"Que las palabras de Rahner resuenen en el cónclave" "No apaguéis el Espíritu"

Cardenales en el cónclave
Cardenales en el cónclave

"Este era el título de la conferencia que, el día 1 de junio de 1961, pronunció Karl Rahner, uno de los teólogos más importantes del siglo XX"

"Desde que el pasado lunes de Pascua la Iglesia está en periodo de Sede vacante, toman más fuerza las palabras de Rahner, que me gustaría que los cardenales, reunidos en cónclave, escucharan: 'No apaguéis el Espíritu'”

"Un Espíritu de libertad y de liberación, de comunión, de gozo y de paz"

Este era el título de la conferencia que, el día 1 de junio de 1961, pronunció Karl Rahner, uno de los teólogos más importantes del siglo XX. El 22 de marzo de 1961, Rahner había sido nombrado consultor de una de les comisiones preparatorias del Concilio Vaticano II. Pero, “casualmente”, unos días después de su conferencia le comunicaron que quedaba sujeto a una censura previa, que tenía por objetivo descalificarlo como teólogo y así reducir su influencia en el Concilio. 

Especial Papa Francisco y Cónclave

Con todo, la nueva primavera del papa Juan XXIII, el papa bueno, y la postura del papa Roncalli, obispo de Roma, de distanciarse del sector más conservador de la Curia, de aquellos que él mismo llamó, “profetas de calamidades”, hizo posible la “rehabilitación” de Rahner. Por eso, con valentía, el cardenal de Viena, Franz Köning, el 24 de septiembre de 1962 solicitó el asesoramiento de este teólogo durante las sesiones del Concilio Vaticano II. De aquí que Rahner, el autor de la conferencia, “No apaguéis al Espíritu”, fue designado oficialmente, teólogo del Concilio.     

No apaguéis el Espíritu
No apaguéis el Espíritu

Ciertamente que los cardenales reunidos en cónclave en marzo de 2013, cuando eligieron al cardenal Bergoglio nuevo obispo de Roma, hicieron caso de las palabras de Rahner, “No apaguéis el Espíritu”. Los cardenales que, aquel 13 de marzo de 2013 votaron al entonces arzobispo de Buenos Aires, supieron escuchar al Espíritu. Fueron dóciles a la voz del Espíritu, que les pedía que escogiesen a un hombre sencillo, lleno de fe y de esperanza, un pastor bueno, con olor a oveja, que hiciese avanzar, sin miedos, a la Iglesia hacia una nueva primavera. De hecho, el papa Francisco, durante estos doce años al frente de la Iglesia, ha estado guiado por el Espíritu de Dios y por eso mismo ha sabido acompañar al Pueblo de Dios, con sabiduría y con humildad, con ternura y con amor.

Desde que el pasado lunes de Pascua la Iglesia está en periodo de Sede vacante, toman más fuerza (como ahora hace doce años), las palabras de Rahner, que me gustaría que los cardenales, reunidos en cónclave, escucharan: “No apaguéis el Espíritu.

Los cardenales que, próximamente, se reunirán en la capilla Sixtina para elegir al sucesor del papa Francisco, habrían de escuchar al Espíritu, para escoger a un hombre que continúe el camino que ha abierto el papa Bergoglio, para que el centro de la Iglesia la ocupen los pobres y los excluidos, los marginados y los descartados que no cuentan para nadie. Que el nuevo obispo de Roma, fiel a la encíclica “Laudatto si”, se comprometa a cuidar la creación y denuncie la industria bélica y la muerte de tantos miles y miles de persones, hombres, mujeres y niños que mueren por la guerra y por el  hambre.

Como el papa Francisco, el nuevo obispo de Roma habría de ser (como ha dicho el arzobispo José Cobo, de Madrid),un papa valiente, que mire el presente y el futuro con esperanza. Un papa sin nostalgias de tiempos eclesialmente invernales, de condenas y de anatemas. Un papa que sea, como ha dicho el obispo Joseba Segura, de Bilbao, “un mensajero de diálogo y de encuentro”. Que no excluya a nadie, sino que acoja a todos y que haga de la Iglesia una casa y un hogar con las puertas siempre abiertas, que no las cierre a nadie. Que renueve y reavive la fe de los seguidores de Jesús de Nazaret, que sea artesano de paz y servidor de comunión y de unidad. Un papa creyente, pero también creíble, que como el papa Bergoglio, vaya a las periferias y haga que la Iglesia camine al lado de la gente. Que no frene la renovación de la Iglesia, sino que continúe la primavera del papa Francisco, que nadie no habría de frenar.

El papa y los inmigrantes que detesta VOX
El papa y los inmigrantes que detesta VOX

"Los cardenales reunidos en cónclave, si no apagan la voz del Espíritu, seguro que elegirán a un pastor que apueste por una Iglesia sinodal y no piramidal"

Los cardenales reunidos en cónclave, si no apagan la voz del Espíritu, seguro que elegirán a un pastor que apueste por una Iglesia sinodal y no piramidal. Una Iglesia que sea “hospital de campaña”, para acoger a los heridos de nuestro mundo y a todos los que se encuentran al margen de la sociedad. El nuevo papa ha de hacer posible una Iglesia que no sea una casta clerical, sino una comunidad de hermanos que viven el mandamiento nuevo del amor. Una Iglesia, como la quería Francisco, más horizontal que vertical.

Me gustaría que el nuevo obispo de Roma siga los pasos y el camino renovador del papa Francisco, un hombre fiel al Vaticano II y que sea, como él, el pastor de los últimos, ya que el papa Bergoglio hizo suyos a los excluidos, a los sintecho, al colectivo LGTBI, a los migrantes, a los pobres y a los refugiados. Que el nuevo obispo de Roma haga de la Iglesia un espacio de esperanza y de diálogo con el mundo moderno, con los obreros y con los que se encuentran en la frontera de la fe. Que el obispo de Roma que elegirán los cardenales, trabaje por una Iglesia libre, que no excluya a nadie, con una actitud de acogida sincera y fraterna, en la línea del papa Francisco, cuando decía que en la Iglesia caben “todos, todos, todos”.

"Me gustaría que el nuevo obispo de Roma siga los pasos y el camino renovador del papa Francisco, un hombre fiel al Vaticano II y que sea, como él, el pastor de los últimos"

Que el nuevo papa sea un hombre humilde, amigo y servidor de los pobres, como lo ha sido el papa Francisco. Un pastor que anime y acompañe la fe de los discípulos de Jesús y a la vez, no tenga miedo en denunciar, con valentía, la injusticia, la mentira y la hipocresía de los poderosos, así como el capitalismo salvaje que empobrece a los más débiles. Que el nuevo obispo de Roma defienda la justicia social y luche contra el cambio climático y contra la lacra de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia.

La misericordia y el amor, como ha dicho el arzobispo de València, Enric Benavent, “son las dos claves que nos permiten entender la misión del papa Francisco”. Por eso “la vida de Francisco ha sido un paso de la gracia de Dios por el mundo”.

El nuevo obispo de Roma también nos ha de mostrar la misericordia y el amor de Dios y por eso mismo habría de ser un hombre vestido únicamente de las bienaventuranzas, defensor de la verdad y de la libertad, más sensible al papel de la mujer en la Iglesia y promotor del ecumenismo. Que el nuevo obispo de Roma sea respetuoso con todas las formas de familias y con las lenguas y culturas minoritarias y apueste decididamente por el celibato opcional de los presbíteros de rito romano. Que sepa favorecer las diversas sensibilidades teológicas, sin miedo al pluralismo y que se mantenga alejado de posturas uniformizadoras e intransigentes, que siempre resultan estériles.

El Papa con los refugiados de Lesbos
El Papa con los refugiados de Lesbos

"Que el nuevo obispo de Roma defienda la justicia social y luche contra el cambio climático y contra la lacra de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia"

Que el obispo de Roma que escogerán los cardenales, abiertos a la acción del Espíritu, anuncie el Evangelio, como lo hizo el papa Francisco, desde el servicio y no desde el poder. Que defienda, con valentía a los inmigrantes y a los refugiados y denuncie a los políticos que, inhumanamente, criminalizan a estos colectivos. Que el nuevo obispo de Roma trabaje para que sea posible una Iglesia sencilla y pobre y continúe la primavera eclesial que nos trajo el papa Francisco ahora hace doce años, una primavera llena de los frutos del Espíritu. Que el nuevo obispo de Roma sea un pastor sencillo y atento a los signos de los tiempos y que como el apóstol Pedro, sea pescador y no príncipe y más padre y hermano, que jefe de estado. Que acabe con la vergüenza de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia, un pecado grave, además de ser también un delito, que nos avergüenza como discípulos de Jesús.    

Como en el tiempo de la pandemia que paralizó el mundo ahora hace cinco años, el nuevo obispo de Roma ha de ser un hombre que, como decía el papa Francisco, nos anime a buscar a Jesús, “tocando su cuerpo en el cuerpo herido de los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en la Eucaristía”.

Me gustaría que en el cónclave que comenzará pronto para elegir al nuevo obispo de Roma, los cardenales no apaguen la voz del Espíritu. Que no ahoguen ni aprisionen al Espíritu, que, siempre libre, sopla donde quiere y cuando quiere. Un Espíritu de libertad y de liberación, de comunión, de gozo y de paz. Me gustaría que el nuevo obispo de Roma sea un hombre libre, un pastor que trabaje por la comunión y la libertad de una Iglesia pobre y para los pobres, como deseaba el papa Francisco.

Quisiera que, como le pide San Benito al abad (en la Regla), que el nuevo obispo de Roma “sepa que más le corresponde servir que presidir” (RB 64:8) y de esta manera “haga prevalecer la misericordia sobre la justicia” (RB 64:10).

Ojalá que el nuevo obispo de Roma sea un padre y un hermano para todos nosotros y un testigo de esperanza y de alegría, como lo ha sido durante los últimos doce años el papa Francisco. Y como ha dicho el arzobispo de Barcelona, Joan Josep Omella, que todos los cristianos hagamos posible “que el legado de Francisco y su testimonio, continúe iluminando los corazones de los hombres”.

Es Ese el Espíritu Santo? Cómo Saber Cuando Él Está Hablando - yesHEis

Volver arriba