Patriarcado de las Indias Occidentales.

Pero su intervención me ha hecho pensar en la desaparición de nuestro secular Patriarcado. Existente desde 1524. Fue siempre un título honorífico, sin jurisdicción personal, salvo cuando terminó coincidiendo en el vicario general castrense.
Apenas hay Patriarcas en la Iglesia latina. Yo sólo recuerdo a los de Lisboa y Venecia, unidos desde hace siglos a aquellas sedes metropolitanas, el de las Indias Orientales, que recae en el arzobispo de la antigua colonia portuguesa de Goa y Damao y el latino de Jerusalén. Ciertamente los hay entre los ortodoxos no católicos y entre las Iglesias católicas de ritos orientales.
El Papa tenía entre sus títulos: "Obispo de Roma, Vicario de Jesucristo, sucesor del Príncipe de los Apóstoles, Sumo Pontífice de la Iglesia Universal...", el de Patriarca de Occidente. Por motivos que Benedicto XVI no aclaró demasiado el actual Pontífice ha renunciado al mismo.
Nuestro último Patriarca de las Indias Occidentales fue el obispo de Madrid-Alcalá, Don Leopoldo Eijo Garay. Creado en 1946 pienso que para darle satisfacción a él y al general Franco. Y querido Hermenegildo, no tengo el menor problema en llamarle Generalísimo. Pues, a Don Leopoldo y al Generalísimo.
Franco tuvo especial interés en conservar en su persona los privilegios eclesiales de la derrocada monarquía. Derecho de presentación, entrada bajo palio en los templos... Yo creo que el patriarcado recaído en su paisano y amigo gustó mucho a ambos. A Don Leopoldo tanto que ya fue su denominación hasta su muerte. Era el señor Patriarca.
Después vinieron los días del tira y afloja. Tan injustos con el arzobispo Morcillo. Los últimos días del Régimen, con Tarancón de arzobispo madrileño, no eran como para que se pidiera desde aquí el título para él. Y no se atrevieron, o no quisieron, dárselo.
Y quedó olvidado. Ni los cardenales Suquía y Rouco lo recibieron. Ya no tiene sentido en el vicario castrense. De restaurarse, que a mí no me parecería mal, debería ir, como en los casos de Venecia y Lisboa, unido a la metropolitana madrileña. Pero ya no como concesión a cada prelado sino intrínseco al cargo. En prelaciones apenas supondría nada pues el orden de preferencia es cardenales, patriarcas, arzobispos y obispos. Y el arzobispo de Madrid va a ser ya para siempre, salvo caso muy extraordinario, cardenal. Sólo mientras no hubiera recibido el capelo tendría, como Patriarca, si le hicieran, preferencia sobre los restantes arzobispos del mundo.
De todas maneras no me parece cuestión importante. Aunque podría ser título lucido para misiones que el Sumo Pontífice encomiende a título de legado al cardenal madrileño en Hispanoamérica: las Indias Occidentales. También podría ocurrir que el Papa decidiera distinguir con ese título a algún obispo del Nuevo Continente. Bien uniéndolo a una archidiócesis o bien asignándolo al arzobispo más significado, o más grato al Papa, de aquella región. Así hoy podría serlo el arzobispo de Santo Domingo y a su muerte, o renuncia, el de Méjico, el de Buenos Aires o el de Lima.