Santiago y cierra España.

Es el día del santo patrón de España. De mi España. Bien sé que hay quienes no quieren España ni patronos. Que les den. Y que Santiago nos ayude en la batalla.
Todos sabemos que los tres grandes sucesos hispanos del Apóstol del Trueno no son dogmas de fe. Yo los creo de todo corazón. No sé cuantas veces besé el Pilar sagrado en el que la Santísima Virgen puso sus pies. En carne mortal. Mas veces todavía veneré sus restos en la catedral compostelana. Y en infinitas iglesias de España he contemplado, con unción religiosa, su imagen equestre dando a su pueblo la victoria en la Reconquista. Me es igual que él apareciera o hiciera creer a los que combatían que estaba allí, a su lado. Estaba.
Pues en días de tribulación tanta, mi oración confiada al Apóstol. A Santiago Matamoros. Al Santiago de nuestras iglesias. No porque pida que mate a ningún moro, que ya se matan entre sí o les matan otros. Y no deseo la muerte de nadie. Es rarísimo encontrar en nuestros templos un Santiago peregrino. ¿Peregrino a dónde? ¿Por qué? Ya sé que esa entelequia es la que ahora gusta en la almoneda irenista que se nos propone. El Santiago que veneraron nuestros mayores, todos nuestros mayores, montaba a caballo y llevaba espada. Y a los pies de su montura estaban los que él vencía.
Esa es nuestra historia. Esa es nuestra Iglesia. Yo no voy a renunciar ni a la una ni a la otra. Ni voy ni quiero. Y al que le moleste que se... fastidie. Aunque sea obispo. Me la refanfinfla.