deshonra para la ciudad, sacando a pasear estatuas que son obras hechas por manos humanas (Minucio Félix)

Insistimos en su falacia, confundir la representación figurativa con lo representado. A ningún fiel pagano se le pasaría por la cabeza decir que tal o cual estatua era “el dios”. Y, por otra parte, no había pasado un siglo y los cristianos cometían los mismo “pecados mortales” a que se refiere Tertuliano que los paganos.

Lo que dice Clemente de Alejandría se aplica literalmente a la imaginería cristiana de los siglos de oro de la misma. Siglos más adelante, la práctica corriente entre los imagineros cristianos no era muy diferente a la de los paganos:
• Fray Filippo Lippi raptó a la monja Lucrezia Buti (1456), con la que casó y con quien tuvo un hijo, a quienes inmortalizó en figura de María y el niño Jesús.
• El cardenal de Maguncia, Alberto II (1514-1545) tenía dos concubinas, Catalina Stolzenfeis y Ernestina Mehandel. A ambas inmortalizó Durero como las hijas de Lot.
• Lucas Cranach representó a su mujer Ernestina como Santa Úrsula.
• Igualmente, Grünewald a Catalina como Santa Catalina en las Bodas Místicas.
• El colmo de la desfachatez lo vemos en el arzobispo Alberto de Magdeburgo, que sacó en procesión a una cortesana (una prostituta) en andas como “figura viviente”, algo así como las representaciones de belenes vivientes de días pasados.
• Basta visitar el Museo de Escultura de Valladolid para ver cómo el arte allí escondido, imaginería religiosa, es todo un catálogo de personajes del pueblo.

Censuraban los muy Padres de la Iglesia hechos que hoy son pan de cada día, festivo por supuesto:
• El obispo Eusebio decía que exponer imágenes de dioses era un engaño para niños y adultos de pocas luces”: ¿y qué son los miles y miles de imágenes olotinas que pueblan nuestras iglesias, hechas de yeso y escayola? ¿Y todos los retablos que son gloria y ornato de templos y catedrales? Dios se hace tan humano que verdaderamente no se dan cuenta que precisamente lo humano es Dios.
• Censuraban aquellos célebres apologistas que los fieles se arrodillasen antes obras hechas por sus propias manos… ¿Qué hacen hoy los piadosos católicos ante imágenes de Cristo, la Virgen y los santos? Arrodillarse es consustancial a cualquier rito que se precie. Si no, no demostrarían la piedad que les embarga.
• Igualmente se burlaban de “besar a los ídolos”… En tales o cuales sitios no hay reparto de pan si no se besan las reliquias. Se invita en Navidad a “besar al Niño”; a la salida de la Iglesia, muchas beatas hemos visto acariciando la pierna del crucificado y aplicando un beso a su santo empeine…
Podríamos seguir poniendo en parangón prácticas y ritos paganos censurados por apologistas “con sentido común” con prácticas y ritos actuales que hoy practican los fieles católicos sin sentido alguno, que no lo tienen ni siquiera considerados en su sentido religioso. No es cuestión de cansarnos con incongruencias.
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