¿Bobines, despistados, submarinos?

Pues estos religiosos tan desconocidos -¿quién conoce a un camilo?- han querido dar señales de vida y, para ello no se les ocurrió mejor idea que montar un ciclo de conferencias. No sé por que me da que la concurrencia va a ser mínima.
Pero bueno. Estos religiosos, entre atención y atención a los enfermos, que es su carisma, pueden organizar conferencias, regar geráneos o jugar al futbolín.
El ciclo es modesto. Cuatro conferencias. Muy propio de la modestia de la Orden. Dos de los conferenciantes son para mí totalmente desconocidos. Un señor y una señora cuyos nombres, que ya he olvidado, no me dicen nada. Ella me parece recordar que es profesora o catedrática de árabe en alguna de las muchísimas universidades que hay en España y el otro da la impresión de que es un religioso camilo. Si no lo es pues me he equivocado en la intuición y tampoco pasa nada.
Los que llaman la atención son los otros dos. Que esos sí suenan mucho. Un teólogo y un moralista. O, al menos, eso dicen de ellos. Por supuesto que contestatarios. Y uno de ellos hasta censurado por la Iglesia.
Son Torres Queiruga y Marciano Vidal. A mi no me extrañaría nada que la Juan XXIII, si decidiera organizar un curso de conferencias, contara con ellos. O que El Paísles abra sus páginas. Eso sería lo más natural. Pero, ¿qué pito tocan los camilos en ese partido?
Y, una vez más, ¿hacia dónde miran nuestros obispos? Porque nos sobran sus Instrucciones pastorales si después hacen la vista gorda con todo lo que condenan en sus instrucciones pastorales.
Yo creo que los prelados de España pierden el tiempo y nos lo hacen perder con extensos documentos que no sirven para nada. Aunque en teoría sean excelentes. Ahórrenselos todos. Escriban un único documento, con todas las páginas que quieran, pero de tirada limitadísima. Un documento firmado por setenta y ocho personas y dirigido a setenta y ocho personas. Un Instrucción pastoral de los obispos de España dirigida a los obispos de España.
Porque antes de instruirnos a nosotros necesitan instruirse ellos. Y una vez instruidos, actuar. Porque ya es mucha broma alterar aquellas palabras que alguien dijo de otros: Haced lo que dicen pero no lo que hacen, por otras, dichas por los obispos de sí mismos: Haced lo que decimos pero no lo que hacemos.