En los nidos de antaño, no hay pájaros hogaño.
Una retahila de "fiestas grandes" ha venido celebrando la Iglesia en estos últimos domingos, fiestas que en otro tiempo llenaban de júbilo primaveral --renacer-- a las masas imbuidas de ello(bien que más correcto sería decir "inducidas").
En otro tiempo las fechas se respetaban a rajatabla: 40, 50 días... y así, Ascensión y Corpus Christi eran fiestas que colonizaban sendos "jueves" ("Tres jueves hay en el año - que relumbran más que el sol", decían).
Pascua de Resurrección, la fiesta mayor. Ascensión. Pentecostés. Santísima Trinidad. Corpus Christi. Cristo Rey. Todas ellas fiestas mayores, de solemne celebración: misas pontificales, misas cantadas, misas con procesión incluida algunas de ellas.
De aquellos fastos rituales apenas si queda nada. O no queda nada distinto a las celebraciones dominicales del "tiempo ordinario". O se han desgajado del cuerpo eclesial de tal manera que han quedado en un exacerbado folklore callejero: Corpus de Toledo, por ejemplo. "Dado que tengo la Custodia de Arfe, habrá que exhibirla por las calles", podría ser. En el resto y como mucho algún "gloria cantado", alguna secuencia añadida, algún sermón más encendido.
En la memoria de quienes sobrepasan los sesenta quedan recuerdos vagos de celebraciones olvidadas. Como el resto de los recuerdos juveniles. Misas "de gloria" había que exigían la presencia, en el coro de la iglesia o la catedral, de una Orquesta, un Coro y Solistas profesionales. Celebraciones de más de dos horas... Recuérdense las "Missa solemnis" de Mozart, Bruckner, Beethoven, Rossini, Hilarión Eslava, Ledesma, Ovejero...
Entre los jóvenes de menos de cuarenta años, nada hay de especial que les haga encandilarse con fastos rituales. A lo más, gozar de alguna buena interpretación al órgano de "Variaciones sobre el tema gregoriano Victimae Paschali" o "Tantum ergo hispano".
¿Ha ganado la iglesia con este descabezamiento ritual, con esta democracia festiva? En modo alguno. En este sentido, el Concilio Vaticano II, celebrado en su tiempo como "soplo revitalizador del Espíritu Santo", fue el bieldo que aventó en las eras de la vida tanto ceremonial de cáscara vacía.
El tomo con los documentos del Concilio "ahí está". Apenas si lo consulta nadie. Muchos de sus criterios y dictados, a la fuerza han sido borrados del acervo pedagógico de los dos últimos papas... Ha sido necesaria la vuelta a "las otras fuentes", las consideradas como primitivas. ¿Por qué? Porque la fuente, el venero y el camino estaban cegados, porque no conducían a ninguna parte, una de cuyas excrecencias fue la Teología de la Liberación. O quiza el Che Guevara, vaya Ud. a saber.