Bien por Carrefour

Con unos medios extraordinarios y ofreciendo evidentes comodidades al comprador terminan haciéndose con el mercado expulsando del mismo a otros que no pueden competir con tanto poder.
Al no tener raíces en ningún sitio ni rostro personal, sólo se les reconoce por una carátula, son absolutamente libres para no tener escrúpulos ni conciencia. Nadie va a cargar con nada. Ni va a sentir una mirada de desprecio por una conducta impresentable.
Extendidísimas en el primer mundo se han encontrado con la crisis que se ha cernido sobre él y supongo que sólo les preocupará por lo que pueda reducir sus ventas y sus ingresos. No por el dolor que esa crisis está causando a millones de personas.
La crisis ha llegado a España y de modo dramático. Ya no se atreven a negarla los que hace sólo un par de meses presumían que el nuestro era el mejor de los mundos. Y nos ha cogido con una masa inmigrante que es la que la está padeciendo de un modo más trágico.
Mano de obra sin cualificar, sin familia que pueda amparar a unos parados que crecen por miles todos los días, la situación es verdaderamente preocupante. Es ciertísimo aquello de que hoy estamos peor que ayer pero mejor que mañana.
Las Caritas parroquiales están desbordadas y ya no pueden atender al cada vez mayor número de familias que acuden en busca de una ayuda que ya es imposible prestar. La casa que se les va porque no pueden pagar la hipoteca con el negrísimo futuro de quedarse la familia sin un techo en el que vivir y en el que habían invertido los pobres ahorros de una vida de trabajo. Ya hasta el comer es un problema y las colas se enroscan en las manzanas que circundan esos comedores en los que unas monjas admirables atendían en esa necesidad a los pobres.
Me decía hace un par de días una de ellas, que llevaba con muchísmo garbo sus más de setenta años, que no podía más, que ya sólo veía el momento de llegar a la cama. Ya no tengo tiempo ni de rezar. Y sus ojos hasta ayer vivísimos los vi como apagados. Y me emocioné cuado me dijo: el Señor tomará mi agotamiento por las oraciones que no puedo hacer.
Normalmente venían dando de comer a cincuenta pobres ahora son más de trescientas las personas que se les presentan en el comedor. Y no es ya que físicamente no puedan con tanto. Es que económicamente tampoco. Aún no le hemos negado la comida a nadie pero esto ya no lo podemos sostener, me decía.
¿Qué tiene que ver Carrefour con todo lo que venimos diciendo? Pues que hoy y mañana, en todos sus centros, por cada kilo que compremos con destino al Banco de Alimentos, que después distribuye lo que le llega entre todos esos comedores, la empresa pone otro kilo.
Hoy y mañana tenéis la oportunidad de dar, que la tenéis todos los días, y que lo que déis valga el doble. Hay verdadera necesidad. Pues acercaros a Carrefour hoy o mañana y comprad para quienes tanto lo necesitan un litro de aceite o un kilo de lentejas, de azúcar, un paquete de fideos... No lo vais a notar y ellos, los que tanto lo necesitan, recibirán dos.
Y un día oiréis que Él os dará las gracias porque tuvo hambre y le disteis de comer. Hoy Cristo tiene hambre. Bien por Carrefour.