Recitar no es pensar.
Que las religiones tienen un fundamento inconsciente es algo sabido por todos. No es la razón la que guía las creencias sino el subconsciente colectivo, el mundo de la imaginación, los deseos utópicos, la ilusión que presiente o los miedos pre conceptualizados.
Asimismo su continuidad e incluso su difusión siguen procesos inconscientes. Lo cual lleva a afirmar algo evidente: es la incultura la base más consistente de las creencias.
Un hecho claro: la misa. Es el único rito que semanalmente practica el 99% de los creyentes. No tienen otra fuente de información religiosa. ¿Pero a qué se reduce la misa? A recitar mecánicamente una serie de frases aprendidas desde la infancia; a levantarse, arrodillarse y sentarse mecánicamente; a oír palabras que la mayor parte no escucha; a engullir un fragmento de harina con unción y devoción haciéndose a la idea de que “eso” es algo más que moléculas que se disuelven en el estómago...
No creemos que todos obren así o se conduzcan así, pero la inmensa mayoría de los asistentes no reflexiona ni en lo que hacen ni en lo que dicen: no analizan lo que se les dice; no reciben semanalmente un plus de cultura; no hay intercambio de información...
Lo mismo, o más, podemos decir de los rezos ante el Muro de las Lamentaciones o los cinco rezos y reverencias de los musulmanes: rezan, repiten pero no piensan.
En los rituales practicados en todas las religiones sólo se ejercita la memoria, jamás la inteligencia. Hay honrosas excepciones, desde luego, pero son la excepción que confirma la regla. Entre los católicos y protestantes ha habido muchísimas mentes lúcidas y grandes predicadores, ¿pero qué son hoy la inmensa mayoría de predicadores que nutren supuestamente las inteligencias crédulas? Vulgares repetidores de tópicos. Entre los musulmanes hubo un Avicena y un Averroes... ¿alguien más entre los miles y miles de imanes rectores de mezquitas? ¿Qué se sabe de sus aportaciones al pensamiento universal? ¿Qué sistemas filosóficos han desarrollado? Arenas del desierto.
Lo que brilla en el mundo crédulo es precisamente la ausencia “de algo”; el único fulgor que destaca, procede del pietismo irracional y del reciclaje de residuos. Fábulas una y otra vez repetidas. ¿Ausencias? La verdadera construcción de la religión, los debates y controversias, el llamamiento a reflexionar, el análisis y la crítica de lo que se dice y hace, la confrontación de informaciones contradictores, el análisis de los textos bíblicos...
El recitado y repetición continua de letanías, jaculatorias, credos... no es pensar. Y sin pensamiento no hay religiosidad que se precie. Hay compulsión, costumbre, hábitos adquiridos, festejos, destacarse ante los demás recitando una lectura que nadie entiende, poner flores al santo, besar reliquias, procesionar...