Los sistemas anti-caos que provocan el caos.

"Dios es la medida de todas las cosas". Platón "dixit". Muy a pesar de tal pensamiento, el hombre prescinde de tal medida para construir el mundo. El hombre construye el mundo, su mundo, su hábitat, su entorno... a su modo, como él sabe, aunque sean torres de Babel.

El Dios vengador, el Dios no-permisivo no lo tolera (ahora es Rouco, que si no es Dios le falta poco para creérselo, el que no tolera que Europa o España busquen un hábitat de concordia y justicia según leyes salidas de otros alientos históricos no tan cristianos.). De ahí que de Dios procedan el Diluvio y las demás pestes con que pueblos como Egipto --siete plagas, Mar Rojo, etc. etc.-- se ven afectados.

No parece que a los ojos de Dios cualquiera tiempo pasado fue mejor. Dios deja hacer, pero no le gusta “lo hecho”. Tampoco al hombre. Y aquí están ambos pugnando por torcer el rumbo de la humanidad.

Es la revolución.

Los unos pretenden o han pretendido cambiar o "salvar" al mundo por la teología o, en los últimos tiempos, la cristología; los otros por la revolución proletaria o popular.

Puestos a ser justos con el juicio que los tales merecen, a ninguno de los dos le importa un bledo el hombre. Sólo les importa el nombre. Con mayor frecuencia, el número.

Cuando se mezclan ambos y es el hombre el que se pone al servicio de Dios, aparecen las Cruzadas, Jasenovac, Ruanda, Sarajevo, Mostar, Cachemira... Cuando es el hombre el que tiene por aliado a Dios, nos topamos con Babi Yar, Auschwitz, Treblinka, los GULAG, Siberia...

Allí los sufridos "convertendos" deben redescubrir de nuevo “el Libro”. Y unos ofrecen la Biblia o el Corán y otros el Libro Rojo.

Personajes de cuño más moderado, por no decir simplista, alicorto, menguado... se conformaron con una escueta "Educación para la Ciudadanía".
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