¿Respetar las creencias religiosas? Pues mire usted... como que no (2)

La situación de hecho en que se encuentra tal "respeto" varía mucho entre países y también entre personas. Algunos ejemplos. 

Se llega a casos verdaderamente grotescos. La Corte Suprema de EEUU (21 Feb 2006) eximió de la obligación de no consumir drogas alucinógenas a una iglesia de Nuevo México –el brasileño Centro Espirital Beneficiente Unido do Vegetal—. Sostienen que pueden entender mejor a Dios tomando te de hoasca (que contiene dimetil-triptamina, droga alucinógena). Le bastó al juez que ellos crean y digan que tal droga mejora su entendimiento. Sin embargo, se negó el uso de cannabis con propósitos medicinales para aliviar los efectos de la quimioterapia (2005).

El punto de vista de la fe religiosa, donde reside su fuerza y su gloria principal, es que no depende de la justificación racional. Cualquier otra persona deberá defender sus prejuicios con argumentos; en cambio, pedirle a una persona religiosa que justifique su fe infringe la “libertad religiosa” (R.Dawkins. La irracionalidad de la fe).

Lo religioso se arroga un respeto desmesurado, pero a la vez se convierte en algunos países híper-sensibilizados con la religión en reclamo de libertad de expresión para manifestar sus prejuicios, por ejemplo, contra los homosexuales, contra el aborto, contra la fecundación...

Recordemos, finalmente, aquel lejano caso de las caricaturas de Mahoma publicadas por un periódico danés. La indignación provocada en todo el mundo partió y fue alentada por clérigos musulmanes –imanes-- ¡¡residentes en Dinamarca!! Ellos viajaron a Egipto con un dossier repleto de falsedades que fue distribuido por todo el mundo islámico. Falsearon incluso tres de las doce fotografías, con caricaturas, éstas sí, verdaderamente ofensivas.

La histeria fue general, pero provocada e inducida. Personas e instituciones sin conexión alguna con los editores del periódico fueron atacados: manifestaciones con quema de banderas, boicot a productos daneses, petición de disculpas al gobierno, embajadas asediadas, amenazas a turistas occidentales, incendio de iglesias cristianas en Pakistán, nueve personas asesinadas en Benghasi en el ataque e incendio al consulado italiano, incendio de iglesias cristianas en Nigeria, asesinato de cristianos a machetazos, manifestaciones en G.B. con pancartas “maten a quienes insultan al Islam”, “descuarticen a quienes se burlan del Islam”, “Europa pagará: la demolición está en camino...

El líder musulmán “moderado” (es un decir) Iqbal Sacranie justificó la ira porque

"la persona del Profeta, la paz sea sobre él, es reverenciada tan profundamente en el mundo musulmán, con un amor y afecto que no pueden ser explicados con palabras. Va más allá del amor y afecto hacia los padres, hacia otros seres queridos, hacia los hijos. Es parte de la fe”.

Quien lo entrevistó afirmó:

“Si las personas desean amar a un predicador del siglo VII más que a sus propias familias, allá ellos, pero nadie más está obligado a tomar eso en serio”.

La diferencia estriba en que no tomar eso en serio supone pagarlo con la vida. Lo sorprendente es que algunos, en Occidente, expresaran respeto y consideración por la profunda ofensa y herida que habían sufrido los musulmanes. ¿Ofensa por unas caricaturas en un periódico local del que nadie había oído hablar?

Ofender gratuitamente, no, pero ¿por qué esos privilegios desproporcionados hacia las religiones? Cualquier político es caricaturizado, cualquier idea política es puesta en entredicho, cualquier opinión se puede contradecir y no pasa nada. ¿Qué tienen de especial las religiones? ¿Todavía quieren seguir manteniendo que son “la verdad”? En realidad, lo que ponen de manifiesto es su debilidad. Debilidad e inseguridad.

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