Una frase que dijo Ratzinger.

Decimos: Los Evangelios no tienen ningún valor histórico. Contestan: Tampoco Sócrates dejó nada escrito pero lo conocemos no sólo por el testimonio de Jenofonte sino sobre todo por el cariño y respeto hacia él de Platón.
Mistificación tanto de personajes como de argumentos. Todo lo mezclan los que previamente se han colocado en la postura de aceptar todo.
Al decir que los Evangelios no tienen ningún valor histórico, evidentemente no hablamos de los libros en sí, sino lógicamente del contenido. Nadie discute el valor “cósico” de los evangelios, la historicidad de su escritura, el mayor o menor valor literario de los mismos. Lo que se echa por tierra es la realidad de un personaje mítico o mitificado. Se admite el contenido dogmático o teológico del mensaje --para quien lo crea--, pero sin ninguna conexión fáctica con la realidad.
Por otra parte el “hecho Sócrates” nada tiene que ver con el “hecho Jesús”. Entre otras razones porque los documentos que se guardan de ambos tienen distinta credibilidad (fiabilidad, rigor, verosimilitud...). A Sócrates nadie lo niega; a Jesús... De Jesús, como mucho se podría aceptar como mero supuesto su posible existencia, salvando su mensaje moral, pero no su pretendida misión salvífica en él personificada.
Y respecto a la supuesta personalidad histórica de Jesús, no tendría la mayor relevancia si existió realmente o no: es probable que existiera. Es un supuesto histórico, quizá con mayor probabilidad existencial que el guerrero homérico Diomedes Tidida (Ilíada, V).
Concediendo que pudiera existir un profeta exaltado cautivador de masas, como tantos que hubo en esa agitada tierra hebrea, lo que no se puede admitir, porque todo es pura entelequia de mentes calenturientas, es la “realidad existencial” del Cristo paulino.
Los datos que con él puedan tener relación son contrarios a cualquier idea de realidad existencial: los de la exégesis que ponen en relación cartas de Pablo con enseñanzas judías, creencias contemporáneas a él(esenios, neohelismo, filosofía helenista, etc), cultos mistéricos...
El Cristo paulino es inexistente, inventado, revestido "a fortiori" de atributos divinos, emperifollado de misterios, sin ninguna relación con el posible sujeto real, Jesús, de probable existencia.
Todo este exordio lo han propiciado unas palabras atribuídas al teólogo y profesor cardenal Ratzinger: habría que preguntar al emérito B-16 si ratifica estas increíbles palabras suyas referidas al concilio de Calcedonia, año 451:
Este concilio dogmatizó el mito mediante la idea del origen ontológico divino de Jesús y lo rodeó de una erudición tal que las expresiones míticas terminaron por convertirse en un núcleo de la ortodoxia.
Por suyas las he copiado, aunque en este momento ignoro su “locus” exacto. Admito que al estar sacadas de contexto, se podrían malinterpretar y que posiblemente quieran decir lo contrario de lo que a simple vista parece. Aún así, ése es el pensamiento de muchos estudiosos de la figura de Jesús: quedó mitificado en Cristo.
Las que sí se mantienen como ciertas, por constar en carta al Cardenal Bembo, son las palabras del papa León X (1513-1521):
Quantum nobis notrisque que ea de Christo fábula profuérit, satis est ómnibus séculis notum... Desde tiempos inmemoriales es sabido cuán provechosa nos ha resultado esta fábula de Jesucristo.
Claro que... ¡este papa se las traía!